Desde el inicio de los tiempos la lucha entre hombre y mujer parece no tener fin. Objetivamente hablando, la historia fue escrita por hombres en su mayoría, lo que no significa que la mujer no haya participado en ella, sino que prácticamente sufrió de invisibilidad para generaciones posteriores.

Grandes abusos fueron (y aún son) cometidos contra nosotras. Vivimos con resentimiento, amargura y tanta desconfianza dentro, que nos hemos vuelto incapaces de relacionarnos sanamente y esto nos pasa un factura muy alta. Con consecuencias íntimas no menores que afectan a la familia en su conjunto y por consiguiente, a toda la sociedad.

El video que hoy les presentamos es una producción de la fundación Authentic-Love (Berlín). Trae un mensaje digno de ser escuchado con detenimiento, tratando de dejar de lado el dolor y el resentimiento para darnos cuenta que como mujeres, no somos simples víctimas sin responsabilidad alguna. Me atrevo a decir que la forma en la que estamos presentándonos frente a los hombre hoy, no contribuye a conquistar la paz entre nosotros, sino más bien nos enfrenta a niveles más profundos aún.

La complementariedad entre hombre y mujer

Es un ámbito muy profundo y rico. No es que seamos simplemente compatibles, ni que encajemos como dos piezas de reloj. Juntos, reconciliados, aceptando y entendiendo nuestras diferencias somos «fecundos» a niveles tan hondos que hasta podemos crear nuevas vidas. Vidas destinadas a la grandeza de la eternidad.

Esta complementariedad entre hombre y mujer si bien se evidencia explícitamente en la vocación matrimonial, no quiere decir que no exista en otros ámbitos del desenvolvimiento humano. La complementariedad se vive en la amistad, en el trabajo en equipo, en el ámbito profesional y académico. Cuando hombres y mujeres trabajamos juntos el resultado siempre es grande.

Es muy triste ver lo que genera esta guerra que pareciera no tener fin. Mujeres que en lo más profundo de su corazón tienen el anhelo de un amor masculino que las ame por el resto de su vida. Que puedan confiarse enteras en él y al mismo tiempo estén completamente convencidas de que esto no existe. Por lo tanto viven una vida donde se resignan, no luchan, ni siquiera exigen y les levantan la valla…a sus propios hijos.

Por otro lado, hombres con el mismo anhelo de amor e incapaces de comprometerse y sacrificarse por el mismo. Hombres educados para consumir mujeres, hombres que si no cumplen las expectativas también se amargan la vida y viven en soledad.

Mientras no miremos la relación hombre-mujer como un lugar de encuentro y reconciliación, asumiendo la parte que a cada uno nos toca y trabajando juntos, ambos nos veremos afectados. Seguiremos vagando en esta tierra buscando un amor que muchas veces somos incapaces de ver o dar.

«Reflexionar sobre la complementariedad no es más que meditar sobre las armonías dinámicas que están en el centro de toda la Creación. Esta es la palabra clave: armonía. El Creador hizo todas las complementariedades para que el Espíritu Santo, que es el autor de la armonía, construya esta armonía». (Papa Francisco)