

Cada persona tiene una vocación particular, que se encamina a vivir la vocación al Amor, al que todos estamos llamados. Por el Día de San Valentín, preguntamos a los miembros del Equipo de Catholic Link: «¿Cómo vives tu vocación al Amor?», y ¡estas son sus historias!
Mientras te las contamos, aprovechamos y te contamos cómo se ven las historias de amor, cada una con sus diferentes matices… ¡muy diferentes – y mucho mejores – que las de las películas!



Todas las vocaciones son historias de amor…
Silvia Ordóñez
Cuando mi esposo y yo nos íbamos a casar, decidimos que queríamos imprimir en nuestras alianzas la frase «El amor todo lo vence».
A medida que pasa el tiempo, esa sencilla frase va cobrando cada vez más sentido. En los altos y bajos que hemos tenido que pasar juntos como pareja vamos renovando su significado. Y, mientras más logramos comprender la dimensión sobrenatural del matrimonio y el camino de santidad que es para los dos, la palabra «Amor» es cada vez más fundamental en nuestras vidas.
Algo muy importante para nosotros es el respeto y la confianza que hemos ido cultivando. Estamos conscientes de que no podríamos haberlo hecho sin contar con la gracia y el Amor de Dios que nos sostiene y hace que nuestro amor sea constantemente fortalecido.
Agustín Álvarez
En mi corto tiempo como esposo, puedo decir que la vocación al matrimonio se podría resumir en una palabra: «servicio». Por un lado, me esfuerzo por entregarme incondicionalmente a mi esposa y ayudarla en su camino hacia la santidad; esto al mismo tiempo me ayuda en mi propio crecimiento espiritual. Por otro lado, juntos compartimos nuestros dones y talentos para servir a los demás y así servir a Dios.
La idea de servicio es fundamental en nuestro matrimonio. Significa abandonar nuestra propia comodidad y egoísmo para concentrarnos en las necesidades del otro. Además, este enfoque también nos permite poner nuestra fe en acción, viviendo de acuerdo a los valores y enseñanzas cristianas. Juntos oramos y participamos en una comunidad de fe, fortaleciendo nuestra comunión espiritual.
En resumen, el servicio es la clave para un matrimonio fuerte y santo. Al salir de nosotros mismos y demostrar amor a través del servicio, podemos crear una relación duradera y profunda basada en el Amor.
Mabe Andrada
Aunque sea distinta a las historias que leemos o escuchamos, la entrega total y exclusiva a Dios no deja de lado el amor. Rebosa de él. Sin nada extraordinario, descubro algo tan antiguo y siempre nuevo, que llama al encuentro y demuestra que Dios también pide citas, se sienta a hablar con nosotros, conforta, escucha, se ríe (Dios tiene mucho humor), envía flores, festeja un aniversario, es el único que puede estar a solas con quien está solo. Alguien que entra e irrumpe sin irrumpir lo más íntimo y hasta sagrado de nuestro interior, porque ya es suyo. Y a la vez, es Alguien que también espera, también llora, agradece los regalos y detalles de cariño; Alguien que también quiere contar sus cosas, que acepta nuestras visitas, que espera la compañía y el consuelo.
Esta relación con el Amor invita a acoger, aceptar y responder a ese descubrimiento. Y admirarse una y otra vez de lo que ya se ha entendido: «siempre has sido Tú», «¿cómo dedicarte menos que mi vida?», «¿cómo hacer algo menos que enamorarme de nuevo cada día?», «¿qué más puedo hacer por ti?».
Desde un punto de vista más práctico, para concretar todo esto, un plan de vida ayuda a mantener encendido el corazón, para tener constancia en el trato con la Persona con la que queremos vivir cada día, todo el día y toda la vida.
Harold Woodman
Vivir la llamada al amor desde mi vocación es una experiencia maravillosa y llena de bendiciones. Como católico, creo que Dios nos ha creado a cada uno con un propósito específico y que la vocación al matrimonio es una de las más bellas y sagradas. Mi prometida y yo estamos actualmente preparándonos para vivir esta vocación juntos y estamos muy emocionados por ello, ya que sabemos que, a partir de ahora, nuestro primer campo de apostolado será nuestro futuro hogar.
En este proceso de preparación al matrimonio nos esforzamos por fortalecer nuestra relación con Dios y con nosotros mismos, para que podamos amarnos mutuamente de la manera en la que nos ha llamado a amar.
Creemos que nuestro matrimonio será un sacramento, un signo visible de la presencia de Dios en nuestra vida y un reflejo de su amor incondicional. Buscamos vivir nuestra vocación con humildad, servicio, amor y, sobre todo, en una entrega máxima para poder santificarnos juntos.
Ana Muñoz
Siento que mi vivencia del amor ha ido madurando a medida que voy atravesando nuevos hitos en mi vocación. Durante el noviazgo se expresaba en detalles cotidianos y en planes que apuntaban a un mayor conocimiento mutuo.
Una vez nos casamos, se enfatizó el amor como servicio y se volcó a un compartir más profundo y cotidiano de las vivencias comunes.
En este momento, con la llegada de los hijos, siento que mi corazón se ha expandido y que todas las experiencias anteriores fueron como escalones que me prepararon para este amor más entregado y pleno que ahora me toca vivir.



