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Caminar en medio de un bosque, nadar en un río o simplemente escuchar el sonido del viento son experiencias que vamos dejando de lado y que quizás vemos solamente en las pantallas a nuestro alcance.

La publicidad de Cinthol, una marca de productos de higiene personal de la India, muestra justamente eso. Un chico joven, rodeado de increíbles paisajes y un ambiente de paz y libertad, es interrumpido repentinamente por el timbre de un celular y la voz de la operadora informa: “La persona a la que quiere contactar está ocupada en este momento.” Y la voz se extiende: (la persona) “Está ocupada en un mundo sin almacenamiento de datos, un mundo donde eres guiado por tu corazón no por una aplicación, donde haces un amigo sin una solicitud de amistad, donde tienes una conversación sin límite de caracteres, donde oyes trinos en vez de leerlos…” y así sucesivamente, las palabras de aquella mujer de la operadora van reemplazando las interacciones diarias con la tecnología por interacciones con el mundo real. Y el anuncio termina con el slogan de la campaña: “Estar desconectado, es estar vivo. Estar vivo es increíble.

Creo que una de las pruebas más grandes que constituyen mi fe, es la grandeza de lo que me rodea; montañas y nevados imponentes, el cielo y el mar infinitos, paisajes de belleza indescriptible, que me hacen sentir pequeña y a la vez lo afortunada por poder contemplarlos. La naturaleza fue creada para nosotros, para que podamos admirarla y hacer uso (responsable) de sus recursos. Pero ¿cuántas veces nos detenemos a mirar por la ventana? Y, ¿cuántas veces al día miramos una pantalla? ¿No nos estaremos perdiendo de algo?  Cómo dice la voz del video: “Es un mundo increíble que tal vez deberías visitar de vez en cuando.”

Este fue también el sentir de San Francisco de Asís, patrono de la ecología, quien tuvo una relación muy cercana con la naturaleza y escribió el “Cántico de las Criaturas”,  en el que alababa al Señor por el sol, la tierra, el viento y los llama hermanos a todos. Jesús, por su parte, mostraba su profundo amor por lo que le rodeaba cuando escogía lugares al aire libre para predicar y en sus parábolas hacía referencia a la tierra, a viñedos, árboles, al mar, a las montañas, etc. Y la última encíclica del Papa Francisco “Laudato Sí” es un fuerte llamado a que cuidemos de “nuestra casa”, nuestro planeta.

Mucho se ha dicho ya de la invasión de la tecnología en nuestras vidas, de cómo nos afecta y nos incomunica con el mundo. Pero ¿qué hacemos para que esa realidad cambie? La respuesta seguramente será nada o muy poco.

Para la mayoría de nosotros es casi imposible imaginar la vida sin tecnología, porque está en todas partes y la utilizamos a toda hora e incluso llegaríamos a entrar en crisis si se pierde nuestro celular.

El Papa Francisco, con más de 9 millones de seguidores en su cuenta de Twitter, afirmó en la última Jornada de las Comunicaciones Sociales, que “Internet es un don de Dios, sin embargo advirtió a los padres en su viaje de retorno de Sarajevo este 8 de junio, que su uso excesivo puede causar en los jóvenes «daños en el alma y restricciones de su libertad.»

Hace un tiempo identifiqué que la “hiperconexión” era también un problema en mi vida así que decidí que por lo menos a la hora de comer no iba a utilizar el celular, la tablet ni prender la TV. Sin embargo, este experimento funcionó hasta que los que me rodeaban siguieron clavados en sus pantallas; cuando salgo a tomar un café o a comer algo con mis amigos, no dejan su teléfono ni  por un segundo; a la hora de comer en casa, mis hermanos traen conectados sus audífonos y en la oficina la gente no interactúa con nadie más que su computador y celular. Y confirmé las palabras del Papa en esa última Jornada de las Comunicaciones: [su_quote cite]La dinámica de los medios y el mundo digital, cuando se hacen ubicuos, dificultan el desarrollo de nuestra habilidad para vivir con sabiduría, reflexionar y amar generosamente.[/su_quote]

Actualmente, controlar el uso de la tecnología en nuestra vida es un reto que podemos asumir de a poco, haciendo sacrificios mínimos diarios que nos van a ayudar a despertar poco a poco de ese sopor causado por la “hiperconexión”. Como por ejemplo:

1. Reducir nuestro consumo de redes sociales y mirarlas una vez al día o pasando un día.

2. Dejar de buscar entre todos los contactos de whatsapp ¿A quién escribo? Y en lugar de eso iniciar una conversación con quien tenemos al lado.

3. Leer ese libro que tenemos pendiente en el velador antes de dormir, en lugar de encender la TV, la compu o la tablet.

4. Llegar a casa después de estudiar o la oficina y primero saludar a la familia o cenar con ellos antes de correr a encender el computador.

5. Salir de paseo el fin de semana a un lugar tranquilo en el que se pueden realizar actividades alternativas y mejor si no hay señal de internet o tv.

Estoy segura de que con estas pequeñas acciones, va a ser un poco más fácil desconectarnos de la tecnología y conectarnos con lo que tenemos a nuestro alrededor, recuperar la capacidad de sentirnos ¡vivos!