«Kitbull» es un corto animado de Pixar protagonizado por un pequeño gato callejero y un pitbull. Ambos tienen en común más de lo que se imaginan, pero solo llegan a descubrirlo tras dejar al descubierto sus heridas, no solo físicas sino emocionales.

Es un hermoso video con el que podemos sentirnos identificados. Pixar hace un gran trabajo al reflejar en esta pieza audiovisual, el significado del dolor, la tristeza, la incomprensión, la soledad y el miedo. Pero también el valor de la amistad y el poder del amor. Este es sin duda un recurso que puede ayudarnos a hablar sobre las heridas que aún no han sanado.

El dolor puede convertirnos en personas agresivas

En ocasiones no entendemos por qué algunas personas reaccionan de manera tan agresiva cuando intentamos ayudarlas. Pero lo que no sabemos es qué tan profundas son sus heridas. Actuamos como el pequeño gato de este corto, siempre a la defensiva, con las uñas afuera y la mirada desafiante. Esperamos lo peor, y la idea de que otra persona se acerque hacia nosotros con buenas intenciones, puede parecernos simplemente descabellada.

La interacción de estos dos personajes nace de la soledad que ambos comparten. El gato en su frágil caja de cartón y el perro encadenado a una triste jaula. Ninguno tiene un dueño que le brinde amor y cariño, ninguno cuenta con la seguridad o la compañía de otro. Pero ambos añoran con ilusión sentirse amados y protegidos. ¿Esto no es lo que muchos deseamos también?

El dolor nos aterra a todos pero también nos nubla la vista

Es cierto, probablemente a nadie le gusta tener heridas abiertas, sentirse triste, aislado o incomprendido. Hacemos todo lo posible por evitar caer en situaciones que nos puedan causar cualquier tipo de dolor, aunque es inevitable no experimentarlo a lo largo de la vida. Y finalmente es cierto, el dolor nos hace más fuertes, nos ayuda a ver el mundo con otros ojos. Nos permite salir de nuestra zona de confort, nos da la posibilidad de reconocer la fragilidad del otro y aumenta nuestro deseo de querer mitigarlo. Porque sabemos cómo se siente y entendemos que no es fácil estar allí.

Esto es lo que ocurre cuando el gatito se da cuenta que el dolor también le ha robado la esperanza y la alegría a su único amigo. Y lo que hace este pequeño felino, es lo que todos deberíamos hacer, acercarnos aunque también tengamos miedo, a consolar al que sufre, a curar las heridas en silencio, a brindar con amor nuestra compañía, a mirar con el alma conmovida. Porque al final en esto se resume el amor, en las pequeñas muestras de esfuerzo y cariño que le damos a los demás.

También digo que el dolor nubla la mirada. Porque cuando estamos llenos de él, creemos que solo nosotros sufrimos, que somos los únicos que pasamos por un mal momento, los únicos que andan por la vida con el corazón hecho añicos. Se nos olvida mirar al otro, tal vez a los que están más cerca de nosotros, ignoramos el sufrimiento por el que muchos atraviesan, porque el dolor puede llegar a dejarnos ciegos.

Abracemos al que sufre, esforcémonos por ayudar a otros cuando también nosotros experimentamos dolor. Compartamos nuestra tristeza y nuestro miedo, porque todo lo que hagas por tu pareja, tus amigos, tus hijos, tus alumnos o quien sea, Dios lo hará por ti con creces.