

El video que les traemos hoy es uno de esos que tienen la capacidad de sorprendernos. A pesar de parecer algo trivial, pues es parte de la campaña publicitaria de Kleenex, es en realidad una historia inspiradora basada en la vida de Rika Ishige, una joven de 28 años campeona en artes marciales quien fue víctima de bullying. La hoy «Tinydoll» (pequeña muñeca), llamada así por su apariencia frágil y risueña, es actualmente la deportista tailandesa más querida y celebrada de su país.
La vida no siempre fue sencilla
La vida de Rika no siempre estuvo llena de éxito o sonrisas. Fue esencialmente durante sus años de colegio, víctima de un bullying físico y verbal incesante por parte de sus compañeros. Esto, en lugar de amilanarla, la instó a aprender artes marciales, no con el fin de agredir a otros o vengarse, sino con el objetivo de aprender a dominarse y defenderse.
Rika no se dejó abatir por las circunstancias y el dolor, al contrario, le dio sentido y lo transformó para crecer como persona. A continuación, discutiremos algunos elementos apostólicos que el testimonio de Rika en sus propias palabras nos ofrece:
Tuve a aquellos a mi lado, cuidándome y apoyándome todo el tiempo, levantándome de forma que pude luchar a través de las situaciones más duras
Inmediatamente antes de decir esta frase, Rika reconoce también que lloró muchas veces sola y que, en algunas ocasiones, su padre secretamente la veía llorar. Al decir esto, podemos ver que, aunque sufría sola, no lo hacía en soledad. Rika se sabía sostenida por su familia, animada por el amor de aquellos que estaban a su lado.
Lo dicho tendría que llevarnos a cuestionar si somos nosotros verdaderamente esa red de soporte en la vida de alguien, de nuestra familia o amigos. Muchas veces, llevados por la rutina, podemos caer en relaciones vacías que no llevan la profundidad ni la alegría necesaria. Al respecto, decía Monseñor José Ignacio Munilla:
«La alegría no es un estado anímico que nos sobreviene y nos abandona caprichosamente, sino que es un hábito que se adquiere con voluntad y perseverancia. Es el fruto del ejercicio de la penitencia interior, que nos lleva a mortificar tantas tristezas inconsistentes que pretenden imponerse a las razones para el gozo interior. Aunque nos puedan parecer incompatibles estos dos conceptos, no dudemos de que la «alegría» es la mejor «penitencia». Más aún, hemos de desconfiar de las penitencias que no nos lleven a superar nuestras tristezas y amarguras. La penitencia más perfecta es aquella por la que le ofrecemos a Dios y a nuestro prójimo una sonrisa transparente y perseverante, que solamente puede brotar de un corazón enamorado y agradecido […] Lo sorprendente quizás sea descubrir que la primera «buena obra» que Dios nos pide, pueda ser… una sonrisa».
…y me di cuenta de que no era tan débil, que podía ser más fuerte…
El soporte que Rika encontró en medio del sufrimiento a causa del bullying, le dio la luz para descubrir su verdadero valor. A pesar del abuso constante, fue el amor quien la mantuvo a flote y la instó a hacer algo al respecto; no en contra de sus abusadores, sino para el bien de sí misma.
Y es que es en el amor que se afianza la autoestima. ¿Cuánto más entonces seremos consolidados si abrimos los ojos a la realidad de ser hijos amados de Dios? ¿Nos hemos puesto a pensar en esto?
El teólogo Javier Sesé escribe:
«…lo que hace reaccionar a los santos no es tanto la conciencia de ser él mismo o ella misma hija o hijo de Dios, sino la comprensión cada vez más profunda y viva de lo que significa «Dios es mi Padre»; es decir, el descubrimiento del infinito amor divino volcado en él o en ella: la constatación viva y práctica de «cuánto Dios me quiere».
El santo es, sin duda, consciente de lo que causa el Amor divino en su propio ser y en su propia vida, y lo agradece de veras; pero más que fijarse en sí mismo, se fija en Dios: contempla admirado su infinita grandeza, y descubre con sorpresa que todo ese esplendor no se queda estático y como ajeno ante sus ojos, sino que se inclina hacia él, se le da, se hace suyo, sin más motivo que la pura liberalidad de su Amor divino».
Nueva batalla, nuevos rivales
El bullying que experimentó en sus primeros años no se quedó en el colegio, la siguió durante su carrera como deportista, aunque tal vez de forma más solapada. Gracias a que ya había aprendido la lección de no victimizarse ni ser escapista, contaba con el temple necesario para continuar. Una vez más, decidió no frustrarse por no poder cambiar el mundo, sino que se enfocó en mejorar ella misma como profesional y como persona. Es indudable que como cristianos este concepto se nos haga familiar pues a eso estamos llamados, a ser la «levadura» que fermenta la masa (Mt 13, 33), es decir que transforma la historia humana.
El principio de «nueva batalla, nuevos rivales» se aplica también al plano espiritual. Muchas personas piden en su oración ir de victoria en victoria sin caer en cuenta que eso significa también ir de batalla en batalla, aunque a la mayoría de nosotros no nos guste esa idea. En la vida misma y en el camino de la fe, sin embargo, no se puede esperar otra cosa. Nuestro tiempo en la Tierra es una oportunidad para conocer a nuestro Señor, Su amor y por amor a Él, alcanzar la perfección necesaria que nos permita estar con Él eternamente (con la ayuda innegable de Su gracia).
En ese camino, tendremos que aprender nuevas lecciones y conquistar nuevos niveles, librar nuevas batallas y encontrar nuevos rivales. La conquista más grande será obtener el don del conocimiento de sí mismo y dominarse, ser libre incluso de nuestros propios caprichos y tendencias egoístas.
Gentil pero no débil
Hacia el final del video, vemos una frase que inspira el título de este post: #GentleNotWeak, es decir «Gentil, pero no débil». Personalmente, es inevitable no relacionarlo con otro llamado que nos hace nuestro Señor: «Sean astutos como serpientes, pero mansos como palomas» (Mt 10, 16).
No podemos cerrar los ojos al mal que existe en el mundo, ni encerrarnos en la burbuja de nuestras comunidades cristianas, pues eso estaría en directa contradicción de nuestra misión de transformar el mundo. Sin embargo, al vivir en medio de nuestra sociedad, debemos ser lo suficientemente astutos para no dejarnos arrastrar por ciertas actitudes, corrientes o ideologías populares. Nuestra firmeza, sin embargo, no debe mellar en nada nuestra bondad ni benignidad: «Gentil, pero no débil».
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