el padre nuestro

«Padre Nuestro» es la gran oración que nos dejó Jesús. Es la oración ecuménica por excelencia que nos recuerda que somos hijos del mismo Padre y, por tanto, estamos llamados a caminar juntos. Jesús nos pidió la unidad, porque simplemente no podemos ser Iglesia sin ser un solo cuerpo.

Y creo que eso es, en parte, lo que Matt Maher nos ha querido recordar en esta canción titulada «The Lord’s Prayer». Pensar en esta oración plasmada en la hermosa letra de esta canción nos recuerda que todos estamos guiados por la voluntad amorosa de Dios.

«Todo es tuyo»

Tantas veces hemos querido apropiarnos de algo, ¿te ha pasado? ¿Quién no ha querido decir que el dinero es suyo, que sus bienes materiales son suyos? Pero al final de cuentas, todo le pertenece a Dios y nosotros solo lo administramos.

«Es tuyo, todo tuyo, el Reino, el Poder y la Gloria son tuyos». Todo lo natural que conocemos y lo sobrenatural que escapa de nuestra comprensión le pertenece al Señorío de Dios. Dios es dueño y Señor sobre todo cuanto existe.

Pero muchas veces en nuestro interior, este orden se quebranta y nos llegamos a poner a nosotros mismos como dueños de cuanto existe, cuando nunca ha sido así.

Poder estar en comunión con Dios también requiere de nuestra parte que podamos devolverle a Dios el lugar que le pertenece en la creación y en todos los ámbitos de nuestras vidas: laboral, económico, afectivo, familiar, espiritual, etc.

Con la conciencia de que todo es suyo, y nosotros estamos llamados a ser administradores, podemos entrar en un mejor discernimiento, preguntando a Dios: ¿qué esperas que haga con esta realidad? ¿Qué esperas que haga con el dinero?

¿Y con mi familia? ¿Qué esperas que haga con el trabajo que me has concedido?

Padre Nuestro, «que venga a nosotros tu Reino»

Jesús comparó el Reino de los Cielos con un grano de mostaza, una semilla que en apariencia es pequeña, pero al crecer y convertirse en un árbol, llega a ser usualmente grande y frondoso. Y la experiencia de comunión con Dios y todos los bienes espirituales que Él nos concede siempre crecen en silencio.

Parecen pequeños y tantas veces ocultos a nuestra vista, pero siempre están presentes. ¿A ti también, como a mí, te ha costado ver la presencia viva y operante de Dios en tu vida? Las realidades espirituales siempre van a tener un carácter de sutileza, crecen en silencio en nuestro interior.

Pareciera tantas veces que somos frágiles para creer, que rápidamente nos distraemos y volvemos a lo terrenal de nuestras vidas; pareciera incluso que el anuncio del evangelio que hacemos puede ser muy frágil, si lo ponemos solamente en nuestras manos.

Sin embargo, ante estas realidades, Jesús nos enseñó que le pidiéramos al Padre «Que venga a nosotros tu Reino», le pedimos que se quede con nosotros.

Que haga crecer en nosotros las realidades espirituales que expresan más profundamente nuestra identidad y nuestra vocación como personas humanas, como hombres y mujeres. Que podamos vivir todo aquello que es digno de la Vida y la Presencia a la que hemos sido llamados.

Si es algo que Jesús nos enseña a pedir, es algo porque corresponde a Dios darnos, pero nos corresponde a nosotros hacer crecer.

«Como es en el Cielo, aquí en la tierra»

«Como es en el Cielo, aquí en mi corazón» dice la canción de Matt Maher, es una forma de entender también que no podemos hablar de la voluntad de Dios como algo externo que pase alrededor de nosotros. Además de eso, nosotros necesitamos buscar con todas las fuerzas de nuestro corazón hacer la Voluntad de Dios.

El corazón en las Sagradas Escrituras siempre ha sido sede de nuestras emociones, de donde procede el bien y el mal, el centro de nuestros afectos y de nuestra vida. Por eso, pedirle a Dios que se haga su Voluntad también es pedirle que nos ayude y nos enseñe a hacer su Santísima Voluntad en lo grande y pequeño de nuestras vidas.

Por lo general, nadie está en desacuerdo cuando hablamos de «hacer la Voluntad de Dios», todos respondemos afirmativamente a esta realidad.

Sin embargo, cuando llevamos esto al plano moral, cuando se trata de defender la Verdad y hablar de la Voluntad de Dios, incluso en los temas que más incomodan a la sociedad en el mundo actual, ahí muchas veces experimentamos la división que existe en el mundo actual, que no siempre sabe comprender lo que Dios en esencia ha querido.

La oración del Padre Nuestro

En conclusión, el Padre Nuestro es una oración que fácilmente aprendemos de memoria, pero difícilmente rezamos con el corazón. La costumbre puede hacernos rezar de forma automática. Al igual que la Santa Misa, rápidamente podemos perder de vista lo esencial y trascendental que Dios nos está señalando en la oración y en la liturgia de la Iglesia.

Pidámosle a Dios un corazón sensible y abierto a sus misterios. Para que sepamos ser conscientes de la identidad que tenemos. Para vivir lo que pedimos a Dios en esta oración tan hermosa que Jesús mismo nos regaló: el Padre Nuestro.

Los autores Gary e Isabela cuentan con un proyecto, Volver a lo esencial, donde tratan temas sobre el amor humano y las relaciones de pareja.