Historias de amor únicas…
P. Mauricio Montoya
Cuando tiendo la mano para abrazar a los hermanos que me rodean, cuando me esfuerzo por prepararme para tener respuesta a tantos interrogantes que nacen hoy en el corazón de los hombres, cuando sin importar el cansancio ofrezco tiempo y corazón para escuchar a quien necesita un hombro para desahogarse.
Vivo la llamada que el Señor me hace al amor cuando, sin juzgar, busco comprender a los demás y amarlos como nos lo enseñó Jesús. Creo que todo se resume en su modo… en ese modo tan simple y tan hermoso de tratar a los demás, de ser cercano, de saber mirar con amor y escuchar, haciendo al otro cada vez más humano. Viviendo al modo de Jesús, vivo mi vocación al amor auténtico.
María Claudia Arboleda
Hace un tiempo, en adoración, frente al Santísimo, Dios hizo que las siguientes palabras resonaran en mi corazón: «Siempre tuya, siempre mío, nunca sola, siempre juntos». Al oír esto y con el paso de los años, me he dado cuenta de que Dios siempre ha estado a mi lado, aun cuando no quería tener ninguna relación con Él.
La unión con Él es la que da sentido a todo lo que hago y me prepara para, si es su voluntad, unir mi vida con un hombre maravilloso, por quien pido a Dios desde que Él me ha permitido ver una vocación al matrimonio.
En la espera no estoy sola, en el anhelo vivo con Él y ofrezco lo que hago por la santidad de mi futuro esposo. Pido por conocerlo, por amarlo y por el camino de santidad que es la unión en una sola carne, que solo Dios puede mantener y sostener hasta que la muerte nos separe.
P. Juan Carlos
Vivo mi vocación al amor con la responsabilidad de que no se apague la llama, de comenzar y recomenzar siempre. De que si me voy, porque me atraen otras cosas, es decisión completamente mía; porque siendo Él la fuente del amor, si me alejo me enfrío, si me acerco, tendré cada vez más encendimiento.
Vivo esa llamada desde mi poquedad, que a veces exige hacer el esfuerzo por darme cuenta de que esta relación no depende de lo que hago, sino de lo que dejo que Dios haga en mí.
Lo más fuerte es que mi grado de amor a Dios se puede verificar en la caridad con la que trato y me preocupo por los demás, en especial, los que Dios me ha puesto más cerca.



Historias de amor que llenan de esperanza…
Pablo Augusto Perazzo
En primer lugar, entiendo el amor como la esencia de mi vocación. Es lo que me motiva y me da las fuerzas para vivir mi vida cristiana y vocacional.
Para ello busco vivir un encuentro personal con Cristo, quién es el fundamento de mi vocación. ¡Este amor es lo que me mueve a querer ser santo y fiel a mi vocación consagrada!
Andrés D´Angelo
No la vivo solo, gracias a Dios. Este año se cumplen 25 años en los que mi pobre esposa se comprometió a serme fiel, amarme y respetarme. Y tengo que reconocer que para ella no fue fácil. Para mí sí, porque ella es todo lo que yo siempre necesito: ha sido una extraordinaria compañera, siempre atenta a mis necesidades y las de nuestros hijos, buscando siempre que estemos todos felices y contentos. Yo no podría decir que ella pueda decir lo mismo de mí con tanta seguridad.
Porque muchas veces he sido egoísta, muchas veces pensé más en «mi» que en «nosotros», muchas veces hice cosas que la hirieron. Pasamos más de 5 crisis matrimoniales muy difíciles, la mayor parte de ellas por mi culpa. Si no fuera por la enorme misericordia de mi esposa y si no fuera porque ella sí se tomó en serio sus votos matrimoniales, entonces hoy no podría contarte el final feliz que te cuento: que aprendí a amar porque ella me enseñó a ser incondicional.
Aprendí que estar pendiente de sus necesidades es la forma más segura de que el matrimonio funcione para ambos (yo me hago cargo de tí y tú de mí). Que a pesar de que a veces podemos herirnos, el amor es más fuerte y el amor es nada más que la unión de dos buenos perdonadores.
Myriam Ponce
En mi vocación de esposa y madre, vivo el amor de Dios en el cariño de mi esposo y la ternura de mi hija.
Dios me ha permitido saber apreciar su presencia en el «te amo» que me dice mi esposo cada que nos vemos y en la sonrisa de mi niña, María, cada que topa su mirada con la mía.
El Señor ha sido bondadoso y he entendido que en lo pequeño Él siempre está. En lo «común» de la mañana, en lo hermoso de un respiro, Él siempre está. Es muy lindo poderlo apreciar en familia.



