10 mentiras sobre el amor que nos venden las películas de Hollywood
El hombre que conquista a la mujer siempre es el más guapo y el más exitoso
En la mayoría de las películas, por no decir en todas, el hombre que logra conquistar a la mujer tiene dos características esenciales: es el más guapo de todos y además de eso le sobra el dinero. “Casualmente” al chico le sobran los atributos físicos y está dispuesto a conquistar a su chica no solo con un atlético y bronceado cuerpo sino con una vida llena de lujos. Sabemos muy bien que el prototipo está más que establecido en Hollywood, es casi una regla, y en contados casos el protagonista de la película es un hombre con rasgos físicos “normales”. No todos los hombres del mundo miden 1.80 cm, tienen ojos azules, cabello castaño, músculos definidos, sonrisa matadora y personalidad arrolladora. Aunque no les voy a quitar la ilusión, puede ser que el hombre que está justo a su lado cumpla con todo lo anteriormente dicho, pero tenemos que ser realistas, ¡basta de falsas ilusiones!, a veces lo mejor de nuestras vidas está justo en frente y no lo valoramos por andar a la espera de algo que nunca va a llegar. Con esto no quiero que piensen que les estoy sugiriendo que se conformen con el primero que pase por enfrente, sino que tengan clara la delgada línea que existe entre la realidad y la fantasía en la que nos hacen vivir las películas. Estoy completamente segura de que cada ser humano es poseedor de distintas habilidades y cualidades que lo hacen especial; por esto, además de valorar a las personas que están a nuestro alrededor, es importante valorarnos a nosotros mismos y aceptar que la belleza y el dinero no son todo en la vida, como nos lo hacen pensar algunas películas.
Las mujeres siempre debemos ser rescatadas por el “príncipe azul”
Las películas de Hollywood siempre muestran al género femenino como el más débil. Somos mujeres indefensas, susceptibles a ser lastimadas hasta por una hormiga, nos quebramos con facilidad y nos cuesta trabajo salir adelante sin un hombre. ¡Falso! ¡totalmente falso! No necesitamos ser rescatadas de nada, solitas, de la mano de Dios y de la Virgen podemos lograr todo. Nos han hecho pensar que la vida sin un hombre no es vida, aunque tengamos una bella familia, una linda casa, una carrera y un buen estilo de vida. ¡Qué desdichadas somos si no hay un hombre en medio de todo esto! La verdad de todo esto es que la sociedad se ha encargado de aceptar la idea y de naturalizarla para rematar el final feliz de las películas.
Las mujeres que afirman estar bien sin un hombre son tildadas de amargadas, caprichosas, egoístas y feministas. Sin embargo no se trata de cobrar venganza contra la sociedad a causa de una mala experiencia, sino de entender que no todos nacimos con las mismas vocaciones. Cada hombre y cada mujer de este planeta ha sido llamado a una distinta. La soledad no debe ser sinónimo de tristeza o de derrota. Permanecer en este estado puede ser temporal y beneficioso tanto para el hombre como para la mujer, pues en medio de ella se redescubren fortalezas que se creían inexistentes -y lo digo por experiencia propia-: siempre pensé que estar sola era lo peor del universo y, aunque no es fácil, ha significado una oportunidad valiosísima para conocerme y darme cuenta de lo fuerte e independiente que puedo llegar a ser. Así que ¡nada de dejarnos convencer de la idea de ser rescatadas!, porque no compartimos habitación con rapunzel: no necesitamos soltar nuestro cabello por la ventana esperando a que el príncipe azul nos saque de ese lío tremendo en el que estamos metidas.
