Expectativa: Ya superamos lo más difícil de la pandemia, ahora todo volverá a ser como antes. Por fin le diremos adiós al Zoom, a las videollamadas, a tener que transmitir todo online o a tener que publicar cosas en redes sociales.

Realidad: Olvidarnos de internet, ¡ni en sueños! Hemos aprendido el valor que aportan las plataformas digitales a la experiencia de la fe y muchos de nuestros hermanos necesitan que les sigamos acercando la experiencia comunitaria, pastoral y formativa a través de internet.

Por eso no es de extrañar que nos sigan diciendo cosas como «Es que en la mañana no puedo ir al retiro, ¿lo van a transmitir?». O también solicitudes del tipo «es que tengo otra actividad a esa hora, ¿podrían grabar la reunión?».

Y aquí es donde muchas comunidades parroquiales, evangelizadores y emprendedores digitales católicos, proyectos misioneros, movimientos y distintos grupos eclesiales se ven exigidos a hacer algo que antes no hacían: mantener las actividades presenciales y al mismo tiempo seguir activos en Internet.

Lamentablemente, muchos ven esto como un problema, pues antes de la pandemia todo era presencial. En la pandemia todo fue online y resulta que ahora no volvimos a lo presencial. Nos quedamos con ambos mundos. Pero se hace difícil, porque somos las mismas personas quienes trabajamos. No somos el doble.

Sin querer sonar autorreferente, en mi rol como educador y conferencista, desde el 2020 he tenido la oportunidad de dar más de 80 consultorías a distintos proyectos digitales católicos (sobre todo emprendedores digitales y grupos pastorales) y dado más de 60 conferencias y talleres a parroquias, congregaciones, colegios, universidades y movimientos.

Eso me ha permitido conocer muchas realidades de América Latina y el Caribe, hacer un diagnóstico de la pastoral digital y discernir 5 dolores muy frecuentes que se viven asociados a sostenibilidad de los proyectos digitales.

1. Muchos proyectos muy similares

emprendedor digital

Dolor: Seguro para el Miércoles de Cenizas tu feed de Instagram o tu inicio de Facebook se llena de fotos de frentes marcadas con una cruz, así como para Pentecostés se llena todo con fuego o palomas blancas. De la misma manera, de un momento a otro te viste rodeado de posts de frases de santos o pensamientos espirituales, todos muy parecidos entre sí.

Hemos tenido muy buena intención de compartir nuestra fe en internet, pero no hemos tenido mucha creatividad para decirlo de una forma fresca y novedosa. Entonces muchos proyectos, se duelen porque lo que hacen no impacta, no crece, no prospera. Más bien, flotan a la deriva en un mar de otros proyectos que se parecen mucho.

Iluminación: Es necesario que un evangelizador y emprendedor digital reflexione sobre sus narrativas proféticas en internet. ¿Cómo transmitir el mismo mensaje, usando nuevas expresiones?
Buscando referentes, mirando lo que ocurre a nuestro alrededor con humildad, conociendo lo que otro emprendedor digital está haciendo, podemos evitar repetir mensajes ya dichos cientos de veces y discernir mejor en qué podemos aportar valor, en lugar de competir con otros proyectos similares al nuestro.

2. Poco crecimiento de la audiencia digital

Dolor: Seguro que cuando recién hiciste tu perfil de Instagram creció mucho la primera semana o los primeros meses, pero ya con el tiempo se estancó y ahora los likes que recibes son de tu mamá, tus tías y las vecinas.

El proyecto digital se estancó y junto con eso, tu motivación por seguir haciendo cosas. Te dices a ti mismo: «¿Para qué voy a seguir creando contenidos si no los ve nadie?»

Iluminación: Primero que todo, no buscamos romper récords estadísticos en internet. Con un corazón que toquemos, ya está la tarea hecha. Quizá no será con el post que harás hoy o con el de mañana, pero no te detengas. Nunca sabes cuándo alguien va a necesitar ese post que tú estás dudando publicar.

Por otra parte, esto no es mágico ni instantáneo. Es importante que, como emprendedor digital, te capacites y actualices. Los algoritmos, las plataformas y su funcionamiento cambian día a día y la única forma de mantenernos a flote, es que sigas actualizándote. 

3. Nuevas tareas, nuevos problemas

emprendedor digital

Dolor: Ahora la parroquia necesita no solo monaguillos, un coro y lectores. También necesitamos encargados de las redes sociales, personas que hagan fotos, que colaboren con las transmisiones online y no siempre los tenemos a mano.

