Hace unos años atrás vi este video y me pareció tan divertido y, por supuesto, muy real. Hoy por hoy, parece que ya no es tan simple. Nos tienen un poco confundidos con esto de hombre/mujer, masculino/femenino, de que si somos iguales o no, si es que esto verdaderamente existe o es un simple constructo social, como varios han empezado a afirmar.

Si nos pusiéramos a comparar dos imágenes, dos desnudos, de un hombre y una mujer y los comparáramos buscando sus similitudes y diferencias, no nos tomaría más de 5 minutos llegar a la conclusión de que somos similares en cuanto a que somos seres humanos y tenemos una estructura corporal similar (ojos, boca, oídos, pulmones, corazón, etc). Pero a simple vista van a salir grandes diferencias: primero las más evidentes como los genitales, las mamas, los contornos de las caderas, y luego las no tan evidentes como el rostro delicado de la mujer, los rasgos más toscos del hombre etc.



Y así, con un pequeño ejercicio rápido y simple, hemos podido llegar a la conclusión (casi evidente) de que la fisonomía de un hombre no es igual a la fisonomía de una mujer, y podríamos afirmar a priori que hombres y mujeres definitivamente no somos iguales. Así desbaratamos cualquier teoría que nos diga lo contrario. Pero, parece que esto no es tan simple. Venimos escuchando que somos iguales o incluso que podemos decidir nuestra sexualidad. Ante teorías tan opuestas desde hace ya varios años los estudios sobre la identidad del hombre y de la mujer van cobrando cada vez mayor importancia. Repasemos algunas de las conclusiones claves de estos estudios. 

1. El cuerpo del hombre es distinto al de la mujer desde el vientre materno

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Más allá de los cromosomas XX y XY, se ha  descubierto que hay un gen específico y responsable directo de las características masculinas, el gen SRY. Citando a José Ma. Mora Montes, neurólogo y psiquiatra: «Tras el nacimiento y durante el desarrollo muchos de estos genes se muestran sensibles a experiencias externas, dieta, situación social y cultura. El proceso de la masculinización en su totalidad psicofísica, no es simple en lo absoluto, intervienen muchos genes, hormonas, educación, factores ambientales y en última instancia y como gen principal del que parte todo el proceso el gen SRY»

2. Los cerebros son distintos

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Nuestros cerebros son físicamente distintos. Cito al neurólogo Hugo Liaño:

[dropcap]«E[/dropcap]l cerebro masculino está más lateralizado que el femenino, tiene más definido el hemisferio izquierdo para el lenguaje y la preferencia manual, y el hemisferio derecho para el procesamiento visuo-espacial. Por eso en él, la parte posterior de la cisura de Silvio o área parieto-temporal posterior es mayor en el lado izquierdo que en el derecho y tiene el istmo del cuerpo calloso más delgado que el de la mujer, debido a que existe un contingente menor de fibras conectando las áreas cerebrales citadas. El cerebro femenino es más simétrico, sus dos hemisferios están más conectados y menos especializados en lo verbal uno y en lo visuo- espacial el otro. Por eso tiene menos desarrollada la parte posterior de la cisura silviana izquierda y es más grueso el istmo del cuerpo calloso (…) El lenguaje en el cerebro masculino escasea de las matizaciones y complementos aportados por el otro hemisferio cerebral. Sin embargo, el hemisferio derecho está más especializado en las tareas visuo-espaciales y el izquierdo en las verbales. En las mujeres se cumple aquella deducción ya antigüa de Lansdell, según la cual sus hemisferios cerebrales se dedican de forma menos específica a las dos tareas, la verbal y la no verbal”. Abreviando el lenguaje técnico, nuestros cerebros son distintos»

