

Como dicen muchos por ahí, no es el destino, depende de ti hacer que las cosas sucedan. Sabemos que el amor es algo que en muchos de los casos no se puede predecir, que llega a tu vida y punto, pero una cosa muy diferente es que llegue, y otra ser capaz de mantenerlo y hacer que crezca.
Desde el 2010 hasta el 2013 de dos a tres millones de parejas chinas solicitaron el divorcio. De acuerdo con las autoridades del país asiático, en sólo una década el fracaso de los matrimonios se ha duplicado.
¿Y cuál es la razón? Podríamos hablar de varios motivos relacionados con las condiciones sociales y económicas en China, entre las cuales resalta el no tener que pagar impuestos muy altos, tener otra vivienda, llevar a los hijos a mejores escuelas o conseguir el subsidio social mínimo. Pero acá o en la China, sigue siendo la misma razón: cada vez nos es más difícil comprometernos y guardar las promesas que un día hicimos sobre todo cuando ellas requieren un amor probado en la dificultad y el sacrificio.
De este tema hay mucho que decir, pues amar para siempre es difícil y ser fieles a las palabras que un día pronunciamos aún más, pero el video nos ayuda a entender algo: siempre podemos volver a amar aunque parezca imposible. Si quieres que las cosas sucedan de nuevo una parte importante consiste en volver a intentar, volviendo una y otra vez a los momentos fundantes de la relación, recordarlos, hacerlos vida nuevamente, rescatar del olvido las palabras y las promesas hechas, recordar lo que significa el compromiso y el valor que este tiene en nuestra vida. Hace tiempo escuche una historia de un sacerdote que compartía algo que le dijo un esposo: -Padre, ya no amo a mi esposa-. Y el sacerdote le dijo: -Bueno si no la amas ahora, vuelve a tu casa e intenta enamorarte de nuevo-. Muchos podrían decir que eso es forzar las cosas, pero siendo sinceros, muchas cosas en nuestra vida tienen un final feliz porque nos esforzamos en que así sea.
Por otro lado, otro punto interesante de este video (no sé si fue esa la intención de los realizadores) es la constatación de que una sociedad sin la figura esencial de la familia, es una sociedad que se desmorona desde dentro, pues la separación no solo destruye a las personas concretas involucradas, sino que desbarata todo orden social y económico que pretenda mantener estable a un país y eso lo vemos claramente en China; un gobierno preocupado por la falta de mano de obra, el crecimiento acelerado de la población anciana, preocupado porque en unos años a los hombres le será difícil encontrar esposa y tratando de hacer malabares con el desastre que han causado con sus políticas anti vida, autónomas de todo carácter moral e inhumanas. Cuando las políticas económicas y del desarrollo de los pueblos olvidan la ley del amor, que es la más importante y la que le da estabilidad a las cosas, se condenan al fracaso.
«Con el pasar del tiempo, estas posturas (autónomas de todo carácter moral) han desembocado en sistemas económicos, sociales y políticos que han tiranizado la libertad de la persona y de los organismos sociales y que, precisamente por eso, no han sido capaces de asegurar la justicia que prometían … (La caridad) Al ser un don absolutamente gratuito de Dios, irrumpe en nuestra vida como algo que no es debido, que trasciende toda ley de justicia. Por su naturaleza, el don supera el mérito, su norma es sobreabundar. Nos precede en nuestra propia alma como signo de la presencia de Dios en nosotros y de sus expectativas para con nosotros» (Benedicto XVI – Caritas in veritate).
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