La propuesta de matrimonio incluye una avioneta que escribe el mensaje en el cielo
Avionetas, globos, helicópteros, yates, diamantes de infinitos quilates, un estadio completo o un coro con 100 cantantes de ópera. No esperemos cosas de «Hollywoolandia». No hay que desilusionarse ante una propuesta de matrimonio sencilla. Sinceramente nadie se imagina el pánico que llegan a sentir los hombres cuando finalmente deciden hacer la pregunta del millón: sus corazones laten a mil, muy seguramente lo han ensayado cientos de veces, le han pedido al mejor amigo que observe su actuación, han preparado con esmero las palabras que dirán… durante el tan anhelado momento están a punto de sufrir un paro respiratorio y se han llenado de valentía. Es tal vez la decisión y el acto más grande que un novio puede llegar a realizar, y por supuesto, espera que tu reacción valga otro millón de dólares. Su corazón está a flor de piel, expuesto y corriendo el riesgo de recibir un “no estoy lista” como respuesta. La propuesta de matrimonio perfecta no tiene una fórmula exacta. Cada pareja experimenta el amor de manera distinta y estoy completamente segura que será perfecta si aman con todo su corazón al hombre que tienen de rodillas. En este punto es importante recordar que el lenguaje debe ser muy cuidadoso cuando se tocan temas como el matrimonio. Muchas veces subestimamos a nuestras parejas creyendo que no tienen idea de cómo hacer las cosas; somos hirientes y desprestigiamos el esfuerzo que hacen por conquistarnos. Y que me dicen de eso de andar comparando, ¡grave error!: -“A Pepita Gonzalez le propusieron matrimonio con una coreografía en Disney, un diamante del tamaño de júpiter, el novio dio un concierto y le compuso una canción”, “eso sí es un bueno novio”. Fatal error, nunca debemos comparar, con simples comentarios como estos le podemos partir el corazón a nuestras parejas y hacerlos sentir inseguros de sí mismos. Tip para los hombres: oren, oren y oren. Antes de tomar una decisión tan importante hay que contar con Dios. Su voluntad no siempre es la que estamos esperando, por eso encomienden su relación a María Santísima y a San José, pídanle permiso a Dios Padre para tomar la mano de su mujer, porque hay que recordar que el matrimonio es para siempre, no es un simulacro.
En la salud y en la enfermedad… no tanto
Muchas películas nos recuerdan lo grande que puede llegar a ser el amor y en cierta medida puede ser cierto, pero, desafortunadamente, en la mayoría de los casos nos damos cuenta que ante las dificultades o enfermedades el
amor mágicamente se desvanece y entonces nacen las excusas: “no tuve tiempo de ir a visitarte al hospital”, “tengo muchas cosas que hacer”, “lo mejor es tomarnos un tiempo hasta que te sientas mejor” o en el peor de los casos: “no puedo soportar tu enfermedad… todo esto es muy doloroso para mí, lo mejor es dejar las cosas hasta aquí ”. La enfermedad puede ser llevadera, tal vez exista una recuperación efectiva, pero tal vez no. Podemos sufrir un accidente y quedar parapléjicos, podemos contagiarnos de algún virus que no tiene cura, podemos perder el oído o la vista, tener cáncer o cualquier otra enfermedad grave. Pueden estar pensando: “Nory es una exagerada” pero no se trata de asustarlos sino de recordarles que la vida puede ser perfecta un día y al otro todo puede derrumbarse. Estamos propensos a cambios y aunque no nos guste pensar que algo malo nos puede suceder, debemos tener claro que a cualquiera de nosotros nos puede pasar. En las películas, las parejas casi siempre se apoyan hasta la muerte, que lindo sería que esto pasara en la vida real. Muchas veces los votos matrimoniales se olvidan desde el instante en que se pone un pie fuera de la Iglesia. “En la salud y en la enfermedad”. ¿Estaremos dispuestos?
El amor de tu vida te perseguirá hasta el aeropuerto para no dejarte ir
“El amor de mi vida acaba de tomar el último vuelo, por favor ayúdeme, nunca había sentido lo que siento por ella, si la pierdo no podría perdonármelo, necesito detener ese avión”. Estas líneas se repiten una y otra vez en numerosas películas, es clásico: el hombre llega con el corazón en la boca, no puede respirar porque corrió no se cuantos kilómetros ya que el carro no le prendió, finalmente pudo tomar un taxi que atravesó el pesado tráfico de la ciudad, casi atropellan a una anciana, esquivaron a una madre con un coche y saltaron un puente. Ella está entregándole su tiquete a la azafata o se está abrochando el cinturón. El súper héroe salta todos los obstáculos de seguridad y finalmente la detiene: “no te vayas, por favor, no me dejes, fui un estúpido, no te merezco, dame una oportunidad, seamos felices”. Ella sujeta el rostro del hombre con las dos manos, con lágrimas de cocodrilo acepta, lo besa y todos en el avión aplauden. Esto no pasa, ¡cielo santo!, no pasa en la vida real. Primero que todo, ante cualquier ruptura no vamos a tomar un avión con destino a la India, el hombre no se va a arrepentir justo en el instante en el que estás abordando, no se le va a dañar el carro, no le van a permitir cruzar hasta donde ella está, ni mucho menos van a decirle al piloto que se detenga o que se devuelva porque hay un tipo loco que asegura morirse de amor. Si alguno de los dos está arrepentido, que no espere más tiempo, que empaque el orgullo en una bolsa de regalo con moñito azul y corra a la casa; no al aeropuerto a pedir perdón. Recuerden: no al aeropuerto.