3. Los juegos, innatos, sin ninguna influencia externa son distintos en los niños y en las niñas

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Personalmente hice un experimento con mis dos hijos. A mí nunca me gustó el rosado (siempre pensé que era algo forzado… en realidad empecé a pensar eso en la adolescencia porque de niña me encantaba… aunque más el morado que el rosado, pero bueno, se parecen). Entonces me esforcé porque mi hija no tuviera nada rosado y juré que nunca le iba a comprar una Barbie. Y con mi segundo hijo, pobre, no le compré juguetes de “niño” cuando nació y guardé todos los que le regalaron para cuando sea más grande. Ellos se llevan un año de diferencia, y para mi sorpresa, mi hija siempre prefirió jugar con sus muñequitas. Cuando veía cosas rosadas en el parque se las quería llevar a casa, ¡y gran pataleta que hacía!, y mi hijo que no tenía juguetes de niño, destrozó – literalmente – los dos cochecitos de bebé de su hermanita y se apoderó de todo lo que tuviera llantas. Esta característica sobre las inclinaciones masculinas y femeninas es innata, la han probado con humanos, ratas, monos, y el resultado hasta el momento es el mismo (como lo muestra el estudio hecho por Gerianne Alexander, de la Universidad de Texas, junto a Melissa Hines, de la Universidad de Londres en el año 2003). Pareciera pues que venimos diseñados para operar de manera distinta. Y esa forma de operar tiene que ver con las capacidades naturales que tiene el cuerpo del hombre y el cuerpo de la mujer. 

4. Las mujeres se identifican más con su cuerpo

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Sí, hay una razón por la que nos fijamos más en nuestro aspecto personal. No es casualidad, no es sólo producto de las modas y las marcas. El cuerpo de la mujeres está diseñado para recibir y acoger. Por naturaleza es más débil y menos atlético (de hecho tiene más grasa) que el de un hombre. Podríamos decir que hasta se encuentra un poco más desprotegido. Y esta preocupación por el cuerpo y la imagen que tiene la mujer pareciera que tiene que ver con esto. «La mujer debe volcarse más sobre su corporeidad para protegerla que el varón sobre la suya» y esto indica que «El cuerpo de la mujer está, por así decir, más unido a su persona, que el de varón a la suya. Por eso la mujer tienda a juzgar las realidades sensibles más en relación con su cuerpo que el varón» [1] Las mujeres somos intuitivas, más centradas en el conocimiento personal, por lo tanto somos más empáticas, esto también tiene su lado oscuro, podemos ser más crueles.

El cuerpo del varón es más fuerte, más capaz de hacer esfuerzos físicos, de trabajos duros. Cómo su cuerpo es fuerte, a él no le importa mucho su aspecto, el sale a aportar. Pareciera que está diseñado para la lucha, para construir, para negociar, para salir a defender (casi con el ataque). Él es más teórico, más objetivo, científico, constructor, especializado, etc. Es como si el hombre conociera más las cosas y las mujeres más a las personas.

Esto no quiere decir que las características del sexo masculino, no estén presentes en las mujeres y viceversa. Quiere decir que se presentan con mayor énfasis.

5. Las formas de comunicarnos son distintas

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La mujer habla rápido, mucho y de distintos temas a la vez. El hombre es más pausado y no necesita hablar tanto, es práctico, de hecho encuentra satisfacción en el silencio y toca un tema a la vez. Está demostrado que la mujer utiliza las neuronas de ambos hemisferios en actividades como hablar y leer. Esto permite que ellas perciban mayores sutilezas dentro de la comunicación directa con otros. Las mujeres “leen”, además del mensaje literal, gestos, tonos de voz, posturas, etc. Por lo tanto la interpretación que hacen abarca tanto el mensaje como la intensión. Debido a que ambos hemisferios están en constante interrelación la velocidad con la que hablan también se ve influenciada, haciéndola superior en las mujeres. Ellas hablan mucho más rápido.

6. ¡Los movimientos corporales son distintos!

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Las mujeres somos más delicadas y suaves, los hombres son más rudos y firmes. El cuerpo del varón está más capacitado para realizar movimientos que impliquen firmeza y fuerza, su tono muscular naturalmente es mayor que el de la mujer. Esto principalmente a causa de la testosterona. Esta hormona es la responsable no solo de la consistencia del tono muscular sino también de una serie de características que incluyen la inhibición de la oxitocina, hormona del apego y delicadeza.

