celine dion andrea bocelli theprayer
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[dropcap]E[/dropcap]n el post de hoy les presentamos una canción interpretada por Celine Dion y Andrea Bocelli: The Prayer. La letra de la canción fue escrita por David Foster y Carol Bayer Sager en 1998 para la película animada “Quest for Camelot”. Fue ganadora de un Globo de Oro como Mejor Canción Original y nominada el mismo año por la misma categoría a los Premios Oscar. Sin embargo, esta canción es más conocida por el dueto que nos presentan Celine Dion y Andrea Bocelli.

Tengo que admitir que cuando escuché esta canción por primera vez me conmovió muchísimo y me recordó una frase de una de mis santas favoritas:

«Para mí, la oración es un impulso del corazón, una simple mirada dirigida al cielo, un grito de agradecimiento y de amor, tanto en medio del sufrimiento como en medio de la alegría. En una palabra es algo grande, algo sobrenatural que me dilata el alma y me une a Jesús.» (Santa Teresita del Niño Jesús)

¿Por qué recordé de esta frase? Porque creo que esta canción es un ejemplo clave que la oración hacia Dios no deben ser necesariamente un poema pensado con palabras muy experimentadas o con una dedicatoria en especial; sino que, la oración es algo que brota naturalmente del corazón del hombre, brota como una necesidad de hablar con Dios, de estar con Él. Si somos sinceros con nosotros mismos y vemos al fondo de nuestro interior nos podremos dar cuenta que nos falta algo y ese algo no es una cosa superflua. Más bien nos damos cuenta que se trata de una realidad que si la tenemos saciaría nuestras ganas de infinito y nuestras ganas de ser felices.

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A la luz de la fe esta condición que experimenta todo ser humano se la conoce como hambre de Dios; y es que Dios al crearnos dejó una huella en cada uno de nosotros para que encontrándolo podamos darle sentido a nuestra vida. Por eso el Catecismo nos explica:

“El deseo de Dios está inscrito en el corazón del hombre, porque el hombre ha sido creado por Dios y para Dios; y Dios no cesa de atraer al hombre hacia sí, y sólo en Dios encontrará el hombre la verdad y la dicha que no cesa de buscar” (n. 27)

Por eso, la oración es un medio donde se concreta la relación entre Dios y el ser humano porque se convierte en un diálogo de amor que permite entrar a la persona en contacto con Dios para que pueda habitar en su corazón. Es como un diálogo que buscamos con nuestros amigos cuando no sabemos qué hacer o qué camino seguir. De igual forma podemos hacerlo con Dios cuando rezamos porque solo a través de la oración es como iremos descubriendo cada vez más la luz de la fe y fortaleciéndola junto al Señor Jesús. Es esa luz la que guiará nuestro camino en medio de la alegría y el sufrimiento, la que “nos mantendrá a salvo” como explica una parte de la canción.

La encíclica Lumen Fidei nos hace énfasis en este tema:

“En la fe, don de Dios, virtud sobrenatural infusa por él, reconocemos que se nos ha dado un gran Amor, que se nos ha dirigido una Palabra buena, y que, si acogemos esta Palabra, que es Jesucristo, Palabra encarnada, el Espíritu Santo nos transforma, ilumina nuestro camino hacia el futuro, y da alas a nuestra esperanza para recorrerlo con alegría”. (Lumen Fidei n. 7)

Por eso si logramos tener durante el día espacios de encuentro con Dios, podremos estar en constante contacto con Él transformando todas nuestras actividades en una oración. Pues sin oración, sin diálogo con Dios nuestro ser está incompleto de algo esencial para nuestra existencia y felicidad.