el estoicismo

Hace unos días me preguntaron cómo era yo cuando enfermaba, es decir, si pasaba el dolor con cierto «estoicismo» o, más bien, era un poco dramática. Casi sin pensar, impulsiva, respondí que lo llevaba bien, con paciencia, con entereza.

Volviendo a casa, recordé que, pese a que en realidad nunca había pasado por patologías complicadas o circunstancias difíciles, la última vez que enfermé la tragedia se apoderó de mí. Fue algo inesperado, di positivo en COVID-19 y eso, a priori, iba a complicar mucho los siguientes días.

Si bien ya no había restricciones implícitas, en el trabajo me recomendaron quedarme en casa, la fiebre iba y venía, la garganta me dolía mucho, no dormía bien, tenía dificultades para comer, me dolía mucho la cabeza. ¡Vaya plan! ¡Con la de cosas que tenía previstas!

Lo primero era avisar a todo el mundo con quien había tenido contacto. Después resolver los temas urgentes del trabajo. Retrasar reuniones o tareas pendientes. Suspender planes con los amigos. E intentar por todos los medios que me recetaran antibiótico para que la cosa se resolviera antes. Eso no pasó. Todo lo que me recetaron fue descansar y beber agua. ¿Y nada más? ¿Simplemente cuidarme y esperar? ¡Qué agobio!

Igual, en realidad, no me tomaba demasiado bien los imprevistos del destino. Me sentía nerviosa, inquieta y triste. Me costó un poco ver la otra parte del dolor, la otra parte de esta situación. Y no sé si fui capaz de verla en ningún momento, quizás me perdí algo constructivo que mi cuerpo me revelaba a gritos.

Esta reflexión me llevó a interesarme por esto que llamamos tener una actitud «estoica», y di con un video sobre el estoicismo que me dejó interesantes ideas.

Estoicismo y templanza

Toma nota: sabiduría práctica, justicia, coraje y, mi preferida para los imprevistos… la templanza. Y es que no me imagino a Jesús tan estresado por una gripe como lo estaba yo. Y me gustaría parecerme a Él, porque comparto ese mismo sueño que tiene para la humanidad, por eso le sigo. Su ejemplo ante el dolor es más eficaz.

La persona templada demuestra un talento ineludible para manejar la complejidad de la vida. Y eso es algo a lo que todos nos gustaría aspirar. Es poder afrontar las cosas desde el sosiego, pero manteniendo abierta la perspicacia. Es controlar el impulso, pero sin perder la sensibilidad.

Porque la experiencia personal que he compartido es una tontería, una circunstancia poco relevante. Pensemos en situaciones verdaderamente complejas como afrontar un cáncer, una adicción, la soledad de la vejez, la pérdida de un ser querido, la pobreza, la injusticia social, o guerras como las que azotan nuestra realidad aún hoy en día.

Tampoco me imagino a Jesús afrontando todo esto desde la impulsividad, la desesperación, la agresividad o el descontrol.

Ejercitar la paciencia

el estoicismo

Si la templanza es mediadora en nuestras relaciones, se debe también al ejercicio de la paciencia. Esa actitud para vivir en el aquí y ahora, orientando la mirada y el corazón hacia lo que es relevante en cada circunstancia, es clave para construir un mundo mejor.

Un mundo mejor que igual nosotros ya no vemos, pero en el que trabajamos por el bien de las generaciones futuras. Y es que, aunque no lleguemos a verlo, habrá valido la pena. Nuestro testimonio suma.

Por lo pronto, creo que tendré que trabajarme un poco más para vivir en armonía en mi entorno y en cada situación, especialmente en aquellas que escapen a mi control, adaptándome mejor a cada circunstancia. La oración me será de gran ayuda, seguro.

El hombre al ser creado fue lleno de energía mental, física, emocional y espiritual, la cual debe usar y controlar adecuadamente para el bien común.

¡Que el Espíritu Santo nos ayude a conformarnos a imagen de Jesús, desarrollando templanza en cada área de nuestra vida!

¿Qué opinas tú sobre el estoicismo? ¿Hay algunos aspectos que quieras compartir? ¡Deja tus comentarios!

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