

Cuando veo este tipo de videos no dejo de pensar que el hombre es un ser espiritual. Sin embargo lo interesante del asunto es explicarle esto a otra persona. Creo que para hacerlo no hay que enfocarse en todas las cosas que se hacen en el video sino en el porqué se hacen. ¿Por qué el hombre no puede conformarse simplemente con correr una ola, escalar una montaña o hacer un buen salto en bicicleta? ¿Por qué siempre vamos y anhelamos lo más perfecto? La ola más grande, la montaña más alta, el salto más espectacular. Si el hombre fuera únicamente material biológico organizado, esta pregunta no tendría respuesta ya que todos estos actos no hacen otra cosa que negar manifiestamente el instinto de supervivencia. ¡por Dios! Lo único que está en juego es la propia vida. Por otro lado a ningún animal jamás se le han ocurrido semejantes hazañas. ¿o alguien ha visto alguna vez un perro tratando de volar? (Por su cuenta, digo. Los niños a veces pueden ser un poco crueles). El hecho es que en la naturaleza los seres aceptan sus límites. ¿Por qué este bendito ser humano no lo hace? ¿Que misterio se esconde entre los pliegues de ese «revoltijo de cuerdas y tendones»?
No quiero y no creo que este video pueda ser una prueba definitiva de la espiritualidad del hombre, pero si nos abre una puerta y una duda: si los seres en la naturaleza no van más allá de sus límites y la naturaleza fundamentalmente es armonía, el hombre aparece como un error en este escenario. A menos que… efectivamente ese anhelo de grandeza y de auto-trascendencia nos hable de unos límites distintos a los del mundo natural. Tal vez todos estos «records» y piruetas fantásticas no sean otra cosa que un grito espiritual del hombre que anhela encontrar sus auténticos límites. Un grito por alcanzar su lugar en la existencia. ¿Tú que piensas?
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Buenísimo!
Buenísimo, definitivamente expresa el anhelo de infiníto, de «algo más» que el homabre siempre ha buscado y que demuestra que esos «límites» que tantas veces nos ponemos, simplemente nos reducen a lo que no somos. Que valioso ser Persona y encontrar esa respuesta, esa explicación a nuestra mismidad, que a veces parece ser sólo ignorada!
Recuerden que estos hombres son profesionales, tienen de su lado el know how que reduce la incertidumbre sobre el riesgo, y claro está, no lo hacen esperando que el azar este de su lado aunque asumen el riesgo. Es natural que cuando algo te apasiona no se pueda simplemente dejar, mantenerlo en un nivel determinado es imposible porque empieza a resultar aburrido teniendo la capacidad para ir más allá. La trascendencia es una cualidad humana y el ser humano posee en su esencia algo más que cualquier otro ser en la naturaleza pero esto no implica la existencia de un fenómeno espiritual… la causas pueden ser muy diversas.. las explicaciones infinitas.
Todo riesgo supone un cuestionamiento. Cuando el riesgo es buscado activamente se añade, además, la puesta en límite de la propia persona: es una muestra más de la pulsión vital en la que consiste nuestra existencia humana. No quiero hacer juicios acerca de cómo el joven del vídeo, al arriesgar en grado extremo su vida, está atentando o no contra el ‘no matarás’, que comienza por uno mismo, pero admito que es ciertamente una cuestión moral interesante e ineludible que, por otra parte, me parece percibir entre líneas en las palabras del presente artículo. Sí voy a decir que en el caso de la búsqueda de las fronteras de la resistencia física, como sucede en el deporte, el ser humano también manifiesta racionalidad e ímpetu, deseo de búsqueda y ánimo por luchar contra los elementos, pero, sobre todo, ‘contra’ sí mismo: hasta dónde puedo llegar, cuál es mi tope, mi límite, dónde me puedo superar. Este cúmulo de deseos nos puede confundir, obviamente, y eso creo que es lo que sucede cuando ponemos nuestra vida en juego dentro de situaciones que, vistas desde fuera, parecen rozar el absurdo. Cosas parecidas rondan nuestra cabeza al ver el vídeo, creo yo. Con todo, me gustaría insistir en ese carácter tan humano: el de alcanzar otras cotas, el de admirarse desde nuevas cumbres. El mono no pondrá su bandera en el pico del Everest. No tiene afanes. La existencia humana sí supone un cuestionamiento y una confrontación más o menos beligerante con la naturaleza (pienso en la ‘phýsis’ griega). Creo que es ahí donde ha de ponerse el acento: en la pregunta contenida en nuestros numerosos porqués. Quizá por eso me sorprenda más la extraña semejanza que algunos tienen con las amebas, apoltronados en sus sofás y pegados a sus televisores, que las manos callosas de nuestro joven escalador.
Un saludo cordial.