

Dejar todo para seguir al Señor es algo que muchos no entienden, es algo de locos, es un amor que no se comprende y que para algunos no tiene ni pies ni cabeza. Menos ser misionero. Irte a un lugar remoto y pasar necesidades y privaciones, porque así lo quieres, porque así lo eliges, ¡a quién se le ocurre eso! Pues sabemos que existen ese tipo de hombres y siempre han existido. Todo porque se han enamorado de otro hombre como ellos, uno que hace muchos años asumió nuestra naturaleza y nos amó primero. Uno que nos hizo para hacer algo frente al sufrimiento de los demás, que nos llamó a dejar huella, a hacer que nuestra vida tenga un propósito, que vaya más allá de nosotros mismos y que se abra a un amor por toda la humanidad. Es por eso que surgen las vocaciones a la vida consagrada y religiosa y la Iglesia tiene la alegría de proporcionarle los medios a aquellos hombres que se descubren llamados por Dios a entregar su vida por los demás y por eso se dedica a ser misionera.
Como nos dice la abuela del video, hay hombres que «fueron hechos» para eso, y estos descubren que su modo de amar es ese y que su amor brota de un profundo amor a un Hombre que los llama y los sigue llamando todos los días:
«¿Quién es, pues, este personaje que parece llamar a la entrega total o al odio frontal, este personaje que cruza de medio a medio la historia como una espada ardiente y cuyo nombre -o cuya falsificación- produce frutos tan opuestos de amor o de sangre, de locura magnífica o de vulgaridad? ¿Quién es y qué hemos hecho de Él, cómo hemos usado o traicionado su voz, qué jugo misterioso o maldito hemos sacado de sus palabras? ¿Es fuego o es opio? ¿Es bálsamo que cura, espada que hiere o morfina que adormila? ¿Quién es? ¿Quién es? Pienso que el hombre que no ha respondido a esta pregunta puede estar seguro de que aún no ha comenzado a vivir. Gandhi escribió una vez: “Yo digo a los hindúes que su vida será imperfecta si no estudian respetuosamente la vida de Jesús”. ¿Y qué pensar entonces de los cristianos -¿cuántos, Dios mío?- que todo 1o desconocen de Él, que dicen amarle, pero jamás le han conocido personalmente? Y es una pregunta que urge contestar porque, si Él es lo que dijo de sí mismo, si Él es lo que dicen de Él sus discípulos, ser hombre es algo muy distinto de lo que nos imaginamos, mucho más importante de lo que creemos. Porque si Dios ha sido hombre, se ha hecho hombre, gira toda la condición humana. Si, en cambio, Él hubiera sido un embaucador o un loco, media humanidad estaría perdiendo la mitad de sus vidas (“Vida y misterio de Jesús de Nazaret”- José Luis Martín Descalzo)».
En este mes de las misiones dediquemos especialmente nuestras oraciones a aquellos hombres que se gastan y desgastan por el Evangelio. Aquellos que no tienen más hogar que el corazón de Jesús: los misioneros.
Si quieres tener más claves para poder saber si Dios te llama o ayudar a otros a hacerlo, este artículo te puede servir:
0 comentarios