




The Real Life Company nos presenta hoy un video muy bonito y conmovedor. Sin embargo quisiera ver un poco más allá de la emoción que nos causa.
En algún momento de la vida a los jóvenes le ha tocado salir de casa. Llega una hora en que los niños pasaron a ser adultos y es momento de empezar a forjar la propia vida lejos, muchas veces, del hogar. Y así que vemos un video en el que jóvenes, coreanos en este caso, salen a conquistar sus sueños.
Yo recuerdo esa época cuando salí de casa muy joven con la misma intención, lograr mis metas, mis sueños, tener éxito en la vida.
Al principio todo me pareció tan diferente a casa y el primer tiempo fue muy duro. Realmente extrañaba los cuidados que recibía. Era la primera vez en la vida que me hacía cargo de mí misma. Así como estos jóvenes llegan a un lugar desconocido, un país lejano con un idioma y con costumbres totalmente distintas. Yo también llegaba a un lugar muy diferente.
Y es en medio de esa confusión que trae el adaptarse, es en ese período en que ya no tienes la casa cerca ni a tus padres a la vuelta de la esquina, en que empiezas a ver lo que tenías, los cuidados que te daban y la vida a la que te trajeron. Creo que en este momento sucede un aprendizaje muy importante; nos damos cuenta del rol que cumplen nuestros padres. El papel de nuestra madre y cómo es que nos ha impactado en la vida. Si bien el tema puede parecer que se trata sólo de lo mucho que extrañan la comida de mamá esto es, como vemos, algo simbólico. Esa comida representa el alimento que nos nutre no sólo el cuerpo sino también los sentimientos, las vivencias, las virtudes, los valores y principios, los esfuerzos y sacrificios que en casa nuestra madre nos ha dado. Ese alimento que nos ha hecho los hombres y mujeres que hoy somos.
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La madre es, como dice Ana Sánchez, “el descanso del guerrero”. Ella independientemente de si sea una mujer que trabaja fuera de casa o dentro de ella, es el alma del hogar. Es ella la que arma, la que organiza, la que forma, la que fomenta la unión, la que nos enseña desde a amarrarnos lo zapatos hasta las virtudes que tenemos hoy en día con nosotros.
Y es muy bonito e importante ver el reconocimiento que tienen estos hijos para con sus madres y que ellas perciban ese reconocimiento que las hace sentir que su labor como madre no ha sido en vano y que es una labor que continúa toda la vida.
Muchas veces cuando llegamos a la juventud y creemos que tenemos todo lo que necesitamos para salir al mundo olvidamos de dónde venimos o quien nos formó. Cuando el éxito toca la puerta, simplemente nos olvidamos. Yo a mis 37 años puedo decirles que soy lo que mis padres formaron, y al ser mujer soy especialmente lo que mi madre formó. Hoy llevo mi casa, así como ella lo hizo y cuido a mis hijos de la misma manera que ella nos cuidó.
La labor de nuestra madre es merecedora de nuestro agradecimiento y admiración. Muchas veces miramos sus acciones como pequeñas, en muchos casos insignificantes. No hay acción pequeña o insignificante que no tenga un valor extraordinario cuando es hecha con cuidado y amor, más aún hacia un hijo.
Los invito a mirar un poco dentro de cada uno y preguntarnos:
Como hijo:
1. ¿Reconozco y valoro los esfuerzos de mis padres por mí?
2. ¿Reconozco la ternura y cuidados de mi madre?¿Qué de ella llevo en mí?
3. ¿Reconozco que en María Santísima tengo también a mi madre amorosa, guía, cuidadora constante en mi vida?
Como madre:
1. ¿Entiendo el rol de formadora que me toca para con mis hijos?
2. ¿Entiendo la importancia de esta labor?
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