7. La forma de conquista, enamoramiento y la afectividad funciona de diferente manera

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El hombre es conquistador, directo, va al grano, son visuales, enamoran con las palabras y la primera impresión les entra por los ojos. Tienen la capacidad de poder desconectar (momentáneamente) lo sexual de lo afectivo. Valoran a partir del esfuerzo y del trabajo. Por otra parte las mujeres  necesitan tiempo, conocimiento, ternura, paciencia, palabras, sentirse admirada y valorada por lo que es. Una mujer se fijará mucho más en las acciones que en el concepto de “belleza” que tiene el hombre. La castidad y la abstinencia en la soltería tienen un propósito biológico y científico. Cuando las relaciones sexuales se adelantan al verdadero afecto y desarrollo del amor nos vuelven casi ciegos. Hormonas como la oxitocina influyen en nuestra actividad cerebral y no nos permiten ver con objetividad a la persona. Ya que la mujer está más relacionada con su cuerpo, las rupturas se hacen muy duras y las huellas muy profundas. Cuando una mujer tiene relaciones casuales el corazón se le va endureciendo, incluso amargando, empiezan a desconectarse de sí mismas. Mientras que en los hombres el estar (sexualmente) con una y otra chica los van haciendo inmunes a esta hormona y volviendo incapaces de comprometerse con relaciones duraderas.

Es real que compartimos una homogeneidad somática. Esto significa que nuestros cuerpos funcionan casi igual: todos tenemos corazón, extremidades, pulmones, etc. Por eso existe la medicina y las distintas especialidades, pero, ¡SOMOS DIFERENTES! Somos seres humanos, sí, compartimos una misma naturaleza, pero esta se expresa en dos modalidades distintas: varón y mujer.

Aquí hay algo de lo que casi nadie habla: la plenitud de ser humano no la realiza la mujer sola o el hombre solo, sino la unión de los dos. Es decir que si seguimos en la posición antagónica de decir que las mujeres somos iguales o mejores que los hombres, o que no los necesitamos, o, peor aún, que el hecho de nacer hombre o mujer no significa nada… ¡nos estamos perdiendo de la humanidad y de todas sus capacidades!

Somos complementarios, pero esta complementariedad no sólo se reduce a la ayuda mutua, sino que lo humano no existe sin lo femenino o sin lo masculino, necesita de los dos para existir.

Por lo tanto de qué igualdad estamos hablando, ciertamente de la igualdad en capacidades, oportunidades laborales, sociales, políticas, etc., pero incluso ahí no es tan simple esto de la igualdad, porque todas estas igualdades por las que se reclama tendrían que tener consigo el respeto y la consideración de las diferencias reales entre el hombre y la mujer. Por ejemplo: yo no hubiera abandonado la ingeniería si hubieran guarderías en las minas mientras salía al campo o me iba de viaje, o si la licencia por maternidad durara por lo menos 6 meses. Personalmente para mi fue muy duro dejar a mis hijos de 3 meses para regresar al trabajo y escuchar sus primeras palabras y ver sus primeros pasos a través de un Smartphone (!). Son esas las igualdades por las que se debe reclamar, mas no por las igualdades que sacrifiquen la femineidad o la masculinidad del ser humano.

El mundo necesita tanto de hombres como de mujeres, no somos antagonistas, somos complementarios en muchos aspectos.

La masculinidad tiene que ver con el cuerpo y la mente del hombre y la femineidad tiene que ver con el cuerpo y la mente de la mujer. Somos tan diferentes y nuestras diferencias están tan arraigadas a nuestro ser mujer y ser hombre que incluso las relaciones homosexuales son distintas entre los homosexuales hombres y los homosexuales mujeres. Tienen dinámicas distintas porque los hombres son distintos a las mujeres.

Reducir la sexualidad a la simple genitalidad, al acto sexual, a la atracción sexual, es cercenar a la persona humana, dejarla herida y reducirla a un simple uso, como el de las cosas. Es perdernos de su humanidad.

Y para terminar quisiera que nos quedemos con estas preguntas:

  •  ¿En qué aspectos, que no hemos tocado aquí, creen que somos complementarios hombres y mujeres?
  •  ¿Qué características del hombre me complementan como mujer y viceversa qué características de la mujer me complementan como hombre, es decir me hacen ser más humano?

[1] SELLES, J. (2006), ANTROPOLOGÍA PARA INCONFORMES, Navarra, Rialp, pp 325