

Serie «Fratelli Tutti». El capítulo anterior se centraba en el problema migratorio, mientras que este capítulo le da vueltas a las soluciones, con la mejor política encontramos una herramienta fundamental para alcanzar la verdadera hermandad.
El papa examina de forma profunda los términos «populismo» y «liberalismo», criticando a ambos. Dice no a las políticas que se dejan corromper fácilmente por el poder o el dinero y a las que están sujetas rígidamente a las fuerzas y leyes del mercado.
Dice no a la utilización de un marketing político agresivo y embustero, que falsea la realidad y «encuentra en la destrucción del otro el recurso más eficaz».
El amor, la caridad y la política
Luego explica cómo el amor es una virtud que también debe permear la política. Reconocer a cada ser humano como un hermano o una hermana y buscar una amistad social que integre a todos no son meras utopías. Exigen la decisión y la capacidad para encontrar los caminos eficaces que las hagan realmente posibles.
Cualquier esfuerzo en esta línea se convierte en un ejercicio supremo de la caridad. Porque un individuo puede ayudar a una persona necesitada, pero cuando se une a otros para generar procesos sociales de fraternidad y de justicia para todos, entra en el campo de la más amplia caridad, la caridad política.
Se agrega además que esta caridad, corazón del espíritu de la política, es siempre un amor preferencial por los últimos, que está detrás de todas las acciones que se realicen a su favor.
¡Te compartimos este video donde puedes profundizar más en este tema! 😉
La caridad política se expresa sobre todo en la apertura a los demás, principalmente en aquellos que tienen más dificultades.
Recordemos que quienes gobiernan deberán estar dispuestos a hacer renuncias que permitan el encuentro y la búsqueda de la confluencia (al menos en algunos temas).
Aunque suene raro y parezca casi imposible, ¡también en la política hay lugar para amar con ternura!, subraya Fratelli Tutti.
Instituciones internacionales
Se propone una ONU más fuerte con poder vinculante y con reglas justas. Si bien la propuesta del Santo Padre es sorprendente, ya que va a temas concretos para los que un cristiano honestamente puede tener otra forma de ver las cosas, es una sugerencia que podría arreglar muchas de las desigualdades del mundo.
No es la primera vez que en la ONU se escuchan palabras sensatas que abogan por la vida y por la igualdad. Recordemos el poderoso discurso que dio la Madre Teresa de Calcuta donde hablaba del aborto y dijo aquella frase que aún resuena en nuestros corazones: «¡No los maten, dénmelos a mí!».
El papa propone la creación o fortalecimiento de instituciones internacionales más fuertes y eficazmente organizadas. Con autoridades designadas equitativamente por acuerdo entre los gobiernos nacionales. ¡Qué gran trabajo hay por delante!
El punto clave es poder «garantizar» reglas justas, pues en las circunstancias actuales faltan bastantes condiciones para poder garantizar eso.
Que la ONU sea más fuerte, ahora mismo podría significar políticas anti-cristianas o algunas visiones económicas que son más de distributismo estatal que de disminuir el peso, la burocracia y la corrupción del Estado para poder generar riqueza.
¿En qué temas se puede meter la Iglesia?
Lo esencial del capítulo, que es mucho y muy bueno es: ver a cada ser humano como un hermano y no como un enemigo, un número o un problema.
Hay que tener claro que el papa, los obispos, etc., suelen ser muy buenos para denunciar los problemas, y está bien, porque son como una madre que ve sufrir a su hijo por tanta injusticia. Pueden y deben hacer un diagnóstico moral, obviamente.
Sin embargo, las soluciones económicas y políticas… mejor dejarlas a los expertos de esas materias. El problema está en que pueden hacer una mala economía y mala política si no están moralmente bien orientados.
¿Y por qué sucede esto? Porque ven a las personas como números o problemas y no como hermanos. Eso influye pero no determina, es la compleja interdisciplinariedad de la Doctrina Social de la Iglesia.
¿En qué nos deberíamos centrar entonces? En encontrar siempre la parte buena, descubrir en los corazones la bondad desde donde se debe empezar la conversión.
Esto es lo que propone la Encíclica Fratelli Tutti y lo que Cristo hizo con Zaqueo. ¡Qué sepamos buscar siempre la mejor política, la más amplia caridad!
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