

Cuando reflexiono sobre el verdadero sentido del matrimonio en relación a cómo funciona la sociedad de hoy, siento desánimo. A veces pienso que no hay vuelta atrás en el alto índice de divorcios que pueblan las estadísticas mundiales. No es que quiera ser la aguafiestas o la pesimista. Pero entender qué es de verdad el matrimonio, el significado del verdadero amor, desde su esencia natural, pasando por la parte legal (derechos y deberes) y terminando en su sentido emocional no es un conocimiento de periódico de centavos, ni de novelas mexicanas. Mucho menos de películas hollywoodenses.
Y ahí radica el problema esencial: ¿sabemos qué significa el matrimonio en su real dimensión? ¿Sabemos cómo enseñarles a los novios, futuros esposos, a qué se “están metiendo” cuando dicen “Sí, quiero” frente a un altar? ¿Sabemos los esposos qué deberes (y lo pongo primero, a propósito) y derechos conlleva este compromiso? ¿Entendemos el papel que los sentimientos juegan en la vida conyugal? La historia Kathryn puede considerarse una historia universal de los dos últimos siglos: provenir de un hogar roto, crecer con un solo padre, sufrir abandono, temor, miedo a amar, para luego caer en garras de una relación amorosa abusiva (y lo peor, quedarse en ella), casarse “enamorado”, divorciarse “desamorado” y repetir el círculo con nuestros propios hijos. Dicen que el humano es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra. Y las estadísticas van demostrando que es una frase cierta.
Por otro lado, ¿cuántas veces hemos escuchado la justificación “sí, nos divorciamos porque se acabó el amor entre nosotros”, como si el verdadero amor fuese una botella de gaseosa o un paquete de galletas que tiene límite? Por eso nuestra primera misión es entender qué es el verdadero amor para luego enseñar qué implica estar casados. Y tal como nos cuenta Kathryn en su historia, si entendemos realmente lo que Dios nos tiene preparado en nuestra dimensión conyugal, podemos darle un vuelco a las tendencias actuales de desvalorización del matrimonio.
Sin embargo, ya que sobre este tema podemos estudiar años completos, aquí me quiero centrar en lo que trasluce el video bajo una primera mirada: entender que el verdadero amor conyugal es un acto de voluntad.
¿Qué significa que el verdadero amor conyugal es un acto de voluntad?
Para enseñar qué es el amor conyugal, tenemos que entender varios puntos.
1. El amor es el primer impulso que tenemos los seres humanos que nos hace querer algo o a alguien.
2. En el amor conyugal, este impulso es hacia otra persona. Para que el amor tome su dimensión de conyugal tiene que referirse necesariamente a otra persona. Y cuando hablamos de matrimonio católico, es a una persona del sexo opuesto. El amor conyugal también es el de novios que se dirige al matrimonio. Así que para esta nota usaremos a partir de ahora el término “matrimonio” para hablar del amor conyugal matrimonial.
3. El matrimonio implica un amor de “elección”, voluntario. Es decir, implica que elegimos al otro para amarlo. Ojo: para amarlo, no para que me ame. Si esta actitud es mutua, los dos salen ganando. Y, para que sea verdadero amor, todos los días hacemos la elección de seguir amando. Si esto no pasa, no es verdadero amor. El verdadero amor no se acaba, como decía más arriba. Si se acabó, no fue amor. “¡No!”, te dirán algunos, “si yo lo amaba con pasión y locura, estaba enamoradísima pero luego dejé de sentir las culebritas en el estómago”.“Bueno, pues”, responderás, “eso es enamoramiento, sentimiento puro, no fue amor”. Y en varias ocasiones tendrás que salir corriendo porque te dirán retrógrado y no querrán escuchar más. Pero en otras tantas podrás quedarte a profundizar sobre el tema.
4. Por lo tanto, en el matrimonio se necesita, como base, de este amor de elección, es decir, voluntario. Sin embargo, es muchísimo mejor si este amor incluye un poco o bastante de ese amor de las “culebritas en el estómago”. Lo hace un amor más rico. Pero no lo hace un mejor o peor amor, simplemente lo hace más fácil de llevar. Por eso, el dejar de sentir esas “culebritas” no son una razón ni para acabar con el matrimonio ni para buscarse las “culebritas” en otro lado.
5. Si decimos que el amor es voluntario esto tiene como causa un conocimiento previo. Esto es así: antes de amar, uno conoce. Uno no puede amar o desear algo que no conoce. Es imposible que se te antoje un helado de vainilla si nunca lo has probado. Igual pasa con el amor conyugal. Por eso, la fase de noviazgo es de vital importancia para conocer al otro y ver si realmente nos gusta lo que conocemos. ¿Qué pasa, entonces, cuando te dicen: “es que yo me case a ciegas, casi no lo conocía? Nuevamente, eso no era verdadero amor. Pero igual fue un acto voluntario, nadie los obligó a ir a altar sabiendo que no lo conocía lo suficiente. Ojo, hay causas importantes para una nulidad matrimonial. Pero eso tiene que ver con otros asuntos más complicados que no nos competen ahora y que involucran defectos en el consentimiento. Sin embargo, el “es que no sabía que él era desordenado, o que ella era una loca celosa” no son motivos para una nulidad.
Lo que siente Kathryn es algo que muchos de nosotros sentimos en algún momento de nuestra vida. Sin embargo, gracias a la voluntad de seguir amando a su esposo, y la voluntad de seguir amándola por parte de su esposo, el matrimonio pudo continuar y de manera feliz. Llevar un matrimonio no es cosa fácil y a veces pensamos que solos la haríamos mejor. Sin embargo (salvo en casos graves como abuso o violencia), separarse, romper una familia, no es la solución. Por eso Dios nos enseña a amar incondicionalmente como El nos amó. Y esta es la receta para que un matrimonio funcione: primero, tener a Dios como eje principal del matrimonio, sin El todo es más difícil; que los dos escojan amar sin condiciones, donándose por completo, aceptándose tal como son y tratando también de ser mejores cada día, como esposos y como padres. Es en esa lucha, individual y conjunta, en que uno va creciendo y ganándose el cielo.
Bonustrack: nuestra misión evangelizadora según el Sínodo de la Familia
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En estos días se está llevando a cabo la Tercera Congregación General del Sínodo de la Familia. Y este martes los Obispos pidieron que la preparación de los novios para recibir el sacramento del matrimonio sea larga, personalizada y severa, “sin miedo a que eventualmente disminuya el número” de bodas religiosas, para así contar con matrimonios válidos y fructíferos. “La propuesta es la de no preocuparse solamente por los remedios para el fracaso de la unión conyugal, sino también por las condiciones que la hacen válida y fructífera. Lo que hay que transmitir es una visión del matrimonio no sólo como punto de llegada, sino como un camino hacia una meta más alta, un camino de crecimiento personal y de pareja, una fuerza y fuente de energía”.“La elección del matrimonio es una vocación verdadera y propia y como tal requiere fidelidad y coherencia para ser realmente un lugar de crecimiento y de salvaguardia de lo humano”, expresaron los obispos. “Para ello, hay que acompañar constantemente a los cónyuges en su itinerario de vida, a través de una pastoral familiar intensa y vigorosa”.
me gusta este tema para explicar el sacramento del matrimonio