

Hace apenas unos días el hijo de David Bowie, Duncan Jones, tuiteó durante la madrugada lo siguiente:
«Tengo dos hijos, de 2 años ½ y de 9 meses, respectivamente. Les digo algo, no he visto nunca en mi vida al alguien admitir que los hijos son super cansadores, frustrantes, desestabilizadores de la vida. Raramente son divertidos. Sí, las sonrisas son grandiosas, los abrazos amorosos, pero es DURO y no es obviamente una buena decisión en la vida».
Frente a esta afirmación muchos seguidores de Twitter han expresado su desacuerdo, y otros tanto su apoyo. Seguramente a primera impresión podemos decir, como algunos lo han dicho: «Pobres niños por tener un padre tan infame».
Al conocer estas afirmaciones, no es difícil caer en cuestionamientos y también ajusticiamientos. Pero tratemos de entender qué hay detrás de un rechazo tal a la maternidad y paternidad, incluso cuando el hijo ha sido tan deseado pero la labor de la crianza se hace casi insoportable.
1. Criar hijos, puede ser una tarea realmente dura
Empecemos con aceptar esto. Creo que todos los padres sabemos que criar a los niños no es una tarea fácil. Pero además de la tarea misma, que se dulcifica, por el amor que sentimos por nuestros hijos, hay otros factores de temperamento, aprendizajes y hábitos adquiridos durante la vida que hacen esta tarea muchísimo más dura. En muchos casos incluso esto ocasiona que los padres rechacen a sus propios hijos con las consecuencias tan duras y permanentes que esto puede causar en los niños.
La cultura en la que vivimos hoy, es propicia para tener este pensamiento. Ya lo decía el papa Francisco: «La cultura del bienestar nos ha convencido de que es mejor no tener hijos. ¡Es mucho mejor! De esa forma puedes ver el mundo de forma diferente, ir de vacaciones, tener una casa de campo y ser libre». No es difícil rechazar a los hijos si he sido criado en un pensamiento así.
2. Esta es tu vida. No ha sido postergada
«Aquí es donde la gente se siente obligada a decir «¡No lo cambiaría por nada del mundo!» Pero ya sabes … ¡Por supuesto que lo reconsideraría! ¡Es agotador! ¡Es banal! Es como cuidar de un perro que no puedes entrenar en casa. Lo que es, es que lo es. Y son míos. Esperemos que salgan adelante bien».
No a pocas mamás he escuchado decir que cuando tienes hijos tu vida queda postergada. Que uno pasa a segundo plano. Por un lado puede ser cierto, en el sentido que el más frágil y vulnerable tiene que tener la prioridad, y este ahora es tu hijo pequeño. Pero por otro lado no es cierto, y vivir pensando que tu vida ha sido postergada es muy duro. Es un pensamiento que te juega en contra. Es estar deseando que una etapa pase para recuperar lo que dejaste a medias.
Tu vida continúa, es hoy. Ser madre, ser padre es lo que estás siendo, lo que estás viviendo. Disfrútalo, acéptalo, abrázalo. Así como sueñas ser el mejor en tu trabajo, encuentra motivación en ser lo mejor que puedas ser para tus hijos. El hoy es lo único que realmente tienes, si lo rechazas es muy difícil encontrar alegría en lo que experimentas. Y en lo que experimentarás en el futuro. Cuán triste y sola puede ser una vejez sin hijos.
3. El ser humano siempre puede aprender
«Sí, ser padre es agotador, frustrante y enloquecedor. Pero también lo es ser niño, lo es aún más cuando eres demasiado joven para entender la mayor parte de las cosas que suceden a tu alrededor. Espero que tus hijos nunca vean estas palabras «por supuesto que lo reconsideraría»».
Entendido el punto anterior. Sabiendo que para algunos puede ser mucho más sencillo que para otros. Y con la calma de saber que lo que se puede estar sintiendo no es algo tan descabellado, es también importante saber que siempre se puede aprender.
Si la labor de criar a mis hijos es verdaderamente insoportable necesito pedir ayuda. No solo por mi propio bien sino por el bien de mis propios hijos. Buscar ayuda de tus padres, de tus amigos, de un consejero familiar, de un asesor de crianza (¡increíble que esto exista!) se hace fundamental. La labor de criar no tiene porque ser un acto solitario.
