la anunciación

La Anunciación a la Virgen es una de las fiestas marianas de más importancia. Tal vez te puede parecer extraño que celebremos esta fiesta mariana en pleno tiempo de Cuaresma, cuando nos acercamos a Semana Santa. ¡A continuación te lo iré explicando!

Empecemos por leer este pasaje del Evangelio:

«El Ángel le dijo “no temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios, vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo (…). Dijo María: He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra» (Lc 1,30-32,38). 

Algunos datos sobre la Anunciación

  • La palabra «Anunciación» proviene del latín «annuntiatio», que significa «anuncio». Este término se refiere al anuncio que el ángel Gabriel le hizo a María sobre la Divina Concepción.
  • En la iconografía cristiana, el ángel Gabriel suele ser representado con alas y un lirio en la mano. El lirio simboliza la pureza y la virginidad de María.
  • Gracias al «sí» de María, Dios tomó carne, mostró su rostro y caminó entre nosotros. 
  • Celebramos la Anunciación en esta fecha debido a que desde el 25 de marzo se calculan 9 meses para la Navidad. 
  • Un 25 de marzo la Virgen María le dijo a santa Bernardita «yo soy la Inmaculada Concepción». 
  • La Anunciación es una de las escenas más representadas en el arte cristiano. Desde el siglo IV, los artistas han plasmado esta escena en pinturas y esculturas.

La Anunciación nos habla de un «sí» que nos ha traído la vida

la anunciación

Quedémonos por unos momentos con el texto que te compartí antes. Seguramente, el ángel habló a María mientras Ella estaba en oración.

Ella es la Inmaculada Concepción, en Ella no existe rastro de pecado. Es la plena de gracia, la desbordante de gracia. Aun así, toda la creación estaba a la espera de la respuesta de María.

Ella, libremente, aceptó el plan de Dios. Haciéndolo, Dios tomó rostro. Se hizo uno de nosotros en todo, menos en el pecado. 

La libertad del «sí» de María

María fue preparada, desde antes de nacer, para el plan que Dios tenía para Ella y, en Ella, para toda la humanidad. María nació sin rastro de pecado y toda su vida estuvo encaminada hacia el encuentro con Dios.

Nos podríamos preguntar «entonces, ¿no fue libre?». Te respondo que no hay creatura humana más libre que María.

En Ella no hubo rastro de pecado y recordemos que el pecado es la corrupción del bien que ha creado Dios. Por el pecado, cada uno de nosotros muere; se aleja de la vida de Dios y pierde la libertad, que es la capacidad de la persona de elegir el bien, que lo lleva a ser quien está llamado a ser.

Ella siempre fue libre porque siempre hizo el bien. Eligió siempre, sobre todas las cosas, amar y servir a Dios. 

Lo que no se asume no se redime 

Jesucristo — verdadero Dios y verdadero hombre — se encarnó de María, la Virgen, para el perdón de nuestros pecados. Para asumir nuestra carne, nuestra historia y redimirnos. Para abrir las puertas del Cielo que por nuestro pecado se habían cerrado.

En la fiesta de la Anunciación recordamos y celebramos el «sí» que nos ha traído la redención. El «sí» que ha abierto las puertas del Cielo, el «sí» con el que Dios mismo ha entrado a este mundo para asumir todo lo que estaba muerto por el pecado. 

Celebremos este día dando gracias a Dios por su amor, por su infinita misericordia, porque siendo nosotros débiles y pecadores, tenemos un Dios que está loco de amor por nosotros. Él desea encontrarse con nosotros y nos ha marcado el camino de regreso a nuestra casa, para compartir con Él toda la eternidad.