

Si estás leyendo una página como Catholic Link es porque de una u otra forma estás buscando algo. Quizás tu fe es sólida y quieres formarte mejor. Quizás no crees en Dios, pero el tema te da curiosidad, sea para ver qué piensan otros o porque estás intentando encontrar los puntos débiles de la fe para poner en apuros al amigo re-católico. En una de esas ni te interesaba la razón de ser de una página como esta, pero un video que apareció por ahí te pareció divertido y le hiciste click y llegaste a estas líneas. A veces las cosas que pasan y que menos sentido le vemos son precisamente las que más sentido tienen…
Nos debe haber pasado que cuando queremos algo, cuando realmente lo anhelamos, nada nos detiene. Nos volvemos increíblemente creativos para resolver obstáculos, inteligentes para analizar, decididos y valientes en nuestras acciones… todo con el fin de obtener aquello que tanto deseamos.
Si alguna vez has experimentado eso: ¡felicitaciones! ¿Sabes por qué? Porque entonces puedes comprender mejor a Dios buscando tu corazón, haciendo de todo para que te encuentres con Él y le abras tu alma y la dejes iluminar por su amor. Nadie más creativo, ingenioso y decidido que Dios para susurrarte en el interior que te está esperando…
Por eso, en esas situaciones en la que nos encontramos con Dios, y sobre todo en aquellas en que pensamos que nosotros lo estábamos llamando, hay que entender algo: Él ya nos estaba buscando antes. Siempre es Dios el primero que toca, el primero que invita, el que llama antes, aunque sea en el susurro de un pensamiento a medias percibido. Es el amigo que piensa en ti primero para compartirte algo, para darte una llamada, para enviarte un mensaje…
Se me ocurren cinco ocasiones donde sin lugar a dudas Dios estaba ahí primero que nosotros…
1. En las coincidencias que no lo son…
No se trata de pensar que Dios nos está hablando en absolutamente todo lo que nos pasa. Si se me cruzó un gato negro, si salió el sol, si cumplo años el mismo mes que un conocido… a veces estamos demasiado dispuestos a buscar coincidencias en los aconteceres cotidianos y darles un sentido más allá del que tienen. La dificultad es que tampoco hay que cerrarse a la posibilidad de que en aquellas circunstancias curiosas, que escapan un poco de lo ordinario, algo se nos está queriendo decir. La vida de gracia, la oración, y la sencillez nos vuelven más sensibles, más finos para discernir la voz auténtica de Dios. Quizás nuestro esfuerzo no debe estar tanto en querer ver coincidencias en todos lados, sino en cultivar nuestra vida interior donde Dios siempre nos habla primero y donde aprendemos a escuchar su voz…
2. En las malas…
Yo no creo que Dios quiera el mal para nosotros, ni nos quiera castigar por nuestras deficiencias, pero ciertamente en aquellos momentos difíciles siempre está ahí para invitarnos a mirarlo. Si uno se está hundiendo no sirve buscar lo accesorio, sino lo esencial. ¿Acaso alguien que se está ahogando estará pendiente de su billetera o de que se le mojó el celular? ¡Lo único que querrá es algo que flote! En las circunstancias duras, que nunca faltan, lo esencial es Dios, y podemos descubrir que siempre estuvo ahí, incluso antes de que lo notáramos…
3. En las buenas…
Que paradójicamente a veces se vuelven las ocasiones más difíciles donde escuchar a Dios. Cuando todo nos va bien, cuando la vida nos sonríe y tenemos tranquilidad, es muy fácil irnos volviendo sordos y ciegos a Él. La comodidad poco a poco puede ir aturdiendo el alma más fina. No necesariamente ocurre, pero sí con mucha frecuencia…
4. En los demás…
Toda persona, absolutamente toda persona, es imagen y semejanza de Dios. El más ateo también lo es igual que el más creyente, al igual que el más malvado o el más devoto. En cada persona que nos cruzamos por la calle, si tenemos un poquito de silencio y reverencia, podemos encontrar un alma creada por Dios que nos invita a reconocer su presencia en nuestra vida.
5. En la naturaleza…
El mundo fue creado antes que los seres humanos, y la voz de la naturaleza se remonta a través de los siglos hasta a aquel “hágase” del Génesis que dio inicio a todo lo que vemos. Esa voz está ahí siempre, mucho antes que nosotros, y con un poco de silencio nos recuerda que todo viene de la mano de Dios.
Unas palabras finales, prestadas de un himno muy bonito de la Liturgia de las Horas:
«Alma, sigue hasta el final en pos del Bien de los bienes, y consuélate en tu mal pensando con fe total: ¿Le buscas? ¡Es que lo tienes!».
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