Las bienaventuranzas son una especie de camino que el mismo Jesús ha dado a sus discípulos como guía para el desarrollo de su vida. Para así dar un testimonio sincero, eficaz y coherente entre los hombres.

Hoy te compartimos las bienaventuranzas en caricaturas, esta también puede ser una excelente forma de explicarle a los más pequeños lo que cada una significa. Una muestra del infinito amor que Dios Padre tiene por cada uno de nosotros y de su insondable misericordia. ¡Empecemos!

1. Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos

Repetidamente habla Jesús acerca de los pobres, pero Él no se queda en los pobres económicamente hablando, va más allá, a lo esencial: «los pobres de espíritu». Fácilmente un millonario podría ser parte de estos pobres de espíritu, y es que lo económico pasa a segundo o hasta último plano en los asuntos de Jesús.

Pobre de espíritu es aquel que, aún teniendo muchas posesiones, tiene a Dios en el corazón, sabe amar, ser humilde y caritativo. Un pobre de espíritu es quien siempre tiene su tesoro en el cielo.

2. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados

¿Es que a Jesús le gusta que suframos? No, pero nos promete consuelo en las tribulaciones de la vida. Sabe que como seres humanos somos frágiles, Él quiere que seamos felices pero en el dolor o sufrimiento, se ofrece a consolarnos, ¿qué hermoso no?

Cuando el dolor parezca insoportable recuerda esta promesa del Señor. Descansa en Él y confía en que con su ayuda todo estará mejor (Te recomiendo el curso: «El dolor en la historia personal»).

3. Bienaventurados los mansos, porque ellos heredarán la tierra

Jesús pide a sus discípulos ser humildes en todo momento, saber responder con bondad ante toda maldad. Saber decir «no» a la violencia y sí al perdón y la tolerancia. Mansos de corazón, con la humildad del crucificado.

4. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados

El cristiano debe luchar en todo momento por la paz y la justicia en la sociedad. Y la mejor forma de hacerlo es con la propia vida, llevando justicia en todas las acciones y decisiones que tome. Siendo reflejos del amor de Dios. No se entiende a un discípulo de Jesús que maltrate o que sea injusto con un hermano.

5. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia

Jesús nos pide ser como Él, misericordiosos. Porque es por medio de la misericordia que demostramos el amor de Dios a los hombres. Ser un hombre de misericordia es ser un cristiano comprensivo, que da testimonio del amor y que busca instaurar el Reino de Dios en la tierra.

6. Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios

Conocer a Jesús, amarle y seguirle implica un estilo de vida diferente. Sí, no se puede seguir a Jesús y seguir siendo los mismos, Jesús exige testimonio de fe y qué mejor que la pureza de vida para demostrar ese testimonio. Ser limpios de corazón no es más que tener los mismos sentimientos de Cristo.

Exigirnos a nosotros mismos ser mejores cada día, luchar por no caer en pecado, por ser honestos y correctos en el proceder. Que cada día se convierta en una nueva oportunidad para imitar a Jesús.

7. Bienaventurados los pacíficos, porque ellos serán llamados hijos de Dios

En unión con la anterior, es imposible comprender a un cristiano que sea violento o altanero, un cristiano que maltrate u odie al otro. Jesús nos ha enseñado a ser radicales con el mal, pero nunca a igualarnos al mal, sino a responder con la bondad en todo momento, siendo pregoneros de paz. Que nuestro actuar siempre vaya en pro de la paz.

8. Bienaventurados los que padecen persecución por la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos

La fe, en muchos momentos exige valentía. Puede implicar persecución de muchas maneras, no solo violentas, sino con rechazos, críticas, comentarios, señalamientos o indiferencia. Jesús nos invita a ser fuertes y valientes, a soportar con carácter y amor todo esto. Unirlo a su pasión y muerte, pues siempre nos veremos recompensados. Las bienaventuranzas también nos recuerdan el poder de Dios en nuestras vidas.

«Bienaventurados seréis cuando os injurien, os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en el Cielo: de la misma manera persiguieron a los profetas que os precedieron».

En definitiva, el Reino de Dios está destinado para todos aquellos que valientemente han luchado la guerra espiritual de este mundo. Para demostrar la fuerza del Espíritu Santo que nos sostiene, para todos aquellos que han dado testimonio de la obra de Dios en los hombres: misericordia, amor, bondad y justicia.

Te invito a meditar en las bienaventuranzas el día de hoy y a preguntarte a ti mismo en cuál de ellas has percibido más fuerte el socorro y amor de Dios.