

El excelente equipo de traducciones de Catholic-link -agradezco públicamente a Alex Reyes y Lorena Tabares- me acaban de entregar la traducción de una opinión televisada del ex-gobernador de Arkansas y ahora conductor de televisión en la cadena Fox, Mike Huckabee, sobre la presencia o ausencia de Dios en el atentado de hace pocos días en la escuela de Sandy Hook.
Creo que la opinión que del ex-gobernador enfrenta con realismo cristiano la problemática esencial de los tiroteos que vienen sucediéndose sin parar en los Estados Unidos (y también en otros países). Por el contrario, la opinión oficial no se anda con discursos demasiado «profundos», el presidente Obama, quien ha prometido que esto no volverá a ocurrir, ya ha empezado a colocar los medios «adecuados» a través del aparato legal del país y la restricción del uso y la tenencia legal de armas de fuego; la famosa segunda enmienda.
Creo que vale la pena preguntarse quién es el auténtico enemigo en este drama: ¿lo es la facilidad con la que se adquieren armas de fuego, o lo es una cultura secularizada que no tiene ningún valor por absoluto, ninguna vida por digna incondicionalmente, y a Dios expulsado de la vida pública del país? Quien en su corazón ha acumulado un odio tan grande por su prójimo como el de Adam Lanza, ¿podrá ser apaciguado si en vez del fusil de asalto Bushmaster AR-15 (¡Que llevaba consigo!) solo hubiera podido comprar pistolas automáticas? Es cierto que las víctimas podrían haber sido menos; pero el problema sigue siendo el mismo: ¿Por qué se están matando? La cantidad de casos reportado solo en este año nos lleva a pensar que no son eventos aislados o excepcionales.
La opinión del ex-gobernador de Arkansas puede ayudarnos a profundizar mejor en esta pregunta. Añado que esta intervención pública le ha costado muchísimas críticas.
Aquí les dejo la traducción en texto:
He dicho cosas controversiales de vez en cuando, pero ningua que provocara tal reacción negativa como cuando dije que la terrible masacre de niños y maestros en Connecticut no podría atribuírsele a Dios, puesto que hemos marginalizado a Dios, sistemáticamente, fuera de nuestra cultura, removiéndolo en todo aspecto, de la vida pública. Los comentarios maliciosos que llegaron como respuesta, muchos de los cuales ignoran lo que en realidad dije, de hecho, han validado mi punto. pero estoy seguro de que esa no fue la intención de los críticos profesionales y aficionados que han exigido que se me prohiba hablar en público, o que me han deseado una muerte lenta y dolorosa.
Respecto a esto quiero reconocer que la izquierda ha demostrado nuevamente que define la tolerancia y la diversidad como ser tolerante solo con lo que se está de acuerdo, y ser diverso incluyendo solo tonos sutiles de la ortodoxia del liberalismo a la que se adhiere. Aborrecen la censura de su propia irreverencia, obscenidad, o violencia gráfica, pero son los primeros en exigir que la voz que invoka el nombre de Dios sea callada. Un acto de violencia específico es rara vez el resultado de un solo acto específico de la cultuta que lo propicia. En otras palabras, nunca diría que el retirar la oración y la lectura de la Biblia de nuestras instituciones , o que silenciar los villancicos navideños es la causa directa del asesinato en masa. Eso sería ridículo y simplista. Pero la causa y el efecto que vemos en los cambios dramáticos de los que nuestros hijos son capaces son parte de un cambio cultural que va de una cultura centrada en Dios a una cultura que se centra en el individuo. Hemos glorificado la expresión personal desinhibida y el individualismo y nos sorprendemos de tener una generación de misántropos.
Hemos insistido en tener una sociedad en la que todos obtienen un trofeo y nadie pierde y actúa con sorpresa al ver que tantos niños tienen baja autoestima y se sienten perdedores. Descartamos el concepto de la ley natural y la noción de que hay verdades morales absolutas y parecemos impresionados cuando algunos niños hacen de matar a otros niños su concepto de moralidad. Disminuimos e incluso despreciamos a la familia natural de padre y madre procreando y luego criando responsablemente a la próxima generación, y luego expresamos consternación cuando los niños no sienten un verdadera conexión con sus familias o incluso con el concepto de familia. Nos burlamos de la necesidad de madres y padres que hagan de su prioridad educar a sus hijos para que sean fuertes de alma y espíritu y responsables del bien y el mal que cometen , y en lugar de éso exaltamos la virtud de tener cosas y darles juguetes, juegos y aparatos electrónicos catros que sustituyen nuestra paternidad y luego no entendemos porqué nuestros hijos prefieren tener los auriculares en los oídos, y los dedos pegados al teléfono celular, y la cara frente a la pantalla de la computadora que tener una larga conversación con su familia a la hora de la cena. Y no les enseñamos que existe un Dios Creador que pone reglas inmutables, un Dios que es conocible, a quien le somos básicamente responsables.
En vez de éso, enseñamos que Dios no estuvo involucrado en nuestro origen, que nuestras vidas son casualidades biológicas y que son desechables en caso de que nos sean inconvenientes, y que cualquier tipo de comportamientos extravagantes o escandalosos no son pecado, sino desórdenes de los cuales debemos ser disculpados y adaptados. Me doy cuenta de que mi punto de vista suena anticuado, pero cuando esa visi´øn del mundo era el fundamento del contrato social de nuestra nación, nos metíamos en problemas en la escuela por hablar durante clase, mascar goma, jalarle el cabello a alguna niña, o por quedar dormidos sobre el pupitre. Llevábamos las armas a la escuela, seguro, pero estaban en el estante para armas de nuestras camionetas y las usábamos para cazar antes y después de escuela. Nunca se nos ocurrió utilizarlas para asesinar a nuestros maestros o compañeros. Así que sí, puedo soportar el desprecio y la crítica de la izquierda. Aceptaré con gusto su desdén mientras que ellos sustituyen el lenguaje creativo con un firme torrente de diatribas obscenas diciendo que soy un idiota, un anticuado, y una persona que debería callarse para siempre. Pero cuando, como nación, tuvimos temor de Dios, no temimos que un veinteañero con un rifle de alto poder asesinara a nuestros hijos en sus salones de clase.
A mi no me queda duda que el secularimos y el relativismo de la sociedad
es la causante de la decadencia moral, los valores familiares y el
respeto a la vida, de ese cultivo puede salir cualquier cosa, tenemos
que mantenernos del lado de Dios, en oracion, frecuentando los
sacramentos y manteniendo una vida caritativa, el ejemplo de cada uno de
nosotros hara una mejor sociedad.