

Esmirna es actualmente una ciudad perteneciente al territorio turco, que posee el segundo puerto más importante del país. Y en esta ocasión nos vamos a centrar en la Esmirna de la época bíblica para hacer una comparación con la situación que vivimos ahora los cristianos.
Camino a Efeso al norte, se encuentra a unos 60 kilómetros una ciudad encantadora de Asia. Ciudad populosa que se gloría de ser la patria de Homero. Una ciudad que en la época demostraba un fuerte desarrollo, teniendo alrededor de 250.000 habitantes.
Estaba enriquecida por una estructura ordenada en su arquitectura, por calles pavimentadas que se limitaban por el mar Egeo, su puerto era uno de los más activos de Asia. «La joya del Asia» al decir de los antiguos «la primera ciudad por su belleza», como ella misma hizo estampar en sus medallas, pero también casi la primera en actividad febril. Esta era Esmirna.
Esmira y el Apocalipsis
En el tiempo en que el Apocalipsis se escribió, Esmirna era una ciudad grande y hermosa, orgullosa de sus riquezas y su esplendor. La ciudad sufrió frecuentes terremotos, pero siempre se levantó cada vez más hermosa y fuerte de las ruinas.
Es importante centrar la mirada en Esmirna comparándola con el mundo actual. Si bien los ciudadanos vivían en medio de la belleza de la ciudad y del fuerte comercio y economía que generaba el ser ruta de comercio marítimo, en ella estaban los «pobres» cristianos, como les llama Jesús.
El mundo actual vive entre múltiples tipos de riquezas y pseudo-riquezas, pero este mensaje del Apocalipsis sigue siendo hoy una mensaje claro y vivo para quienes viviendo en el mundo, buscamos no ser del mundo, los cristianos de hoy.
La carta a la iglesia de Esmirna (Ap 2, 8- 11)
Tiene dos temas principales. La fidelidad heroica de la que goza la comunidad y la persecución y calumnia que sufren. Al leer el mensaje enviado a esta iglesia podemos concluir fácilmente que se trata de una iglesia que vive la persecución y que aun en dicha situación, se ha mantenido fiel al Señor.
Es de resaltar que en la presentación de sí mismo, Jesús les invita a recordar que Él es «el que estuvo muerto y ahora vive». Es decir que Jesús comienza dando una voz de ánimo ante las dificultades que están pasando, al decirles que Él ha vencido hasta la misma muerte, que vive y camina con ellos.
Luego, Jesús expresa el conocimiento que tiene de la comunidad de Esmirna. Donde reconoce que viven en medio de la tribulación y la pobreza material, aunque son ricos en su vivencia del Evangelio. Es de resaltar que en esta carta se rompe el esquematismo del Apocalipsis, y no se encuentra una evaluación negativa de la comunidad como en las otras cartas.
Con ello se pone en evidencia que la iglesia de Esmirna es valorada por Jesús gracias a su capacidad de ser fieles. Aun en medio de la persecución, a quienes se hace la promesa de que obtendrán la corona de la vida.
¿En qué se parece Esmira a nuestra actualidad?
Muchas personas viven hoy situaciones sumamente difíciles, llenas de opresión, persecución, calumnias o violencia. Donde el permanecer fiel se convierte en un reto diario. Donde el deseo de seguir a Jesús se hace casi un imposible, a estas personas también está dirigida esta carta, ellos son la Esmirna actual.
Si bien el tiempo de Cuaresma es un llamado a revisar el corazón y regresar al Señor, una invitación a purificar la vida y buscar el verdadero sendero hacia el Él, también es una voz de aliento para quienes buscan ser fieles en medio de esta cruda realidad en que vivimos.
Donde la persecución no se reduce a lo que antes era, una persecución evidente de ataques directos. Sino que de manera subliminal, se persigue a todo aquel que está luchando por ser fiel a Dios. Las tribulaciones que nos trae el texto del Apocalipsis no son solamente aquellas que vivió el pueblo de su época, sino que comprenden las tribulaciones pequeñas o grandes que vive (padece) el hombre de hoy.
Aquel que diariamente se despierta en la mañana y con el simple acto de dar gracias a Dios por un día más de vida, ya está en contra corriente con una sociedad poco o nada trascendente. Además, no podemos pasar por alto a tantos hombres que hoy padecen la persecución y hasta el martirio. Simplemente por creer en Jesús como Salvador, es en todos ellos que esta carta cobra sentido actualmente.
Jesús viene en esta Cuaresma a la vida de cada hombre
Y se presenta como el vencedor, como el fiel. A quienes sufren les dice, «sean fieles y al final obtendrán la corona de la vida», en el texto se utiliza la palabra griega «στέφανον» (estéfanon), que alude a una corona de victoria.
Por tanto, el Señor promete a quienes en medio de la persecución, los pequeños o grandes sufrimientos y sacrificios, luchan incansablemente por mantenerse en la fidelidad, una victoria que es su misma victoria, la vida eterna, la felicidad de unirse completamente a Él por los siglos sin fin.
La comunidad de Esmirna vivía en la pobreza debido a la situación de persecución constante. Esta pobreza les permitió abandonarse en el Señor y acrecentar la fe en lo verdaderamente importante. Es este también un llamado para el hombre de hoy. Un llamado a despojar el corazón del amor a la riqueza material y como dice el Evangelio, «atesorad los bienes del cielo», para reconocer más fácilmente al Señor.
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