Vía Crucis: reflexión de cada estación (cuarta parte)

¡Seguimos con el Vía Crucis! En la primera, segunda y tercera entrega reflexionamos hasta la novena estación. Hoy empezamos a vivir la décima, onceava y doceava estación, estaciones que nos conmueven profundamente y nos exigen abrazarnos al Señor con todas nuestras fuerzas.

Sigamos caminando, que el dolor no nos permita abandonarlo especialmente ahora que el camino parece insoportable. 

10. Décima estación: Jesús es despojado de sus vestiduras

Te han despojado de todo, Señor. Cuando parece que ya no te quedaba nada, las pocas telas que cubrían tu cuerpo pegadas por el sudor y la sangre son arrancadas sin piedad. Tus heridas vuelven a sangrar.

El dolor es insoportable. A mí también me lo han quitado todo, Señor. Estoy desnudo, ya no tengo nada. Mi carne también sangra. Han arrancado vida de mis entrañas y la he visto desaparecer entre mis dedos.

Me duelen las heridas, Señor. Me duele tanto la separación de este mundo. Me duele tanto los que ya han partido, los que sufren inconsolablemente, inocentemente. Si solo pudiera huir de todo esto…

Pero huir de ti me duele, se me desgarra el alma al apartarme de ti. Lo único que poseo ahora es mi amor, un amor que es tuyo.

Y aunque el camino es cada vez más duro, entiendo que a tu lado todo lo puedo. Lo entiendo Señor, no me sueltes. ¡Vamos, Señor! Caminemos juntos.

11. Décimo primera estación: Jesús es crucificado

Vía Crucis: reflexión de cada estación (cuarta parte)

El sonido del martillo golpeando los clavos contra tu piel y el madero retumban en mi interior. Si solo pudiera callarlo ¡Cómo se puede soportar tanto! ¿Qué he hecho yo para que me ames tanto? No lo merezco, Señor. No lo merezco.

Cada gota de tu preciosísima sangre es el pago por cada una de mis faltas. Pero ¡qué he hecho! He sido yo quien te ha traído aquí. Perdóname, Señor. 

He cargado la cruz contigo. Me he resistido, pero hasta aquí hemos llegado juntos, sin ti jamás hubiera podido. El dolor, no sé si pueda soportarlo, Señor. Me resisto a morir, Señor. ¡No quiero morir! Quiero vivir para siempre. 

Levanto mis ojos a lo alto y veo tu cruz. Ahí clavado, soportando lo indecible, me amas. ¡Cómo no amarte! Vamos Señor, el camino aún no acaba. Caminemos juntos. 

12. Décimo segunda estación: Jesús muere en la cruz

Vía Crucis: reflexión de cada estación (cuarta parte)

¿Y ahora dónde estás, Señor? Solo hay silencio. Ya no puedo ver la luz de tu rostro. ¿A dónde te has ido Jesús mío?, ¿por qué me has abandonado? Yo solo no puedo continuar. ¡Por favor regresa!

Miro tu cuerpo sin vida y no puedo soportarlo. La soledad parece eterna, has muerto por mí, Señor. Yo te amo tanto y tú has muerto por mí. Ya no te escucho, no sé a dónde ir. Solo en ti encuentro mi fuerza, por favor vuelve, Señor.

Las lágrimas no me dejan ver. En el silencio recuerdo tus palabras, recuerdo tu sonrisa y la compañía de cada día. Aunque no te escucho, aunque me siento sola y perdida.

Tu amor por mí es lo que me mueve. Estás ahí en la cruz, y yo contigo. ¡Vamos, Señor! Aquí me quedo, contigo, juntos. 

Para finalizar te compartimos algunos recursos que pueden ayudarte a vivir esta Cuaresma más unido al Señor:

— Ebook gratuito: «40 días con Jesús»

— Infografía: El Vía Crucis y mi vida

— Video: El Vía Crucis en el Coliseo, una antigua tradición