1264149296 1

Catholic-link.com – Ric Elias tenía un asiento en primera fila en el vuelo 1549, el avión que hizo un aterrizaje forzoso en el río Hudson en Nueva York en enero de 2009. ¿Qué pasó por su mente mientras el siniestrado avión caía? En TED, Ric cuenta por primera vez en público su historia y las 3 cosas que aprendió de sí mismo a partir del accidente.

Elementos apostólicos:

1. «Todo puede cambiar en un instante».  La seguridad más grande que tenemos es que vamos a morir y la inseguridad más grande quizás es que no sabemos cuando, ni cómo, ni dónde. Uno, a veces, espera vivir muchos años. Se imagina formando una familia, sacando adelante el trabajo, cuidando a sus hijos, verlos crecer, ayudar el mundo de alguna manera, etc. Se tiene la idea que vamos a morir cuando estemos viejitos. Sin embargo, absolutamente nadie sabe el día ni la hora. Como dice Jesús:  «Vendrá como ladrón en la noche» (hablando del día final). Nadie tiene la vida comprada y nada puede comprar la vida. Es interesante abrir un diálogo en este sentido. En los periódicos y noticias, por ejemplo, ¿cuántos muertos vemos de distintas edades cada día? A partir de esta experiencia, Eric reflexiona acerca de no aplazar nada en la vida. Este pensamiento lo llevó a vivir con un propósito y a no cansarse de alcanzarlo, a vivir con la urgencia que la vida demanda: «no digas mañana, para lo mismo decir mañana», porque nadie sabe si «mañana» llegará. 

2. En segundo lugar, Eric siente un gran pesar en su vida. Ha tenido una vida muy buena, pero lamenta el tiempo que desperdició, vivir cosas que no importaban con gente que sí importaba. En ese sentido, ante la muerte uno no puede dejar de ver su propia historia. De ver si nos hemos realizado, si hemos cumplido nuestros sueños, si hemos hecho lo mejor por los demás, si hemos sido fieles en nuestras familias, si hemos sido buenos padres o madres y alegrarse ante ello. Pero también están nuestras caídas, las veces que no hicimos lo que tuvimos que hacer, esas culpas escondidas que sólo las ves tú y Dios, esos egoísmos, indiferencias ante personas que te necesitaban y entristecerse ante ello. Esto me llevaba a pensar en la necesidad de ser perdonados. En ese momento, cuando ve las cosas que le pesan en la vida, no puede perdonarse a sí mismo, es una necesidad que tiene que venir de afuera. Es imposible el perdón a sí mismo, si uno no se descubre perdonado primero. Tenemos nostalgia de reconciliación, tenemos una anhelo muy grande de decirle que «Sí» a Dios y descubrir el «Sí» que Dios nos dice a nosotros formando una nueva y hermosa amistad. Es un anhelo que no se cumple por nuestras propias fuerzas, sino que se eleva como pregunta esperando la respuesta amorosa del Buen Dios. Por eso, qué bueno que no tengamos todo calculado y que necesitemos de Otro para vivir. Ante la muerte, somos frágiles y dependientes, todas nuestras construcciones vanas caen por su propio peso y todo el amor obrado sale a luz con un peso que ante Dios no tiene medida. Es bueno ser dependientes y no solo en el momento que nos vamos sino siempre. Es necesario reconocernos siempre cargados por Dios.

3. Me llama la atención, el último pensamiento que tuvo Eric. «Morir no da miedo, nos preparamos para ello en toda nuestra vida». Me pareció un pensamiento muy cristiano y, por lo tanto, muy humano. Si estamos con Cristo, ¿a qué temer? La vida humana, gracias a Él que nos abrió las puertas del cielo siendo Hombre, es eterna. Anhelamos la eternidad, tenemos sed de cielo y eso llena de sentido nuestra vida: nuestro ayer, hoy y mañana. El morir es un paso hacia la eternidad. ¿Cómo ya estás viviendo esa eternidad? ¿Estás listo para la muerte? Preguntas que pueden abrir a un diálogo muy largo… Porque esas preguntas se responden sin miedo cuando tenemos una mirada de fe de nuestra propia vida.

Dinámica

Una frase que me gustó mucho del Santo Padre Francisco, cuando alguien le preguntaba el porqué estaba tan expuesto con la gente. Si es que acaso no tenía miedo a lo que le pueda pasar. Él dijo: «Nadie muere a las vísperas». Me llamó mucho la atención esa frase, porque veía detrás una gran confianza, una mirada de fe de su historia y una inmensa valentía. Otro ángulo de esa frase me parece interesante también. Si no morimos hoy significa que hay Alguien que quiere que vivamos. A Eric se le dio la oportunidad de vivir y él lo ve como un regalo. ¿Nosotros vemos cada día como un regalo? ¿Cómo una oportunidad para ser mejores personas? En ese sentido, propongo la actividad apostólica. Imaginar, como propone Eric, que están en la misma situación del avión. ¿Qué pensarían? ¿Cómo cambiarían si sobreviven? ¿Están siendo las mejores personas que pueden ser?