

Este video que se está convirtiendo en viral me conmovió por tener un contenido sencillo, que logra resaltar valores importantes y transmitir un mensaje profundo sin usar ni una sola palabra. Debo empezar diciendo que siempre me han llamado la atención las enfermedades infecciosas y el cáncer, y durante el último año en la escuela de medicina, tuve la oportunidad de hacer una rotación de dos meses en el servicio de hemato-oncología pediátrica (la especialidad que se encarga de tratar niños y adolescentes con distintos tipos de cáncer, incluyendo leucemias).
Recuerdo que quería aprender un poco más al respecto, además de compartir tiempo con personas que afrontaban este tipo de diagnóstico. Sin embargo, lo que aprendí de esos pacientes y sus familias, superó significativamente cualquier cosa que yo pudiera aportarles en mi condición de estudiante. Y este video me lo recordó.
Varias lecciones de medicina y de compasión vinieron también de mi profesor en ese momento quien, sin necesidad de hablar demasiado, transmitía con sus acciones enseñanzas que iba a recordar no solo en mi carrera sino en mi vida. Me gustaría compartirles algunas de las más significativas para mí, que cobran aún más sentido luego de ver este video.
Aprender a valorar cada segundo de vida
Algo que me sigue asombrando, y aclaro que es una percepción basada en mi experiencia personal, es la madurez de los niños y adolescentes con cáncer. Para mi es difícil dejar de observar la capacidad que ellos tienen de entender la vida, de una manera muy diferente a otros niños de su misma edad. Y quizás se trate de la misma madurez de quienes han experimentado en algún momento de su vida un sufrimiento que pareciera sobrepasar sus fuerzas, o han estado en una situación cercana a la muerte. Lo que les permite constantemente reconocer lo frágil de la existencia humana y la necesidad de aprovechar cada segundo que de vida que nos es regalado.
Esforzarse por ser excelente en lo que se hace y hacerlo con alegría
Uno de los detalles que más me llaman la atención es la dedicación que exhibe el joven en el video mientras completa una labor que para muchos podría parecer monótona. Pero lo que en realidad es de admirar es cómo se detiene cuando el niño se acerca al otro lado del vidrio, y empieza a jugar con él espontáneamente. Es una alegría que se contagia y se quiere comunicar, como se observa cuando el niño quiere presentarles su nuevo amigo a los demás niños.
También mi profesor se destacaba por exigirnos tener bases académicas excelentes y evaluarnos constantemente durante la rotación. Cada día nos recordaba que debíamos prepararnos de la mejor manera, y esforzarnos por aprender no solo lo que necesitábamos saber, sino además entender la razón detrás de cada decisión, de manera que al llegar el momento, pudiéramos trasladar ese conocimiento al cuidado de los pacientes y sus familias.
Tratar a cada persona con dignidad y respeto
Todo ser humano merece ser tratado con respeto y dignidad. Esto lo aprendemos o al menos lo escuchamos desde que somos pequeños, es de esas cosas que siento todas las personas decimos «saber» pero que nos cuesta llevar a la practica en el día a día. Especialmente cuando eso supone un esfuerzo adicional de nuestra parte, un salir de nuestra zona de comodidad.
En el caso particular de los médicos, estamos llamados a ofrecer el mejor cuidado posible a cada paciente sin importar su condición socioeconómica o las barreras que a veces pretenden imponer ciertos actores dentro de los sistemas de salud. Y que corresponden más a cuestiones burocráticas o intereses económicos particulares, que a un genuino interés por el bienestar de las personas.
En ese tiempo, el profesor con quien yo estaba haciendo la rotación trabajaba en un hospital público de la ciudad y en uno privado, y recuerdo claramente que su trato era exactamente igual con los niños y familias en ambos centros. Como en muchos países del mundo, el sector público en mi país enfrenta problemas de financiación y corrupción, así que la mayor parte del tiempo los recursos en hospitales públicos son escasos. Aun así, los niños siempre tenían lo necesario para su tratamiento y tener un ambiente apropiado durante su estadía.
Reconocer que cada aporte es significativo
Me llamó la atención en el video que el protagonista usa los recursos que tiene a su alcance: agua con jabón y un celular, y eso es más que suficiente para sacarle una sonrisa a todos los niños en ese instante. Muchas veces me cuesta creer que los pequeños detalles que puedo tener durante el día con otras personas, en realidad van a hacer una gran diferencia. Me gustaría hacer más, alcanzar a más personas, poder dedicar más tiempo al servicio de otros, o ser parte de proyectos más grandes. Pero creo que es un engaño en el que fácilmente cualquiera puede caer: esperar hasta que las condiciones sean ideales para empezar a hacer las cosas, para ayudar a otros.
Qué tal que quien estaba limpiando los vidrios en ese momento pensara: como yo no soy médico, no trabajo en el área de la salud, o no tengo los recursos para hacer una gran donación al hospital, no vale la pena perder el tiempo jugando con ellos, al final ¿qué diferencia podría eso tener? Él no esperó a que las condiciones fueran ideales, simplemente decidió hacer algo con los recursos que tenía a su alcance y logró cambiar el día no solo de un niño, sino de muchos otros sin haberlo imaginado.
Este video me ayudó a recordar que cada uno tiene talentos y cada uno tiene algo que ofrecer (1 Cor 12, 14-31). Cuando somos conscientes de quienes somos, de todo lo que podemos aportar y compartir con otros, y de quién hemos recibido esos dones, es cuando empezamos a usarlos con un propósito aún más significativo.
Finalmente, quisiera invitarte a pensar un poco en qué es lo que más te conmueve de este video. Vivimos en un mundo que cada vez nos invita a pensar más en nuestro propio bienestar, donde el placer y la felicidad además de ser sinónimos, se promueven como el fin último de la existencia. Muchas veces esto nos lleva a enfocarnos tanto en nuestra propia existencia y necesidades, que nos olvidamos que en este mismo instante hay muchos a nuestro alrededor que sufren en soledad.
Te reto a que hoy seas parte de la diferencia: intenta dibujar una sonrisa en al menos en una persona a través de un sencillo gesto de amabilidad, te sorprenderá el resultado.
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