Historias de amor que reflejan a Dios…
P. Daniel Torres
Ser consagrado no implica renunciar al amor. Por el contrario, el sacerdocio me da la oportunidad de amar a plenitud. En primer lugar, a Jesús; y, por Jesús, a quienes Él va poniendo en mi camino.
El amor, pues, no es un sentimiento, sino una elección: la elección de entregarme, de hacerme don, buscando el bien de los demás.
Esto no quiere decir que no haya errores. Los hay, pues nadie es perfecto. Por eso, el primer amor en mi vida de consagración no es el que doy, sino el que recibo de Jesús. Él me ama también con mi debilidad. Y entonces, al amar, no hago otra cosa que dar lo que recibo de Jesús.
María del Rosario Spinelli
Todos estamos llamados a vivir el Amor, ¡con minúscula y con mayúscula! Dios me llamó a vivirlo a través del matrimonio, de la vida consagrada a la familia y -cuando lleguen- los hijos.
A caminar con alegría como pequeña Iglesia doméstica por el sendero que Él dejó marcado. A reconocer en mi prójimo la voz de un Padre misericordioso y providente. Me llamó a ser luz y sal en un mundo necesitado de Dios.
Me llamó al servicio de los pobres y vulnerados, a ser testimonio vivo de su Amor en mi vida cotidiana, con mi familia, mi trabajo y la misión. ¡Qué lindo es el Amor! «Solo el Amor es digno de ser vivido» (Siervo de Dios Guillermo Muzzio).



Historias de amor que se comparten…
Ana Carmen López
Buscando hacer todo con amor y desde el amor, dándolo y recibiéndolo principalmente en lo cotidiano, lo simple y lo sencillo, recordando todos los días mi verdadera identidad y propósito
Silvana Ramos
Todos estamos llamados a vivir el amor en el encuentro con el otro. Siendo esposa y mamá, ese otro son, en primer lugar, mi esposo y mis hijos (sí, en ese orden). En los años que llevo casada descubro y entiendo cada vez mejor la importancia de valorar los momentos de dificultad para acrisolar el amor. Es en esos momentos de dureza, de esfuerzo y sacrificio que el amor se hace fuerte y hondo. Cuando esos momentos por fin pasan (o por lo menos menguan) los sentimientos positivos brotan como manantiales que nos permiten beber de ellos y disfrutar la maravilla de tenerse el uno al otro, de haber creado vida juntos, de ser refugio y lugar seguro el uno del otro.
Los sentimientos importan en el amor, pueden ser tan bellos e intensos, pero necesitamos aprender a cultivarlos en el servicio, en el esfuerzo del día a día. El amor lo vivo en mi profesión también, que tiene como sentido no solo el proveer a mi familia, sino también en dejar un legado positivo que permita a cualquiera acercarse a Dios.
El amor lo vivo en esos pequeños detalles del día a día. Tanto en casa como en cualquier lugar donde me encuentre. Siempre hay oportunidad para mirar al otro y lanzarme a conocerlo un poco más. El amor también lo vivo en el silencio que necesito para dejar obrar a Dios y su gracia sacramental que me permitirá amar más y mejor. Es mi ilusión que el amor con él que ame sea cada vez más parecido al amor mismo de Dios que nos ha creado.
Joel Gustavo
Pues curiosamente me encuentro en un momento de discernimiento vocacional, entonces no es que tenga una claridad de ella. Pero, desde mi estado de vida actual, procuro vivir el amor en el centro de migrantes, donde trabajo.
Trato de mostrarme cercano, comprensivo, servicial, amable y asertivo. Sobre todo paciente porque no es fácil. En ocasiones me estreso, me fastidio y me enojo. Sin embargo, la oración diaria me da ánimo y de ahí nacen mis ganas de servicio; al descubrirme muy amado por el Padre.