Los padres, necesitan sentarse a conversar de lo que están experimentando y juntos por el bien de toda la familia, buscar ayuda y estar abiertos a recibirla. Se puede aprender mucho de la experiencia de criar hijos, con apertura y un sincero deseo, el resultado más hermoso es cultivar un corazón capaz de amar sin medida.
4. La paciencia, virtud que necesitamos cultivar
«Te sugiero respetuosamente que hagas las paces con el hecho de que «Ya no se trata de ti»: si aceptas su presencia a veces inconveniente pero mágica en tu vida, TÚ serás quien más adelante se beneficiará. Créeme. Si no lo haces, tú y ellos serán miserables».
Muchas veces lo que más rápido se nos acaba, y no solo en la labor de crianza, es la paciencia. Sobre todo en la cultura que vivimos actualmente. Al tener todo rápido, al buscar siempre lo que me haga sentir mejor, la virtud de la paciencia no encuentra lugar para crecer y afirmarse. Necesitamos cultivar la paciencia, de lo contrario sufriremos mucho en el momento de no conseguir las cosas inmediatamente y en la tarea de criar nada se da de forma inmediata, ni siquiera el parto.
La naturaleza tiene sus tiempos y por lo general son lentos. Los niños necesitan repetir las cosas mil veces para incorporarlas a su aprendizaje. Nacen sin hablar, no pueden expresar lo que sienten, los llantos nos pueden parecer interminables. Nuestra paciencia y tolerancia pueden ser llevadas al extremo. Cuántas personas conozco que se han puesto a llorar junto con sus bebés porque están exhaustos y ya no saben qué más hacer. Irónicamente mientras más nervioso estés, más nervioso e inquieto tu hijo se pondrá y más tiempo el llanto durará.
Hay que cultivar la paciencia, entender que esto no durará para siempre. Que aunque ahora nos sintamos increíblemente cansados, vendrá un tiempo en que extrañaremos abrazar ese cuerpo pequeñito contra el pecho, sabiendo que podemos envolverlo por completo entre nuestros brazos y sentir que somos lo más importante de su vida. Que a nuestro lado está seguro. El cansancio pasará pero el amor perdurará para siempre.
5. El contemplar y el sentido del humor, grandes aliados
«Lo siento por ti porque así es como te sientes con tus hijos. Es como si te estuvieras perdiendo el punto de ser padre».
Si uno se concentra solo en lo difícil de la actividad. Si solo estás esperando que tu hijo duerma, para que tú puedas descansar o hacer lo que «realmente te interesa», que haga caso y se quede quieto…la vas a pasar mal.
Aprende a contemplar. A quedarte en silencio y ver lo que sucede con esa vida que ha salido de ti. Que tú formaste. Mira la pequeñez, la fragilidad, la necesidad que tiene de ti. Cuando empiezan a aprender, a conectar contigo, las sonrisas cómplices, las caídas graciosas, las palabras mal habladas, el caminar desbalanceado, las cabezas tan enormes, las miradas tan transparentes, las carcajadas que hacen que rías sin parar. Aprende a reírte de la comida salpicada, del baño lleno de agua, de las caras de «yo no fui». No se trata de que aceptes el caos sin actuar frente a él, sino de que observes y te rías de la vida que sucede frente a tus ojos.
6. La conciencia de la responsabilidad por la vida de otro
«18 meses y casi 4. Acaban de empezar a jugar entre ellos, lo que ayuda mucho. Las edades de tus hijos son realmente los tiempos difíciles. Sé que todos lo dicen, pero será más fácil. Intenta dormir un poco, ¡buena suerte!».
Nuevamente, no es la tarea más fácil del mundo. Pero creo que implica una de las responsabilidades más grandes que nos serán asignadas en la vida: ser responsables por la vida de otro completamente. Tu rechazado puede generar consecuencias muy duras en tus hijos, la herramienta más grande que tienes para enfrentar todas las adversidades es el amor.
Es duro tener hijos, puedo entender a Duncan Jones, un padre de niños pequeños que tuitea a las dos de la mañana, seguro desesperado por los llantos, por recién haber podido acostar a sus niños, en fin. Puedo entender el cansancio y la frustración. Pero esto no significa que esté de acuerdo con que tener hijos no sea una buena decisión en la vida, creo que es la mejor decisión.
Es importante hablar de esto entre padres, contarnos nuestras anécdotas, lo que nos ha resultado difícil, compartir nuestros aprendizajes y buscar siempre apoyarnos dentro del matrimonio y con nuestra comunidad.
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