Besos bajo la lluvia. ¡Maravillosos!
¿Cuántos besos se han dado bajo la lluvia? ¿Cuántas veces en pleno aguacero lo primero que se les ocurrió fue ir a darse besos con el novio en la mitad de la calle? ¿Cuántas veces salieron del restaurante y decidieron pararse en un charco a darse besitos? El que lo haya hecho más de media vez por favor me escribe un comentario y me cuenta cómo le fue, si fue como en la película y si su novia alzó la pierna indicando que el beso era perfecto. Hay muchas cosas que nos emocionan en las películas, sobre todo en las románticas… En el cine suspiramos, apretamos la mano del que está al lado y hasta se nos encharcan los ojos y es divertido, es lindo. Finalmente la película cumple su objetivo. Nos emocionamos, nos ilusionamos, nos imaginamos que también nos puede pasar y fantaseamos con que esté lloviendo a la salida del cine para ver si tal vez al hombre con el que estamos saliendo se le ocurre la locura. Pero cuando la función termina hay que poner los pies sobre la tierra. ¡Ojo! y no estoy diciendo que los besos bajo la lluvia sean imposibles, ni más faltaba. Después de leer este artículo le pueden proponer a su pareja que la próxima vez que llueva salgan y hagan realidad la famosa escena de las películas.
Encontrarás al amor de tu vida tras una noche de copas
Puede que después de haber excedido el número de copas, perder el sentido y resultar acostándose con un total desconocido o con un “amigo” surja un nuevo tipo de relación y con el tiempo tal vez lleguen a ser pareja. Pero en la vida real ninguna pareja construye una relación sana a raíz de una noche de alcohol. Tener relaciones sexuales a la loca es una de las escenas favoritas en las películas de Hollywood. Mágicamente la pareja se despierta al día siguiente un poco avergonzada pero con una sonrisa de oreja a oreja, la mujer se levanta en puntitas hasta el baño, se compone la cara y el cabello, traga un poco de pasta dental, -ya que no está en su casa y por lo tanto no tiene su cepillo de dientes-, vuelve a la cama y simula una pose “sexy” para que el hombre piense: “¡cielo santo qué guapa!”. Alguno de los dos decide sorprender al otro llevando el desayuno a la cama y desde ese preciso instante arranca la verdadera historia de la película. Llevar una vida desordenada y llena de excesos pensando que es normal porque “todo el mundo lo hace”, no es de ninguna manera algo constructivo. Hay que bajarse de la nube, dejar que algunas fantasías se queden solo en la pantalla y luchar porque nuestro diario vivir no esté manchado por el pecado que el cine cataloga como algo completamente natural.
Casualmente te encuentras a la persona que te gusta en todas partes
Un día, esta mujer hermosa que iba echando globos, disfrutaba de un día soleado,en el que no esperaba que nada extraordinario ocurriera, y que caminaba por una calle de cualquier ciudad, -una que casi nunca sale en las películas-, digamos que era Nueva York. Llevaba en sus manos algunos paquetes de las compras que había hecho, un libro o un café. De repente se estrella con un sujeto que nunca había visto. Él la ayuda a recoger las cosas del piso, se cruzan algunas palabras de disculpa como: “¡qué torpe soy!” o algo por el estilo, sostienen la mirada cuatro eternos segundos y cada quien continúa con su camino. Al otro día, se encuentran en Starbucks, ¡qué coincidencia! Los dos han pedido un café con crema, sonríen con algo de sorpresa y mantienen una pequeña conversación. Dos días después se encuentran en la librería; después en el parqueadero y finalmente en la misma fiesta. Para rematar alguno es conocido de su mejor amigo. Te lo advierto, esto pasa muy poco, casi nada, en la vida real, ¿están de acuerdo?.
