VerdaderoAmor 8x5

En este video, Paul Gale nos muestra algunas de las razones más comunes de la soltería no deseada: prejuicio, vanidad, egoísmo, etc. Y lo termina diciendo: “Pásala solo, porque te lo mereces”. Personalmente, me gustaría utilizar esta última frase – divertida y un tanto agresiva – para desafiar aquellas ideas pre-concebidas que gobiernan muchas de nuestras decisiones, incluso cuando se trata de amor.

Pero vamos por partes. Lo primero que me llamó la atención es que, tanto él como ella, buscan a esa persona con quien puedan compartir distintos momentos y experiencias. Vivencias que no tienen que ser extraordinarias, necesariamente, sino más bien cosas netamente cotidianas: la cena, el café, una película después del trabajo. Al fin y al cabo, la vida. Más interesante aún es el hecho de que, en cierto momento y en medio de su languidez y soledad, ambos dicen no querer compartir estas cosas con un extraño… ¡quieren un amigo! Y es que es justamente ahí de donde parte el amor.

Como comenta el reconocido padre jesuita Jorge Loring: “Para casarse, es indispensable amarse; para amarse, es preciso conocerse; para conocerse, tratarse; para tratarse, primero hay que encontrarse”. Ciertamente, en este video vemos que los protagonistas se encuentran, pero son sus prejuicios superfluos, tal vez alimentados por nuestra sociedad actual, los que no permiten el tratarse. Es en este punto donde encuentro importantes elementos apostólicos: ¿Cómo es que nos lamentamos por no encontrar el amor si nos permitimos ser gobernados por prejuicios, si no estamos dispuestos a tratar de encontrar en nuestro prójimo a un amigo?

Indudablemente, Dios, que ha creado al hombre por amor, lo ha llamado también al amor; vocación fundamental e innata de todo ser humano (CIC 1604). Es tal vez por esta razón que nuestra propia alma intuye esta realidad y permanece inquieta hasta alcanzar su llamado al amor. En el contexto de amor de pareja, éste se entiende como algo recíproco y exclusivo: “Yo soy para mi amado y mi amado es para mí” (Cant 6, 3). Ser totalmente uno del otro, saber que ella me conoce a mí como yo la conozco a ella es el ideal del amor y también es lo que Dios nos promete en su paraíso: “Ellos serán mi pueblo y Yo seré su Dios” (Jer 32, 38).

Finalmente –movidos, tal vez, por esta cultura de belleza vana, consumismo y descarte– son muchos los que hoy se preguntan si es que existe el amor verdadero, si el matrimonio puede realmente durar hasta que la muerte nos separe. Ante esto, las escrituras nos dicen: “Porque es fuerte el amor como la muerte” (Cant 8, 6). Pero ¿cómo logrará el amor humano ser fuerte como la muerte? Solo será posible si acepta mirar al amor eterno, a Dios. El amor no consiste en mirarse el uno al otro, sino en una búsqueda común de Dios. Los esposos no se convierten en ídolos uno del otro, ni hacen de su felicidad la meta de su vida: sería ir a la esterilidad. Más bien, quieren responder a un llamado de Dios y construir con Él su vida, y Dios es quién les dará la felicidad.

Como lo señala la Conferencia Episcopal Argentina en su comentario del amor: Todo amor verdadero viene de Dios y es algo de Dios; de manera que, el amor es eterno o no es.

Dinámica:

Discutir en grupos pequeños: ¿Trato activamente de vencer prejuicios aprendidos? ¿Me considero un buen amigo? Discutir también las preguntas que se plantean en el texto.