

Hace unos días en mi país (Perú) el Ministerio de la Mujer y Poblaciones vulnerables lanzó una campaña llamada «Hombres por la igualdad», que tiene como objetivo crear conciencia y disminuir la violencia contra la mujer. La campaña ha desatado grandes polémicas ya que en su lanzamiento salieron altos mandos del ejército vistiendo mandiles rosados. Dirán, ¿qué hago escribiendo una noticia local en CatholicLink?, ¿cómo esto puede ser un recurso para hacer apostolado?
La ideología de género ya es parte del día a día, y así como esta campaña se ha lanzado en mi país, en distintas ciudades del continente se vienen realizando actividades similares que no solo levantan polémica sino que confunden y además, se alejan del objetivo que dicen buscar: disminuir la violencia contra la mujer y eliminar estereotipos.
Con este post quiero compartir algunas ideas que confío en que puedan aportar a entender un poco mejor qué es lo que se esconde detrás de estas campañas, cuáles son sus consecuencia y a qué deberíamos apuntar para conseguir trabajar por una sociedad más justa, fortalecida en valores y con trato digno hacia todos sus miembros sin distinción.
1. Feminizar a varones no acaba con la violencia
En cuanto a la violencia contra la mujer, no creo que poner mandiles rosados a varones rompa ningún estereotipo. Feminizar la figura de un soldado colocándole un mandil (del color que sea) creo que en lugar de romper un estereotipo refuerza ambos y de alguna manera señala una connotación negativa o inferior al trabajo de la mujer en casa.
Este trabajo que se ha relacionado con sumisión, falta de capacidad intelectual y debilidad, es de suma importancia para el hogar y la sociedad en su conjunto, sea quien sea que lo realice. Si históricamente ha sido la mujer quien se ha hecho cargo, lo que se necesita es una reivindicación de esta labor, resaltando incluso en valores monetarios lo que esta aporta al desarrollo de una sociedad, de un país. Y no victimizando, ni haciéndola parecer como una actividad menor, sin importancia o débil.
2. El trabajo en el hogar y en la sociedad necesita ser «corresponsable»
Se necesita trabajar tanto con hombres como con mujeres en el ambiente familiar en primer lugar. Entender que lo que una familia necesita para salir adelante es que las cabezas del hogar (padre y madre) se hagan responsables juntos. Enseñar corresponsabilidad es la clave. Ambos (hombre y mujer) tienen como tarea principal entender y conocer quiénes son como individuos, cuáles son sus características, fortalezas, virtudes y diferencias complementarias. Y desde ahí buscar un genuino diálogo, entendimiento y trabajo en conjunto para sacar en primer lugar a la familia adelante, lo que por consecuencia sacará adelante a la sociedad en su conjunto
3. No es solo la violencia contra la mujer, es una violencia generalizada
El problema de la violencia contra la mujer, de la violencia en la sociedad en general, es complejo. No se puede afirmar que se deba únicamente al machismo y satanizar la palabra «patriarcado», generalizando que los hogares llevados por padres son en automático abusivos. Una familia patriarcal puede, y de hecho existen miles, con un padre a la cabeza que es protector, proveedor, respetuoso, educador y ejemplo para sus hijos e hijas, soporte y compañero para su esposa.
El problema de la violencia tiene que ver con pobreza, con falta de educación en valores, con resentimiento, con falta de acceso a cultura, con escasez, con situaciones extremas, con mala educación en general. Basta escuchar las letras de las canciones más populares, las lecturas, programas de televisión, recursos en Internet con la que la población se «alimenta» y veremos a lo que incitan.
Cosificación de la mujer, sexualización de los niños, pornografía, violencia, en fin… las variables son muchas. Señalar «al patriarcado» denota la falta de seriedad e intereses sesgados. Se necesita educar con respeto a ambos. Las mujeres no son objetos que se puedan poseer, ni los varones son los malvados por naturaleza. «Ideología de género y educación de los hijos» es una excelente conferencia que puede ayudarte a profundizar en este tema si es de tu interés.
4. Dividir la tarea 50/50 no es la solución
Se habla mucho sobre la cuota y alternancia. Estoy de acuerdo que deben existir representantes de ambos sexos, de distintos sectores, etc. en las distintas tareas de la sociedad en su conjunto. Pero dividir cada una de ellas en partes iguales para hombres y mujeres no es la solución. Yo quiero que me elijan en un trabajo porque soy capaz, porque tengo la formación y las capacidades adecuadas y no solamente porque soy mujer, sino porque cumplo con el perfil.
Quiero poder dedicarme a lo que me interesa y poder escoger en libertad. Quiero que mis hijos tanto mujeres como varones se los mida en igualdad de oportunidades y no que estén midiendo cuotas. También quisiera que si alguno de ellos decide dedicarse a su hogar, no sea mal visto sino igualmente respetado y valorado por la sociedad en donde tal vez el trabajo parezca invisible.
5. Leyes que consideren las necesidades apropiadas
El caso de la legislación no se escapa a la diferencia que existen entre ambos sexos. No puedo hablar de igualdad de leyes y derechos cuando quien va a necesitar licencias por embarazo y lactancia distintas va a tener que ser la madre por cuestiones biológicas. Porque somos distintos. Y desde esa diferencia hay que construir la igualdad de oportunidades.
Una madre en el primer año de un hijo necesita estar a su lado, sobre todo si lo que se fomenta es la lactancia materna como estrategia para la salud nacional. No puedo tener miedo a querer tener hijos porque mi trabajo puede correr riesgo, porque debo volver pronto y no tengo con quién dejar a mis pequeños. No debería verme forzada a tener que escoger entre mi carrera o mi maternidad. Debería tener las condiciones necesarias para poder desplegarme en ambas. Y aquí la corresponabilidad también entra en juego, no solo se trata de licencia para ambos sino de enseñar a que ambos, padre y madre, se hagan cargo en el momento más oportuno y necesario.
6. La patria potestad es de los padres
El gobierno de cada país tiene una responsabilidad muy grande en cuanto a la educación de sus pobladores. Es una tarea dura, pero prioritaria. En este sentido no puede dejarse llevar por intereses sesgados sino por una genuina responsabilidad para con las vidas de las personas. Se necesita buscar el bien de todos y no solo los intereses de algunos. Porque esto no dará igualdad de oportunidades, no dará libertad, ni solucionará los problemas que se encuentran de fondo.
En este sentido recordar que el primer educador de un ser humano son sus padres. Ellos tienen la obligación y el derecho de ocuparse de sus hijos. El Estado debe darle las herramientas para que puedan escoger lo más adecuado para cada uno, respetando siempre su dignidad, su credo y fomentando valores morales universales.
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