Evangelio según san Mateo 13, 44-46: 

«El Reino de los Cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo que, al encontrarlo un hombre, vuelve a esconderlo y, por la alegría que le da, va, vende todo lo que tiene y compra el campo aquel. También es semejante el Reino de los Cielos a un mercader que anda buscando perlas finas, y que, al encontrar una perla de gran valor, va, vende todo lo que tiene y la compra».

A veces qué difícil es tomar una decisión. No sé si te haya pasado. Y es que muchas veces estamos ante una encrucijada, dos cosas buenas, pero solo puedo escoger una y la otra la tengo que dejar. ¿Cómo hacer para elegir bien?

Y esto siempre ocurre, toda opción implica una renuncia. Siempre que escoges algo, estás renunciando a otra cosa. Si escoges ser ingeniero, lo más probable es que estás renunciando a ser abogado o arquitecto. Si escoges irte de viaje a un lugar, estás renunciando irte a otros, que quizá también son muy atractivos. Y cuando uno escoge, no lo hace lamentándose por lo que ha dejado, sino feliz por haber tomado una buena opción. Cuando uno se casa, escoge a una esposa, o a un esposo, y no lo hace lamentándose por todas las otras que está dejando! Así debería ser…

Hoy Jesús también nos habla que tenemos que tomar opciones. Nos cuenta que un hombre encontró un tesoro en un campo, un tesoro valiosísimo. Y quería ese tesoro. Entonces, para que sea suyo necesitaba ser dueño del campo donde estaba enterrado. ¿Pero cómo hace para comprar ese campo si no le alcanzaba el dinero? Toma una decisión muy sabia, este hombre sabía de negocios: vende todo lo que tiene, probablemente su casa y todos sus bienes, porque sabe que en realidad no está perdiendo, porque el tesoro que va a encontrar vale muchísimo más que todos los bienes que ya posee. La renuncia para él iba a significar una ganancia mayor. Así que vende todo, compra ese terreno y se convierte en dueño del tesoro que estaba en él.

Queridos amigos, esta es la gran decisión de la vida, este es el gran negocio. ¿Cuál es tu tesoro más grande? ¿Jesús es tu gran tesoro? ¿O quizá no lo es mucho? ¿Cuánto de tu vida estás dispuesto a invertir? ¿Estás dispuesto a darlo todo con tal de ganar a Cristo Jesús? ¿Estás dispuesto a renunciar a algunas cosas? Porque sabes, no se puede tener a Dios y al mundo al mismo tiempo. Eso no se puede.

Y hay que prestar atención a otro detalle importante. Dice el Evangelio que el hombre fue a vender todo con alegría. Porque sí hay que renunciar a algunas cosas, pero es para ganar un tesoro más grande, lo hacemos con alegría, no con malas caras. Con gozo, porque ahí donde está tu tesoro, está tu corazón. Porque si nuestro tesoro es Cristo, no hay renuncia que sea grande, porque en el fondo no te estás quedando con las manos vacías, sino más llenas que antes. Que la alegría, sea el estilo de nuestra vida cristiana.