

Frida, Ludvig y Anniken son tres jóvenes noruegos que siguen ávidamente las últimas tendencias de la moda, sus armarios están repletos de prendas, zapatos y maquillaje de las marcas de ropa más importantes del mundo. Por su fama en el medio, ellos fueron convocados a participar en una especie de reality, ideado por la ONG noruega “El futuro en nuestras manos”, producido y difundido por Aftenposten, uno de los diarios más importantes del país, en su sección de web TV.
Esta miniserie de cinco capítulos llamada: “Sweatshop, moda barata de la muerte”, llevará a estos tres blogueros a conocer la realidad de la industria textil de las grandes marcas y la forma de vida de los trabajadores en Camboya. Ellos convivirán con los empleados, experimentarán un día de trabajo en los talleres donde se elaboran las prendas e incluso aprenderán a sobrevivir con el sueldo que normalmente reciben en un día. El conocimiento de esta nueva forma de vida cambiará profundamente la visión que tienen de la realidad.
El video que les presentamos es el primer capítulo de la serie. Para ver la serie completa en español pueden entrar a este enlace.
Al inicio, cuando son llevados a la humilde casa de Sokty, una chica camboyana de 25 años, ellos se dan cuenta de la diferencia entre los lujos que tienen en sus casas en Noruega y la pobreza de la habitación de esta mujer que duerme en el piso, tiene una cocineta y lo mínimo necesario para cubrir todas sus necesidades. Sin embrago se muestran reacios a aceptar que la vida de Sokty es mucho más difícil que la que ellos han tenido siempre. A pesar de ello, se sorprenden al saber que esta joven trabaja 7 días a la semana, 12 horas y el domingo 8, con una paga de $130 dólares mensuales.
Luego deben trabajar en una fábrica textil todo el día y frente a esto se muestran realmente agotados e indignados. Con el trabajo que hicieron en la fábrica, ganaron apenas $3 cada uno y ahora tienen el reto de vivir cada día con esa mínima suma de dinero.
Mientras están en la capital camboyana, hay una manifestación de trabajadores textiles que piden que les suban su sueldo y conocen a Siang Yot, un activista que defiende la causa con pasión y aunque la policía los golpeó hasta que se desmayaran, él dice: “Me han amenazado de muerte pero no tengo miedo. Debemos comprometernos mucho y a menudo, tenemos que luchar con el corazón. No importa lo duras que se pongan las cosas, debemos continuar nuestra lucha. Y un día nuestro trabajo será recompensado”. Esto les demuestra que la injusticia y la indignación generan valentía y que la esperanza nunca se acaba, pues hay gente dispuesta a dar su vida con tal de que se mejoren las condiciones de vida de sus familias y sus compatriotas. Lo único que ellos reclaman es un sueldo de $160, suma que no significa nada en Noruega (eso es lo que cuesta cualquier chaqueta en una tienda de ropa).
El último momento y quizás el más impactante es cuando visitan un centro de ayuda para trabajadores textiles. Es ahí cuando, después de conversar con trabajadores que no han podido cumplir sus sueños de estudiar o que sus familiares han fallecido porque no tenían qué comer, explotan. Anniken, de 17 años y una de las blogueras más seguidas en Noruega, confiesa con lágrimas en sus ojos: “Sentada en mi cama en Noruega oía sobre todos los que están sufriendo… He pensado muchas veces que hay muchas personas innecesarias en el mundo debido a que de alguna manera no son nadie, no hacen nada a lo largo de su vida. Y cuando empiezas a entrevistar a una persona, ves que ella vale exactamente lo mismo que valgo yo.”
Frida, de 19, también está muy golpeada y le impresiona que una de las trabajadoras le haya dicho que era bueno solo que hayan ido a escucharla: “Lloraba porque mostrábamos interés por su situación. He tenido que agarrarle la mano en agradecimiento por haber podido estar allí y conocer su historia.” La indiferencia inicial de estos jóvenes es la que nos caracteriza a nosotros hoy en día que siempre vamos apurados y enfrascados en nuestros asuntos, sin prestar atención a lo que pasa a nuestro alrededor, sin que importe si alguien más se está muriendo o no tiene qué comer.
Después de toda la experiencia, Anniken ya no piensa que alguien debe estar acostumbrado a vivir así, ahora se pregunta: “¿Qué clase de vida es esa?” Después de escuchar el testimonio de una chica dice entre sollozos: “Si esa chica de 19 años fuese yo, me habría rendido. Yo no hubiera tenido fuerzas para levantarme cada mañana a trabajar y luego darle todo el dinero a mi padre para que alimente a mis hermanos. Yo no habría tenido ni si quiera motivación para levantarme”. Muchas veces buscamos motivación para hacer cosas mínimas, mientras que otros hacen los mayores esfuerzos simplemente por sobrevivir. “Nunca podremos solucionarlo todo o hacer algo con un problema mundial. Pero en realidad no es tanto lo que piden. Un sueldo un poco más alto, mejores sillas y un poco de ventiladores en el techo de una fábrica. Hay que seguir adelante hasta conseguirlo.” Cuando están regresando a casa deciden: “Nuestra responsabilidad ahora es tratar de influir en los demás en Noruega”.
Talvez Anniken, Ludvig y Frida no pertenecen a ninguna religión ni sus familias les impartieron valores morales, pero todo lo que vieron y vivieron les hizo despertar. Imágenes tan distintas a las de su cotidianidad y alejadas de su comodidad, les impulsaron a hacer activismo en favor de estos trabajadores y en contra de las injusticias de las multinacionales que producen ropa y accesorios, ganando millones por ello.
El pensamiento que tenían los tres blogueros al inicio de la serie y que al final de la experiencia se cae por completo para ser reemplazado por una lucha en favor de la dignidad humana es el tema central de análisis y aquello a lo que nos invita el Papa Francisco:
«Luchar contra ese movimiento que lleva a la humanidad a que piense que una persona es un objeto que se usa y se tira. (…) Estamos ciertamente en una época donde la persona humana es usada como objeto y termina siendo material de descarte. A los ojos de Dios no hay material de descarte, hay solo dignidad» (Papa Francisco: Simposio de jóvenes contra la prostitución y la trata de personas).
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