

En la primera y la segunda entrega meditamos hasta la sexta estación. Hoy reflexionaremos la séptima, octava y novena estación del Vía Crucis.
Sigamos acompañando al Señor, o tal vez sea más preciso decir que Él es quien nos acompaña en este caminar a veces incierto, a veces duro, pero siempre con un solo destino: la eternidad.
7. Séptima estación: Jesús cae por segunda vez
Haz caído por segunda vez Señor, no puedo imaginar el peso de mis propios pecados, de los pecados de todo el mundo. Todos, los de antes, los de ahora, incluso aquellos que aún no hemos cometido.
¿Por qué tendrás que cargarlos tú, Señor? Es que no puede ser alguien más. Tan humano como yo has caído, y siendo inocente abrazas este encargo del Padre y te levantas. ¡Levántame también, Señor! Que yo sin ti no puedo.
¿Cómo continuar? Tu espalda rasgada por los látigos que apresuran tu paso, y por esa cruz que parece incrustarse ya en tu piel. Una cruz que empieza a formar parte de quién eres.
La cruz que ahora contemplo, fríamente, colgada en una pared. Pareciera que se me olvida todo lo que aquello significa. El madero empieza a arder en mi mente y en mi corazón. Y te levantas, Señor. ¡Vamos, caminemos juntos!
8. Octava estación: Jesús se encuentra con las mujeres de Jerusalén
Aquellas mujeres que han acompañado tu peregrinar en esta vida te esperan en el camino. Mujeres fieles, fuertes. Aquelllas que escucharon con atención, que salieron con urgencia a contar la buena nueva.
Que recibieron el agua nueva que les ofrecías. Aquellas mujeres que aprendieron de ti a amar con gran misericordia.
Sus ojos, llenos de lágrimas se han encontrado con los tuyos. Cómo detener ese dolor tan inmenso que aprieta sus pechos. Parece que ya nada tiene sentido. Es que sin ti Señor, ya nada importa.
En tu infinita ternura, y a pesar de todo tu dolor y sufrimiento, tienes espacio para ellas, para llevarles consuelo. Tú, víctima inocente, ¡las consuelas!
Les dices que no lloren por ti, les adviertes el sufrimiento grande que ellas y sus hijos podrían tener, que todos nosotros podríamos tener. Pareciera que tus llagas ya no te importan, tu amor por nosotros es tan grande. ¡Ay si solo supiéramos!
No encuentro consuelo más grande que estar contigo, Señor. ¡Vamos, caminemos juntos!
9. Novena estación: Jesús cae por tercera vez
Tres veces has caído, Señor. ¿Cuántas veces más caeré yo? Si solo entendiera que tus caídas son un preludio a las mías. ¡No quiero caer! ¿Por qué el camino no es más fácil? Nuevamente te he abandonado, Señor.
La vida del cristiano, del ser humano ¡está llena de caídas! No importa lo que hagamos, siempre vamos a caer. Y de tu mano, Señor necesito levantarme. Solo no puedo, no quiero que otras manos me levanten, solo las tuyas.
Solo en ti puedo seguir caminando con confianza. Con esa confianza de saber que tengo un amigo. Que si me caigo no me dejará abandonado en el camino sino que hará todo lo posible porque vuelva al camino.
Solo quiero caminar contigo. ¡Vamos, caminemos juntos, Señor!
Que estas reflexiones del Vía Crucis que hemos hecho durante este tiempo nos recuerden todo el amor y sacrificio que Dios ha hecho por nosotros. Y que nos sirvan para preguntarnos en cada momento: ¿qué puedo hacer por ti Señor?
Por último te compartimos tres recursos que seguro te ayudarán a meditar aún más en el Vía Crucis:
Ebook gratuito: «40 días con Jesús»
Infografía: El Vía Crucis y mi vida
0 comentarios