En este rincón del planeta, Sudamérica, estamos en plenas vacaciones de verano. Es un momento para descansar, recargar las pilas y así, poder volver renovados al colegio, la facultad o el trabajo. No obstante, me parece prudente recordar que un cristiano coherente debe examinar si aprovecha el tiempo.

Como decía un santo: «Estar ocioso es algo que no se comprende en un varón con alma de apóstol». Esto es así porque lo que nos llevará a la santidad es la santificación de nuestras tareas ordinarias, hechas con cariño y ejercitando al mismo tiempo virtudes.

Ojo, ¡claro que el descanso también se puede santificar! Pero descansar no es hacer nada, no es vegetar bajo el sol junto a la pileta durante todo el día o dormir 20 horas de seguido. Descansar es, como decía san Josemaría, «distraernos en actividades que exigen menos esfuerzo». Ocupar el tiempo con actividades buenas, relajantes, pero que también nos ayuden en la edificación de nuestra vida interior.

Podrás preguntarte cómo hacer compatible entonces el descanso y el aprovechamiento del tiempo. Pensarás que esto que te propongo no suena a diversión. Pero para demostrarte lo contrario, hice un listado de algunos ejemplos de cómo vivir plenamente las vacaciones, sin desperdiciar tiempo.

1. Dormir un poco más

Las vacaciones son un periodo idóneo para recuperar las horas de sueño que (a la gran mayoría), el trabajo o el estudio les roba. Podemos aprovechar estos días para dormir más tiempo, pero esto no significa dormir hasta el mediodía o hasta la hora de la merienda.

Sugiero ponerse un horario en el que uno se acueste a una hora prudente y, luego de 8, 9 o 10 horas, pueda levantarse también a una hora adecuada. De manera que no se desperdicie todo el día durmiendo. Por ejemplo, si uno se acuesta a las 10:00 pm, puede levantarse a las 8:00 am, o si se acuesta a las 11:00 pm, puede levantarse a las 9:00 am.

¿Ves? ¡Son diez horas de sueño! Y aún así, queda todo el día por delante.

2. Formarse

Pensar en aprender un idioma o ejecutar un instrumento me parece un poco utópico. Puesto que son actividades que requieren una dedicación de varios años. Pero se me ocurrió que, en dos o tres meses sí se pueden encontrar talleres, cursos breves, conferencias presenciales u online, lo cual no tomará más de unos días. Y en ese tiempo, se podrá aprender algo nuevo.

3. Ver buenas películas

O quizás alguna serie que hayas reservado para las vacaciones. En este enlace te comparto algunas películas que tal vez te puedan interesar. Claro que me parece mejor ver una película por semana, o un episodio por día, en lugar de hacer una maratón de Netflix desde las 6:00 pm hasta las 6:00 am, por ejemplo.

Recuerda, ¡la templanza es una virtud! Y además, considero que, si hacemos las cosas con mesura, las disfrutaremos más. En cambio, cuando exageramos, es más fácil caer en el aburrimiento o en quedarse con un gusto amargo.

4. Reactivar la vida social

A veces, el trabajo o el estudio nos obligan a poner en pausa parte de la vida social. Estoy segura de que hay amigos o compañeros a quienes hace rato no ves. Es una buena oportunidad para contactarlos, organizar una merienda, una cena o buscar algún espacio para ver en qué andan y ponerse al día.

5. No te tomes vacaciones de Dios

Este tiempo no tiene por qué significar una pausa a tu plan de vida, al tiempo de oración al que estás acostumbrado. Muy por el contrario, puedes aprovechar que tienes más tiempo y rezar con más tranquilidad.

Quizás el trabajo o la universidad te obligan a tener que rezar en un bus, o rezas el Rosario por la calle, lo cual no está mal, pero en estos meses podrías rezar en una capilla o iglesia, frente al Santísimo, con más calma. También me parece una buena idea no ir solo los domingos a misa, sino aprovechar e ir algún otro día entre semana.