Al mismo tiempo, estas nuevas tareas muchas veces implican inversión de dinero. Comprar equipos, mejorar el wi-fi del templo, costear la capacitación de algún integrante de nuestro grupo.

Y siendo sinceros, no todos los presupuestos parroquiales tienen un ítem de «proyectos de pastoral digitales» y no todos nuestros líderes pastorales están tan felices con la idea de ponerle énfasis a esta área de la pastoral.

Iluminación: Un emprendedor digital católico necesita ser agente de cambio, primero desde la mentalidad y luego desde la práctica. Ser contagiosos en el entusiasmo, en el testimonio y en los beneficios de sostener la pastoral digital como un elemento importante de nuestro quehacer. Este quehacer también implica buscar la sostenibilidad económica.

No es un estorbo si se le lleva bien, es un aporte que permite acercar la experiencia de la fe a más personas.

4. Nuestros hermanos esperan más de nosotros

Dolor: Seguro para la próxima Vigilia Pascual del 2023 más de alguno nos va a preguntar si la vamos a transmitir por el Facebook de la Parroquia o si se dará alguna catequesis por Zoom, o si la secretaria Parroquia podría enviarnos el certificado de bautismo por mail… y así una lista enorme de solicitudes pastorales digitales.

Es que es una ilusión pensar que con la vuelta a lo presencial, todo lo digital se guarda en un cajón. Nuestros hermanos esperan más de nosotros, que hagamos ambas cosas: lo digital y lo presencial. Y eso, es cansador, frustrante y estresante.

Iluminación: Te sugiero que no tengas un espíritu de resignación, sino más bien uno de adaptación al cambio. Es decir, en lugar de frustrarse por lo complicado de la situación, anímate con las enormes posibilidades de hacer el bien que tenemos (que son mucho más que las que teníamos antes).

Te invito a mantener un registro de estadísticas, eso anima mucho y ayuda a darle valor a lo que hacemos. ¿Te has preguntado cuántos enfermos han podido participar de la Misa ahora que se transmite online? ¿Cuántas personas se han enterado de las noticias parroquiales y que antes no se enteraban porque no iban a la parroquia?, ¿Cuántos han podido rezar por sus enfermos o difuntos y poner sus intenciones de oración a través de algún mensaje? ¿O cuántas casas se han iluminado por medio de sus televisores con el Señor Sacramentado expuesto en alguna Hora Santa, iluminando también a todos los integrantes de esa casa?

Me parece que no tenemos que dejar de hacer ese bien.

Así que mucho ánimo. Si bien la tarea es desafiante, los que hacemos apostolado nunca la hemos tenido fácil, ni desde los primeros, cuando acompañaban al Señor caminando de pueblo en pueblo, hasta nuestros días en que nos toca mostrar al Señor de pixel en pixel.

5. La dificultad de darle sostenibilidad a los proyectos

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Dolor: Con mucha alegría hemos visto cómo durante estos años han surgido muchos emprendimientos digitales católicos que, con la mejor de las intenciones, ofrecen servicios y productos de forma profesional, para personas católicas.

Desde tiendas de objetos religiosos, proyectos de contenidos digitales, profesionales que ofrecen sus servicios desde una mirada católica y así una lista larga.

Esto es una excelente noticia, pues hacía falta que laicos pudieran dedicarse profesionalmente y a tiempo completo a proyectos católicos, que les permitan vivir dignamente, generar ingresos y aportar valor a la Iglesia.

Pero no siempre es fácil pagar la facturas, lograr las ventas del mes y darle sostenibilidad al proyecto.

Iluminación: Para un emprendedor digital católico, es necesario aprender herramientas de Marketing Digital, es necesario entender la lógica de las redes sociales, ¡es necesario cambiar la mentalidad de que todo lo que es católico debe ser necesariamente gratuito! Claro que hay cosas a las que no se pueden poner valor – como los sacramentos, la oración, etc. – pero muchos productos o servicios de nuestro proyecto de evangelización necesitan costearse para ser sostenibles. 

En Catholic Link tenemos muchos recursos para ayudarte y acompañarte en este camino. Si quieres seguir actualizándote, te invito a que te inscribas gratuitamente a la Semana del Emprendedor Digital Católico. En tres entrenamientos verás los pasos y el plan que necesitas para crear un proyecto de evangelización sostenible. Puedes inscribirte ¡gratis! en este enlace.