La solución a todo conflicto es el divorcio
No puedo asegurar que todas las películas transmitan esta idea, pero muchas de ellas nos hacen pensar que el divorcio es la mejor alternativa. Con él logramos liberarnos de la esclavitud de la vida marital, no más peleas, no más gritos, no más quejas, no más promesas rotas, tras un año de matrimonio no hay porqué soportar más inconvenientes. Sorpresivamente ambos se dan cuenta que casarse fue el peor error de sus vidas.
En las películas el divorcio empodera a la mujer, la hace valiente, audaz e inteligente; le da el chance de hacer lo que siempre soñó, de encontrar el amor en otra parte, de alcanzar sus metas y de convertirse en una aventurera. En este punto hago la aclaración de siempre: cuando dos personas deciden unir sus vidas bajo el sacramento del matrimonio no hay pero que valga, se lucha hasta el final, se sacan fuerzas de donde ya no las hay, se hace todo para salvar esa unión, pues dudo que al momento de casarse alguien les estuviera apuntando con una pistola. En casos excepcionales el matrimonio se puede anular, motivo por el cual la decisión de contraer matrimonio o de divorciarse no debe tomarse a la ligera.
Estar soltero es la peor de las desgracias
¡Vaya, vaya, vaya! este punto me fascina. Después de la ruptura viene el llanto descontrolado, la ira, la sed de venganza. El hombre tira todas las cosas al piso, enfurece y echa madres, mientras que la mujer va al «super», compra un barril de helado, unos kleenex, una caja de chocolates y una botella de vino; se pone la pijama o la camiseta que el ex olvido en su armario, se acuesta en la cama, pone una película de amor para llorar más fuerte, y no olvidemos al gato, siempre fiel a los berrinches de su ama. No puede ser un perro o un canario, tiene que ser el gato, el gato siempre acompañará a las solteronas del mundo entero. La desdicha reina en el corazón del soltero/a, la vida ya no tiene sentido, ya no hay razones para seguir adelante, la única opción que los “mejores” amigos sugieren es que el hombre vaya y se acueste con la primera que le pasa por el frente y que la mujer se ponga su mejor vestido, pague de nuevo el gimnasio, se maquille más que nunca y salga de «reventón» el viernes en la noche. ¡Basta de mentiras! la vida sigue, y para sorpresa de todos, Dios tiene mejores planes que los nuestros, es verdad que duele, duele hasta el infinito y más allá; es difícil volver a empezar cuando esa persona ya no está, pues nos hemos acostumbrado tanto a su compañía que no concebimos la idea de tener que retomar nuestra vida como seres independientes, pero podemos seguir adelante.
Creo que en la vida de todos es necesario disfrutar de estar solo, no por obligación sino por gusto propio, necesitamos tiempo para nosotros mismos, para redescubrirnos, conocer otras personas y otras formas de disfrutar todo lo que Dios pone a nuestra disposición. Les puedo asegurar que no es tan malo como lo pintan, es un proceso. Al principio todo duele, todo cuesta, todo es horrible, hay recuerdos por todas partes: lágrimas, dolor en el pecho y hasta pesadillas; la segunda etapa es una de las más difíciles, pues allí se corre el riesgo de volver a caer, nos empezamos a sentir un poco mejor y de repente vuelve a aparecer este personaje prometiendo cambiar, pero si en verdad hemos tomado una decisión hay que ser fuertes. Pídanle a María Santísima que los llene de fortaleza y valentía (a mi siempre me funciona pedir auxilio) y podrán superar esta etapa. Luego de esta viene algo que llamaría: “mi nuevo yo”, descubrimos que el dolor no dura 100 años, somos fuertes, alegres, positivos y finalmente hallamos gozo en estar solos, es un sentimiento hermoso y puede que algunos estén pensando que estoy loca, pero la verdad de todo esto es que estar soltero no es como lo pintan las películas: estar soltero es esperar en el amor de Dios, confiar en que tal vez exista esa persona, o en que tal vez no estemos hechos para llegar al altar, pero de cualquier forma lograremos ser felices, lograremos sentirnos plenos, aceptando la voluntad de Dios y no forzando las cosas para que se cumpla la nuestra.
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