Historias de amor que nos fortalecen…
Verónica Tito
Teniendo presente a Dios en mi vida, en mis pensamientos, palabras, acciones. A través de la coherencia de vida y de la vivencia de la castidad.
Sandra Real
Pasando tiempo con Jesús en la oración para mirarme con amor y mirar a otros con sus ojos.
Escuchando, perdonando, suponiendo lo mejor de los demás, siendo fraterna, ayudando en lo que puedo: compartiendo mis habilidades laborales, espirituales o emocionales.
Alan Lugmania
La vocación es mi camino al cielo. Particularmente a mí el Señor me ha llamado a la vocación del matrimonio. El anhelo de llegar al Cielo junto a la mujer que Dios desde siempre ha pensado para mí, es inmenso
Caminar de la mano al Cielo junto a alguien es motivo de mucha paz para mi corazón, desde mi vocación aspiro a amar como Jesús me ha amado a mí.
Emilio Ibañez
Cuando era joven, muy joven, diría teniendo en cuenta los años pasados, respondí afirmativamente a la llamada de un carisma y de un espíritu promovido por una institución de la Iglesia para promover la santidad ―el encuentro con Cristo― en las ocupaciones ordinarias de cada día, al estilo de los primeros cristianos.
Una llamada precisada en mi caso para el celibato apostólico en el Opus Dei. Vocación que ha ido creciendo y desarrollándose con el transcurrir del tiempo y de las experiencias de vida ―a imagen del grano de mostaza―, en tiempos de claridad o de incertidumbre, de satisfacción y de aspereza, pero siempre con fe y esperanza; haciéndose más profunda y madura, más firme y plena, más íntegra y clara, más alegre y animosa.
Para vivir este camino me ayuda en primer lugar cuidar lo que tengo, esta llamada divina. Para ello intento dedicar diariamente un tiempo a la oración y la piedad, en la que me ayuda la lectura serena y meditada de textos clásicos de espiritualidad, como también algo más actuales; y algunas devociones, especialmente a la Virgen por medio del Santo Rosario. Y, por otro lado, dar lo que tengo a los demás, este mensaje de saber encontrar lo divino en el día a día, en los quehaceres laborales y también en las relaciones con los colegas de trabajo y de la familia.



Historias de amor que nos llevan al Cielo
Solange Paredes
Personalmente, mi vocación es la del matrimonio. Aunque la forma de vivir el llamado al amor podría parecer obvia, parte del arte de amar es conocer al amado y saber que cada persona es distinta. Es necesario personalizar los gestos de amor y renovarlos cada día. Esto supone pasar tiempo de calidad juntos, prestar atención, ejercitar la escucha, estar en el momento presente, ser servicial. Hay 2 frases que me ayudan mucho en este camino.
La primera: «Amar es pensar bien de los demás». Habrá momentos difíciles, incluso de desconcierto, pero – al contrario de lo que nos dicta el mundo – debemos partir no por la suspicacia, sino por la empatía, el pensamiento crítico y la comprensión (sin caer en ingenuidades).
La segunda frase es la misma que se utiliza en los Alcohólicos Anónimos: «Un día a la vez». A veces, el camino a recorrer nos puede parecer abrumador y podemos caer en ansiedades. El amor se ejercita en el hoy, punto. Esta frase puede servir muy bien para el matrimonio, el apostolado o cualquier otra misión/proyecto que emprendamos. Con la gracia de Dios, podremos ver que nuestra felicidad y paz mental está en hacer Su voluntad ahora mismo. Lo demás, se lo dejamos a Él.
Cris Camargo
Mi vocación es dibujar y pintar. Mi forma de entregarla es compartir los pinceles para que sean altavoz en las paredes del mundo. ¡Porque este mundo necesita estar lleno del color de la esperanza la cual todos tenemos que pintar!
¡Así se ven las historias de amor cuando viven junto al Amor con mayúscula!
Ahora que te compartimos nuestras historias, cuéntanos en los comentarios, ¿cómo vives tu vocación al Amor?
Mi vocación la recibí de Jesús que se fijó en mi miro con amor y me invitó a estar con el y a seguirlo al responder afirmativamente al consagrarme cómo sacerdote, fui creciendo en esa relación de amor con el, en medio de las luchas y caídas aprendí a Serle fiel y a donarme a su voluntad, animado por su amor dejo que realice su obra en mi; con el expreso o realizó esa vocación de amor en el servicio, de donacio y entrega a los hermanos, en ejercicio del ministerio Sacerdotal para su mayor gloria. Acompañado y sostenido por el amor maternal de la Virgen María .