

La belleza siempre estuvo ligada a la armonía y a la simetría. En la antigüedad se la definía como proporción entre las partes. Un diccionario hoy en día la define como: «Armonía física o artística que genera placer o admiración». Si continuamos buscando nos damos cuenta de que la palabra «estética» proviene del griego áisthesis que significa sensibilidad (término ligado a la percepción de la belleza), y de «estética» deriva «esteticismo» que se refiere a la primacía de la búsqueda de la belleza en la realidad.
No conforme con tanta terminología quise saber qué entienden los demás por belleza y recurrí a la ayuda de las redes sociales. «¿Qué es la belleza?, ¿cómo describirías a alguien como hermoso/a?», fueron las preguntas que realicé a mis amigos de Facebook, a quienes agradezco su colaboración al aportar simpleza y espontaneidad en sus respuestas.
Al reflexionar sobre cada una de ellas y compararlas, encontré que todos coincidían en estos puntos: la belleza es aquello que atrae por los sentidos, que moviliza de un modo especial por la novedad que genera, que responde a parámetros o construcciones sociales y/o culturales. Es aquello que da ganas que perdure para siempre, es lo que más se acerca o responde a nuestros ideales y genera deseos de experimentarla…
¿Dónde está la belleza?
La belleza ¿está en las cosas objetivas o es relativa a quien la experimenta? Pues lo que para algunos es bello, puede no serlo para otros. Un ejemplo de esto es la música clásica. Esta puede causar el mayor deleite en algunos, y el mayor aburrimiento en otros, pero más allá de su problema de objetividad, la belleza genera una sensación de bienestar y felicidad, no produce rechazo sino aceptación.
Otra definición de la belleza que pude notar en las respuestas (y aquí es donde quisiera ahondar un poco más porque de esto nos habla el video), es que ésta es independiente a toda época y cultura. Se trata de la belleza como experiencia que debe ser descubierta, que debe ser conocida para ser apreciada. Aquí coincidimos con Santo Tomás de Aquino para quien la percepción de la belleza es una especie de conocimiento. Una de las personas respondió que puede haber belleza en quien quizás a primera vista no genera interés pero «lo ves bello porque lo amas y porque lo conoces», y esto me hizo pensar en Dios, en cómo nos mira y en si nosotros nos miramos como sus hijos. ¿Nos aceptamos tal cual somos?, ¿nos vemos bellos?, ¿nos sentimos amados por Dios, por aquel que nos creó?
Recursos apostólicos
Te propongo que reflexiones sobre estas preguntas y las respondas con sinceridad. Sea cual sea tu respuesta, sabemos que el Señor es experto en cambiar percepciones, en hacer nuevas todas las cosas, en afinar nuestras miradas para mostrarnos esa belleza que se oculta a simple vista. Belleza que está en donde antes quizás no la veíamos, porque generalmente se esconde en los pequeños detalles, en lo más simple y cotidiano. Creo que esa belleza, la interior, es lo que de verdad enamora hasta al más superficial de la tierra, porque es esa la belleza que no se corrompe.
«En cambio, vístanse con la belleza interior, la que no se desvanece, la belleza de un espíritu tierno y sereno, que es tan precioso a los ojos de Dios» (1 Pedro 3, 4-6).
Con todas estas reflexiones, y como despedida, te propongo algo: cuando puedas anda al Santísimo, trata de olvidarte de todo y tomando real consciencia de dónde estás y frente a Quien estás, vuelve a preguntarte: ¿me siento amada por Dios?, ¿lo amo?, ¿cómo me ve Dios?, ¿me siento hermoso al saberme su hijo? Te aseguro que te vas a sorprender con las respuestas 🙂
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