pentatonix

[dropcap]E[/dropcap]l Adviento es una época muy especial para todos los que realmente celebramos la Navidad y su verdadero significado: el nacimiento de Jesús. Sin embargo, ¿es posible hablar del nacimiento de un bebé sin pensar en la mamá? ¡Y vaya de qué mamá hablamos en estas fiestas! Es, de hecho, LA MADRE. ¿Estamos respondiendo a María como se merece, con nuestra vida?

Al escuchar la canción del grupo Pentatonix el corazón se nos llena de múltiples emociones. Y a los que somos padres, sin duda, se nos pone la piel de gallina si tratamos –y digo sólo tratar porque debe ser muy difícil lograrlo– ponernos en el lugar de María. ¿Quién era María? Una joven adolescente, Virgen, a la que le encomiendan la misión más fuerte de la historia de la humanidad: llevar en su vientre y educar al hijo de Dios.


Sólo pido que cierren los ojos 30 segundos y se pongan en su lugar y en el de San José: hace dos mil años, en una época en la que no se le hablaba a la mujer en público, en un pueblo donde apedreaban a las adúlteras, un lugar donde la dignidad del ser humano no era parte de una declaración universal y alguien podía mandar a matar a tu familia porque simplemente gobernaba. ¿Se imaginan? Ustedes mujeres y siendo  adolescentes, recibiendo este “pequeño” encargo sin tener experiencia en la vida y en ese contexto social. Ustedes hombres, escuchando a su prometida −a la que no le han puesto un dedo encima− decir que está embarazada del Espíritu Santo. Y luego con una barriga de 9 meses escapando −sólo los dos− de un genocida para recibir a este bebé en un pesebre. ¿Lo pueden sentir?, sin epidural, sin cama clínica, sin médico de cabecera, con sólo animales de corral al lado. Todo este sacrificio y tensión para que después de 33 años, te toque ver a tu hijo morir como mártir, en una cruz, como moría la peor escoria de la época y tú solo o sola, ahí, sin poder hacer nada. Solo ser testigo. Solo aceptar la voluntad de Dios. Solo llorar y pedir que no te duela tanto y que todo eso valga la pena. Porque María sí sabía que al besar a su bebé estaba besando el rostro de Dios, su hijo, que iba a morir por mí, por ti, por todos.

¿Y nosotros, nos estamos portando a la altura para devolver aunque sea una milésima del dolor a la Madre? ¿Cómo te sentirías si tu hijo, tu cónyuge y tú hubiesen pasado por todo esto por un grupo de amigos y esos amigos al final ni siquiera se acuerden, y actúen como si nada, como si la vida de tu hijo y su muerte no tuvieran ninguna relevancia?

El Adviento nos da esperanza

maria hijo
María tu sabias

A pesar de lo mal que nos portamos algunas veces y de ser tan poco considerados con el dolor de María y el sufrimiento de Jesús, tenemos siempre buenas noticias. Esta buena nueva es que Jesús siempre nos da esperanza. Y es la que recibimos con tanta alegría cada 25 de diciembre. Porque Jesús no sólo nació y murió. También resucitó. Y si ahondamos un poco más en nuestra vida espiritual a través del catolicismo, nos encontramos con que también nos dejó todo el manual para ser felices y todos los medios para alcanzar la santidad. Nos dejó un mandamiento nuevo, las bienaventuranzas, una Iglesia con los sacramentos y una Madre ¡Su Madre! para que interceda por nosotros y nos cuide por siempre. Nos dejó un canal abierto de solicitudes y trámites, que es la oración. Y con cero burocracia porque dijo bien claro Pidan y se les dará; busquen y encontrarán; llamen y se les abrirá” (Mt. 7, 7). ¿Estamos utilizando todos estos recursos para ser mejores personas?

Aprovechemos todo lo que Jesús nos ofrece, tengamos fe, oremos, busquemos a la Madre para que nos ayude y proteja. No es broma. Que esta Navidad nos sirva para convencernos de una vez por todas que sí, que Jesús un día caminó en el agua, salvó a nuestros hijos e hijas, vino a hacernos nuevos, le dio visión al ciego, calmó tormentas con Su mano, caminó por donde los ángeles lo hicieron, le dio oídos al sordo, resucitó a los muertos, hizo caminar a los cojos y gracias a Él los mudos cantaron alabanzas a Dios. María sabía todo esto. María sabía que el bebé que mecía y besaba era Dios, el Señor de la Creación quien algún día gobernaría las naciones. Se lo dijo el ángel y le creyó. Y tú, ¿lo sabes? ¿Lo crees? ¿Lo vives?

Nos quedan tres semanas para recibir nuevamente a este bebé y su mensaje de paz y amor. Sigamos dándole espacio a nuestros corazones para reflexionar y rezar sobre este maravilloso regalo que nos dio Dios, a través de María. Ahondemos, profundicemos, hagamos resoluciones también espirituales para este nuevo año. Tal vez una de ellas pueda ser decir más seguido: «Yo soy el servidor del Señor, que se cumpla en mí según Tu palabra».