

Desde que escribo en público y comparto reflexiones y recursos para la pastoral con la intención de hacer el bien a los demás me veo obligado a hacer dos ejercicios que de seguro tú, aunque no escribas, también debes hacer frecuentemente:
Analizarme en tercera persona (como si fuera un espectador de lo que hago) para poder ver cómo me comporto frente a las diversas situaciones de la vida y compararlo con el “cómo debería comportarme” sobre todo porque intento vivir lo que semanalmente te voy escribiendo a ti que lees estos post frecuentemente.
Atender a los comentarios que recibí luego de escribir (por parte del equipo editorial) y luego de publicar, por parte de ti y de todos los que visitan el sitio. Generalmente los más sabrosos y edificantes, son los que dicen que mi post es un desastre y todo está mal.
Es que la visión de uno mismo tiende a estar nublada, llena de pelusas, como cuando uno recién despierta por la mañana, la corrección fraterna y la crítica con altura de miras y con amor, ayuda a mirarse con claridad.
Cuando alguien que te está hablando tiene algo asomado por la nariz, seguro te pasa que es inevitable mirar para otro lado, o cuando alguno se pasea muy campante con la cremallera del pantalón abierta. Ni el portador de la viscosa sustancia o el exhibicionista involuntario saben lo que los demás vemos en ellos y seguro se avergonzarán si les decimos, pero su pena será menor si les decimos en privado y con cariño a que si siguen mostrando en público y exponiéndose a las burlas.
Si da vergüenza decir: «amigo tome aquí tiene papel límpiese la nariz» es mucho más incómodo corregir a quien se equivoca. La corrección fraterna es de las cosas más difíciles dentro de nuestra experiencia de fe, pues no siempre lo hacemos bien y tampoco sabemos recibirla bien. Muchos abandonan sus grupos y se enemistan con sus hermanos de fe por no saber dar una corrección fraterna o por no saber cómo recibir una.
Es por eso que queremos proponerte una lista con algunas ideas importantes para aprender a hacer una corrección y para aprender a recibirla. Esperamos les sea de mucha utilidad 😉
¿Corregir a un amigo que se equivoca? ¿De qué se trata esto? 8 claves sobre la corrección fraterna
Las correcciones a nadie le caen bien, pero hacen mucho bien
Escucha el bien
Si corriges, hazlo con amor, solo de esa forma será fraterno
Desprecia la conducta errada, no a tu hermano
¿Castigo o penitencia?
En el Evangelio según san Mateo, Jesús nos enseña como corregir con amor a nuestros hermanos
Si no te hace caso, hazlo acompañado
Busca consejo en la comunidad
“Si no los oyere a ellos, dilo a la iglesia; y si no oyere a la iglesia, tenle por gentil y publicano» (Mateo 15, 17).
Busca ayuda en la comunidad, pero si tu amigo quiere continuar ensimismado en su mal quiere decir que no quiere ser ayudado. Uno nunca quiere llegar a este punto, pues es tremendamente doloroso para todo el mundo, pero hay ocasiones en que las faltas son graves y el pecado no solo daña al pecador sino que a quienes lo rodean y se hace necesario apartar con amor y cuidado a quienes por voluntad propia han seguido caminos contrarios al bien, a la recta intención y al amor fraterno. En estricto rigor, si alguien se comporta así, ya se ha apartado voluntariamente de su comunidad. Pero que quede claro que no se trata de echar a todo aquel que comete errores, de hecho es todo lo contrario, todos somos frágiles y debemos acogernos, cuidarnos y acompañarnos cuando extraviamos el camino, pero hay ocasiones en que algún pecado o comportamiento se riñe con la fe, con el amor, con la comunidad y la integridad de las personas. En este caso, siempre son aquellos que poseen autoridad (no cualquiera), los que están llamados a discernir qué hacer con ese hermano. Un ejemplo de esto es cuando un Obispo indica que una persona amerita alejarse de la comunión.
Seba, buenísmo post. A todos nos viene bien saber estos consejos. Es necesario dar a conocer al mundo que lo malo no está en decirnos «la verdad», sino en cómo se dice, así creceremos como personas y ayudaremos a otros a crecer. ¡Que Dios te bendiga!