No es una pérdida de tiempo, al contrario, estoy segura de que Él te compensará por el tiempo que pases a su lado.

6. Ayuda social

Me parece que es un buen momento para (solos o acompañados) hacer alguna visita a enfermos, ancianos o a quienes lo necesiten, ¡Las obras de misericordia que podemos hacer son muchas! Sería genial poder organizarnos con algunos amigos para llevar un poco de alegría a quienes están solos.

¿Qué opinas de hacer una colecta de juguetes y llevarlos a niños de escasos recursos? Esta es una acatividad muy linda que no solo podemos hacer en Navidad. ¿O juntar víveres y repartir a familias pobres? ¿O preparar algún mini musical para entretener a personas internadas en un hospital?

Siempre podemos ayudar, sin importar la época en la que nos encontremos.

7. Manualidades

No es algo solo para niños, estoy segura de que hay al menos un hobby que puedes practicar, como crochet, modelado de cerámica, pintura… esto no solo es relajante, sino que además, es sumamente satisfactorio verse capaz de producir algo que luego lucirá como decoración o que se podrá regalar a algún ser querido.

8. Limpiar

Quizás no suene divertido, pero es cierto que durante el año, muchas veces, uno apenas tiene tiempo de hacer la cama. Ahora es momento de mover los muebles, organizar libros, redecorar… hacer una limpieza profunda y necesaria.

Quizás podrías vaciar los roperos y ver si hay ropa que puedas donar, y ahí tendrás material para concretar la sugerencia número seis.

9. Leer

Sería bueno tomar la costumbre de leer al menos unos minutos durante el día, pero muchas veces el trajín diario nos lleva a priorizar otras cosas. ¡Este es un buen tiempo para leer alguno de los libros que has apilado en tu mesita de luz, con el propósito de leer más tarde!

Te comparto 5 libros para escuchar a Dios cuando parece que todo va mal, 10 libros para conocer y amar más a María y 5 libros de gran ayuda para el crecimiento espiritual.

10. Ejercicio

Puedes caminar, trotar o reunirte con amigos para practicar un deporte. Dicen que es sumamente relajante, y digo «dicen» porque sobre esto no puedo opinar mucho, el ejercicio no es algo que me emocione. Aunque no lo hago con frecuencia, sé que los resultados son muy buenos y que también son beneficiosos para tu salud.

11. Consultas médicas

Otro punto que no suena divertido, pero es algo práctico. Puedes aprovechar que no tienes que pedir permiso en la oficina o faltar a la facultad para hacerte los chequeos anuales necesarios. ¿Llegó a tu mente esa cita médica pendiente? ¡Pídela y no la dejes para después!

12. Turismo interno

Quizá haya lugares en tu propia ciudad que no conozcas, ¡ahora tienes el tiempo para hacer un mini viaje! Ve a esos lugares que siempre mencionas pero a los que nunca vas por falta de tiempo. Llama a tus amigos e invítalos a unirse al plan.

13. Culminar proyectos pendientes

Ya sea cocinar y probar recetas nuevas, pintar, escribir, avanzar con la tesis, sacar fotos… quizás hay alguna actividad de la cual pensaste durante el año «cuando tenga tiempo…». ¡Ahora lo tienes!

Retomando el tema de la importancia para un cristiano de aprovechar el tiempo, me puse a pensar mientras hacia esta lista que, humana y no solo sobrenaturalmente, es mucho mejor hacer un poco de todo. Esto con el objetivo de  que al volver a la rutina no nos arrepintamos de haber desperdiciado el tiempo y la oportunidad de hacer algo que nos hubiera gustado hacer… y postergar este deseo un año más.

Me imagino que sentirás más satisfacción contando todo lo que hiciste en tus días de descanso, que diciendo «nada», cuando te pregunten qué hiciste en tus vacaciones. Estas son solo algunas ideas, estoy segura de que podrías dar con muchas más. ¡Cuéntanos en los comentarios qué otras cosas haces en tus vacaciones!