

Una herida es una ausencia de amor. Todos a lo largo de nuestra vida hemos sido heridos en el corazón. Estas heridas en el alma pueden ser causadas a nivel familiar, por amigos o incluso por relaciones afectivas.
Ciertamente, todos fuimos creados para amar; sin embargo, la herida del pecado original y las heridas que causa el pecado en nuestra alma nos hacen vulnerables y propensos a ser lastimados o, incluso, a lastimar a otras personas.
En la actualidad, sufrir es visto como algo terrible. Mostrar lo que sentimos es una señal de debilidad y hablar de las heridas en el corazón se vuelve prácticamente un tema prohibido. Todo lo que tenga que ver con sufrimiento, con sacrificio, es visto como algo extraño, algo de lo que no se debe hablar. Mostrar lo que sientes, mostrar qué te entristece, qué te afecta, en la actualidad es visto como debilidad. Mostrar la vulnerabilidad de nuestros corazones es casi considerado una locura.
Pensemos un instante en una herida física, como cuando te lastimas un brazo o una pierna. Si tú decides esconder la herida, si no le das los cuidados de limpieza y desinfección, la herida crecerá, la infección se puede extender, y puede llegar a tener otras consecuencias para la salud.
Conocernos para identificar esas heridas en el alma
Es necesario, aunque resulte doloroso, limpiar la herida hasta que esta esté sanada. De la misma manera sucede con las heridas afectivas, con aquellas heridas en el corazón. Puedes ocultarla, pero si no te esfuerzas en sanarla, tu corazón vivirá lastimado incapacitándote para amar en plenitud.
Enriquísimo TV, un espacio de entrevistas, nos presenta a Gerson, quien tiene tendencias homosexuales y nos comparte un increíble testimonio. En esta impresionante entrevista podemos descubrir la importancia de identificar las heridas del corazón y de trabajar por poderlas sanar.
Gerson en esta entrevista también nos recalca la importancia de conocernos a nosotros mismos, para poder así saber que nos lastima y cómo podemos sanar el corazón.
Gerson ha sido capaz de descubrir en su tendencia homosexual, la oportunidad de sanar las heridas, y de unir sus dolores y sus sufrimientos al Señor, que nos ha amado en su Misericordia, a pesar de nuestras heridas e imperfecciones
¿Tiene esta entrevista algo que enseñarnos, sobre la Misericordia de Dios? Te invito a que juntos descubramos desde la historia de Gerson, que podemos hacer para sanar las heridas de nuestro corazón. Que este testimonio nos enseñe y nos demuestre que no importa la enormidad de la herida, el amor de Dios es más grande y Él puede sanar incluso el corazón más herido.
Observa tu alma para descubrir dónde están las heridas
Una primera experiencia de que Gerson nos comparte en su entrevista es cómo él logró identificar las heridas en su corazón. Para esto es preciso que nos adentremos, que revisemos lo más profundo de nuestro corazón, porque puede pasar que a veces reprimimos las heridas. Puede ser por estrés, por afanes del día a día, que dejamos de lado cómo nos sentimos y qué nos molesta, qué nos lastima. Es necesario, pues que veamos dentro de nuestro corazón, sin miedos y sin temores.
El proceso de descubrir qué hay en nuestro corazón requiere de valentía. Puede darnos miedo cuando intentamos descubrir lo que tenemos en lo profundo de nuestro corazón. Pero es necesario examinarnos, porque la verdad es que, si tenemos heridas en el alma y no las sanamos, no vamos a ser plenamente felices. Viviremos con angustias, con tristezas. Sanar nuestras heridas, es lo que nos dará paz en el corazón.
Es muy necesario recogernos, hacer silencio, para poder ver dentro de nuestro corazón. Ahí descubriremos dónde podemos estar heridos. Es precisamente en el silencio, a la luz de la oración y con valentía que descubriremos no solo dónde estamos heridos, sino que veremos qué oportunidades tenemos de amar más a Dios.
Sanar una herida permite que ahí donde hubo algún momento dolor haya gratitud y haya amor.
Debemos ser pacientes con nosotros mismos
La sanación de nuestras heridas del corazón es un proceso donde, como he mencionado, se requiere de valentía y transparencia. Es muy necesario también tenernos paciencia a nosotros mismos; debemos entender que el proceso de sanar una herida emocional no se da de la noche a la mañana.
Sanar el corazón requiere que nos tengamos paciencia a nosotros mismos, para ir transformando pasito a pasito el dolor en amor.
Recordemos el camino de los discípulos de Emaús. Ellos iban tristes, apesumbrados, heridos. Recorrieron hacia Emaús, con paciencia, paso a paso. Finalmente, fue la presencia de Jesús y la fracción del pan lo que sanó sus corazones.
Por ende, el camino de la sanación interior requiere paciencia, esfuerzo y voluntad. Es preciso que nos abandonemos en los brazos de Dios, quien, a pesar de todos nuestros miedos, está presto a sanar nuestros corazones.
En este caso, Gerson, con su tendencia homosexual, lejos de quejarse o de renegar, descubre en esta situación un camino para encontrarse con Dios. Recordemos algo: la Iglesia no discrimina a las personas con tendencia homosexual, más bien les acoge con amor y con Misericordia. Fue esta Misericordia a la que se acogió Gerson. No vio el tamaño de su herida, fue paciente y se abandonó en los brazos de Dios
En el camino de la sanación interior habrá días grises, otros más oscuros. Lo importante para ti que lees esto es que confíes en Dios y en su misericordia, la cual es más grande que cualquier herida que podamos tener en el corazón.
En brazos del Señor tu corazón hallará descanso y su misericordia será el bálsamo que tanto tu alma está necesitando. Ánimo, ánimo y paciencia, que Dios es bueno, Dios es grande y misericordioso.
«Señor, si quieres puedes sanarme»
Algo que si debemos entender es que la sanación interior se logra con voluntad, y esfuerzo, pero debemos tener una cosa muy clara. Todo es gracia de Dios y es esa Misericordia de nuestro Señor, la que nos va a alcanzar la sanación de nuestros corazones.
Ten siempre presente que Él vendará tu corazón y sanará tus aflicciones y heridas. La confianza en Dios es importantísima para todo proceso de sanar las heridas del corazón.
Como el leproso que necesitaba de la Misericordia de Dios, digamos con fe y con humildad al Señor «si quieres puedes sanarme». Así debemos vivir entregados y abandonados a la gracia de nuestro Señor.
El mejor lugar para sanar el corazón es junto al Señor, por esto es preciso que le entreguemos cuanto somos y tenemos a Dios. Te invito a que visites al Santísimo Sacramento del altar y pongas a los pies de Jesús todas las heridas que hay en tu corazón.
Ora y espera, ora y confía y verás como entregándole todo al Señor, Él será capaz de hacer nuevas todas las cosas.
Gerson lo entendió perfectamente y abandonó su tendencia homosexual en las manos del Señor. Ha avanzado en su caminar de la mano Misericordiosa de Dios.
Incluso, como lo cuenta en su entrevista, él le hizo al Señor una promesa de castidad; estamos seguros de que, con la ayuda de Dios, podrá cumplir y dar gloria a Dios con la cruz que carga.
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