La estimulación temprana desde hace varios años goza de una muy bien ganada reputación. Nació como una intervención temprana para niños con dificultades de distintos tipos y los resultados que se obtuvieron fueron (y siguen siendo) muy positivos. Nada mejor que atender las necesidades de cada ser humano a tiempo y permitirle el mejor desarrollo posible de acuerdo a sus capacidades y posibilidades.

Tales fueron los éxitos de la estimulación temprana que en poco tiempo se convirtió en una práctica no solamente para los bebés que venían con alguna dificultad en concreto, sino que se extendió para toda la población. Hoy en día hay libros, aplicaciones, métodos de música, etc. que fomentan aprendizajes tempranos para promover un correcto desarrollo en el niño, sobre todo en actividades motoras finas y gruesas.

Así como nos lo presenta el video que les traemos hoy producido por Unicef en colaboración con la fundación Televisa.

El vínculo afectivo

Hoy por hoy, se ha comprobado que incluso casi más importante que la estimulación temprana es el vínculo afectivo. Y es algo que podemos leer claramente en este comercial, aunque no sea mencionado. El vínculo afectivo se trata específicamente de aquella relación de apego tan especial que se forma entre la madre y el niño en los primeros años de vida.

Nace naturalmente, reforzada por las hormonas que se producen durante los nueve meses de gestación, durante el parto y la lactancia. Este apego se sigue reforzado incluso cuando estas etapas han terminado. El contacto visual, las conversaciones, los juego y el contacto físico con los bebés y niños en edad temprana refuerza el vínculo y permite un desarrollo a todo nivel, no solamente cognoscitivo sino además emocional.

Desarrollará mejor seguridad personal, mejor empatía, mejores relaciones personales con los demás, inhibirse de agredir y desarrollar la capacidad de amar y ser amado.

No se trata de estar todo el día pegada a tu hijo, ni mucho menos de sobreprotegerlo y no dejarlo hacer nada por sí mismo. Se trata de construir un vínculo emocional sano. En donde la madre es seguridad, ternura y enseñanza. Donde el niño aprenderá a sentirse seguro y  volverá a ella para «pedir» conocimiento.

Las dificultades de hoy

Nuestra época se caracteriza por madres que ya sea por desarrollo profesional, personal o por necesidad, salen a trabajar y pasan gran parte de su tiempo fuera del hogar lejos de sus pequeños. Latinoamérica no se caracteriza por periodos de maternidad prolongados y muchas de las plazas que existen comprenden horarios extensos. Entonces, ¿será posible generar vínculo en situaciones así?

La estimulación temprana pareciera que es más sencilla de conseguir que el vínculo. Suele suceder que las personas que se quedan a cargo del niño muchas veces asumen ese rol o en el mejor de los casos, llevan al pequeño a un centro especializado.

¿Cómo generamos el vínculo? No desesperen, la maternidad fue exigente siempre. Tener al cuidado un ser humano que no puede valerse por sí mismo y al que hay que educar es todo un desafío, pero jamás olvidemos que además de desafío y responsabilidad, es un regalo hermoso. Disfrutemos de ese regalo también.

Sacándole el jugo al tiempo

Existen actividades que necesitan ser hechas por mamá, sobre todo al principio de la vida. Llegar a darle el baño antes de dormir, conversar con el bebé mirándolo a los ojos, acunarlo para dormir, hacerle caso cuando llora, reclama o se pierde en una pataleta, por ningún motivo ignorarlo o exigirle que se porte como un adulto cuando no lo es.

La paciencia no es la única aliada, así como aprendemos una profesión podemos aprender ciertas habilidades o técnicas que nos ayuden a generar un vínculo sano con nuestros hijos. 

No se trata de doblegarse a todos los deseos de nuestros bebés. Se trata de hablarles con cariño, de explicarles los peligros, de respetar las rutinas y de estar ahí cuando te necesitan. Algunas cosas que podrías hacer durante el tiempo que pasas con tu bebé luego de llegar del trabajo pueden ser:

 1. Darle un baño y jugar con él mientras lo bañas.

2. Al secarlo darle un masaje. Contarle los deditos de las manos y los pies (hay miles de canciones con las que te puedes ayudar).

3. Si llora producto de una pataleta, abrázalo. Distráelo mostrándole otras cosas y cuando se haya calmado explícale la situación. Por ejemplo: «Ya era hora de salir del agua. Te puedes resfriar. Luego el pechito duele». O si quería comer algo que le hace mal, explicarle que hay cosas que hacen doler la barriguita.

4. Cuando hables utiliza un lenguaje simple y oraciones cortas. Si le das un discurso, definitivamente se perderá en tus palabras y no entenderá nada.

5. Antes de decirle «no», sácalo de la situación y explícale el por qué no puede hacer lo que quiere en ese momento.

6. Cántale o cuéntale un cuento (de acuerdo a su edad), antes de dormir.

7. Acúnalo o acarícialo para dormir.

8. Felicítalo cada vez que logre algo, con besos y aplausos.

9. Respóndele cuando llora, y cuando está contento también.

10. Motívalo cuando esté intentando algo.

11. Hazle ejercicios con piernas y brazos mientras le conversas.

12. Dale de comer y déjalo comer solo (sí, así haga todo un desastre).

Recuerda, es importante la estimulación temprana, pero no solo se trata de aprender a hacer cosas o desarrollar todo su potencial (la verdad es que es difícil de saber cuál puede ser todo el potencial de un niño), pero sí darle lo mejor que puedas no solo en cosas, o en actividades.

Lo mejor que puedas significa darte tú como mamá y ¡como papá también! El papá no está exento de generar un vínculo también, el vínculo lo desarrollará de distinta manera en un inicio, recordemos que el niño pasa nueve meses dentro de su madre. Hay actividades que al principio la madre, por naturaleza, les dedicará más tiempo al niño y con el tiempo esto irá variando.