desempleo juvenil
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[dropcap]C[/dropcap]omo veíamos en el anterior post, sobre la Crisis Económica en Europa, la especulación en los mercados y la burbuja inmobiliaria pegó duro a muchos países. En este documental de TVE, titulado ¿La generación perdida?, se explica claramente el impacto de la crisis económica en los jóvenes europeos. Es un tema con mucha relevancia actualmente e incluso el Papa Francisco se ha referido a este tema en más de una oportunidad.

Una de las consecuencias más penosa en toda crisis económica es el desempleo, pues es el detonante de una serie de problemas sociales, que impacta negativamente también en la vida interior de la persona, en sus anhelos y en su autoestima. El Papa Francisco asevera que «en el trabajo libre, creativo, participativo y solidario, el ser humano expresa y acrecienta la dignidad de su vida». En el caso particular de la crisis económica actual, el desempleo impacta más en los jóvenes que en los adultos, pues los primeros que deberían iniciar su inserción en el mundo laboral, tienen una expectativa muy grande y el profundo deseo de cambiar el mundo. Mientras que los adultos han gozado ya de la dignidad de un empleo, han tenido experiencia previa y en última instancia probablemente tengan mayor madurez para afrontar el desempleo que los jóvenes.

En los países europeos ha sucedido un fenómeno paradójico, pues los jóvenes que deberían insertarse en el mundo laboral, de niños vivieron el lujo y el confort del primer mundo. Sin graves problemas, se formaron en la época de la globalización e internet, con acceso a mucha información y debido a esto quizás sean los jóvenes con la posibilidad de mejor preparación de la historia de la humanidad, pero lamentablemente sin opciones concretas ni oportunidades reales.

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Por lo tanto, estos jóvenes la tienen cuesta arriba, deben invertir tiempo y esfuerzo en buscar oportunidades para querer cambiar las cosas, y se centran tanto en esto que erradamente empiezan a dejar poco tiempo y recursos para formar una familia, o en el mejor de los casos, tristemente, la van postergando.

Ya en el 2006, en un artículo llamado Missing Children en el Wall Street Journal, por el Premio Nobel de Economía Gary Becker, se habla de tasas de natalidad muy bajas en Europa. Algunas de las variables que consideramos que impacta negativamente en este problema son: la legalización del aborto, la unión entre personas del mismo sexo, un desenfrenado egoísmo y libertinaje que puede generar temor al compromiso a largo plazo, que a su vez decanta en menos parejas estables. Por lo tanto menos nacimientos, creciente número divorcios, etc.

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La crisis económica ha afectado también los índices de natalidad en países europeos

El Papa Benedicto XVI en el 2009 decía: «La apertura moralmente responsable a la vida es una riqueza social y económica. Grandes naciones han podido salir de la miseria gracias también al gran número y a la capacidad de sus habitantes. Al contrario, naciones en un tiempo florecientes pasan ahora por una fase de incertidumbre, y en algún caso de decadencia, precisamente a causa del bajo índice de natalidad, un problema crucial para las sociedades de mayor bienestar».

Los alarmantes índices de natalidad al final del camino dejan una generación con menor proporción de personas en edad para trabajar, en comparación con el número de jubilados que se mantiene creciente al pasar los años. Como consecuencia de esto,  el incremento de las jubilaciones y gastos médicos agrava la crisis económica pues estos gastos son financiados, en la mayoría de los países, por impuestos de seguro social que pagan las personas que están en edad de trabajar, y que lamentablemente, para la economía de algunos países, se viene reduciendo.

Se da una lógica que genera un bucle sin salida: Si no hay familias, es muy difícil que haya hijos. Si no hay hijos no hay un índice de remplazo generacional adecuado. Si no hay recambio generacional se estanca la economía al punto de ser uno de los factores que agrava una crisis.

Asociado a este tema, la agencia europea RT muestra un reportaje donde se ven consecuencias demográficas de la crisis económica en las parejas jóvenes europeas.

Consideramos que este reportaje, si bien explica el problema, utiliza criterios erróneos, ya que definitivamente tener hijos no debe ser considerado como un riesgo. No lo es si se tiene un enfoque de esperanza en el futuro. Una visión positiva del verdadero rol de la paternidad y maternidad radica en la misión de la familia como núcleo de la sociedad. Ciertamente sería un riesgo para un enfoque egoísta, con una visión reducida y negativa del futuro si nos centramos únicamente en nosotros mismos.

Adicionalmente, debemos mencionar que también es errado pensar que el nacimiento de un niño es meramente una fuente de gasto, ya que si bien implica utilizar recursos, no sólo económicos sino también en términos de entregar tiempo y comprensión de los demás, se debe mirar como una inversión. Sin dejar de lado la responsabilidad, resulta inútil vivir sin la esperanza de que lo que hoy anda mal puede cambiar, al final del camino tener hijos es una inversión en el bien común de la humanidad.