Me imagino que muchos conocen la película inspirada en la vida de Patch Adams. El médico norteamericano que se hizo famoso por practicar una medicina diferente, en donde la risa es uno de los ingredientes principales. El día de hoy quiero compartirles un fragmento de esta película, que en lo personal me encanta y me inspira mucho.

Consiste en un emotivo discurso de Adams cuando estudiaba en la facultad, defendiendo su deseo de graduarse y poder ejercer la medicina. Dado que muchos de sus profesores se oponían por no ajustarse a los paradigmas y los estándares convencionales.

En definitiva, estaba en juego su título profesional, solo por ser un médico salido del molde. Y no es que su aproximación fuera en contra de la ética médica o de la moral, más bien se tomaba muy en serio aquello que ha estado en los fundamentos de la medicina y en su razón de ser desde siempre: la atención a la persona humana, no solo como un cuerpo enfermo, sino como un ser bio psico y espiritual.

Promover la dignidad y los derechos de la vida de los pacientes

Uno se podría cuestionar por qué este médico tendría que dar razones para ejercer su profesión cuando no estaba haciendo nada incorrecto. Es lo que nos preguntamos cuándo hay profesionales de la salud que tienen que lidiar con la oposición cuando en su práctica médica promueven la dignidad y los derechos de la vida de sus pacientes.

Cuando se abstienen de practicar abortos o eutanasias, cuando objetan porque para ello no se comprometieron, porque eso no está en la esencia de la medicina. Otra cosa muy distinta es que hoy esto parezca que es lo normal o natural, pues lamentablemente intereses políticos o ideológicos pretenden cambiar los valores y los principios que siempre han sostenido esta hermosa profesión. Y tristemente hay profesionales de la salud que se han creído que esto es lo más razonable.

¿Habrá que inventar una medicina distinta para buscar el bien?

También es contradictoria la postura en contra de un médico como Adams cuando con más frecuencia se promueven iniciativas en las instituciones de salud que buscan la humanización de la medicina, algo que creo que para la opinión general es muy necesario en la actualidad.

Hay esperanzas que la medicina sea más holística, que no se centre solo en la ciencia que a veces más que ayudar pareciera distanciar. Que sea más personalizada, más centrada en el enfermo, comprendido como un ser humano integral. Y lo que llama la atención es ¿por qué si es una profesión que de por sí está pensada para el bienestar de las personas y ha sido siempre una vocación de servicio tendría que humanizarse?

¿Acaso es que la medicina ha perdido algo de su naturaleza?, ¿habrá que inventar una medicina distinta para buscar un bien mayor de los enfermos?, ¿qué fue lo que pasó con la práctica médica que hoy se está reclamando mayor compasión, más respeto de la dignidad?

Ciertamente hay muchos fenómenos históricos, culturales y filosóficos que han tenido un impacto en el quehacer médico. Y sí, varios de estos aspectos han traído mucho bien para la salud y para los que sufren, como por ejemplo los desarrollos científicos, la profesionalización, las especializaciones. También es claro que muchas de estas transformaciones han contribuido a algunas actitudes que hoy se rechazan.

La despersonalización, la fragmentación y la reducción del ser humano. El endiosamiento de la ciencia, el pragmatismo y el realzar la eficiencia que atropella la dignidad de la persona enferma, la indiferencia y la falta de comprensión por el sufriente.

¿Por qué hay tantos corazones endurecidos en el ámbito de la medicina?

Para saber cómo responder a estos desafíos culturales y a esta realidad, es importante profundizar y descubrir qué es lo que ha llevado a que los corazones ya no vibren tanto y tengan actitudes más compasivas con quien sufre. ¿Qué es lo que ha llevado a tener corazones más endurecidos ante el sufrimiento de los enfermos?, ¿cuáles son las razones para que la cultura de la indiferencia y la rutina impregne tan fuerte la práctica de una profesión de servicio y de abnegada generosidad como lo ha sido la medicina?

Me parece que hacer memoria nos puede ayudar a poder rescatar de la historia de la medicina, los fundamentos y la esencia de cómo y para qué surge esta profesión. Desde siempre ha habido algo esencial, el encuentro de dos realidades personales: una persona con una enfermedad que busca ayuda para ser sanado y otra persona movida por su deseo de ayudar y servir, con capacidad para hacerlo.

Y esta relación de ayuda y de servicio ha estado sostenida por la caridad, por la comprensión y el respeto. Yo alentaría a seguir promoviendo este propósito de humanizar la medicina, añadiendo que pienso que esto se dará no solo cuando cambien las estructuras, los sistemas de salud, las políticas. Sino cuando cambien los corazones de los profesionales de la salud, cuando sean menos endurecidos, indiferentes y más compasivos.

Servir con verdadero amor

La transformación que anhelamos ver en la medicina, se dará cuando se trasformen nuestros corazones y vivamos un servicio con amor. Reconociendo en quien sufre a una persona entera, digna, valiosa, a ejemplo del Señor Jesús, el buen samaritano.

Es lo que también nos alienta el Papa Francisco cuando nos dice: «¡Cómo quisiera que fuésemos capaces de estar al lado de los enfermos como Jesús!, con el silencio, una caricia, con la oración».

Si vivimos nuestra identidad y misión médica con este amor creo que será la mayor contribución que los médicos podemos hacer para construir un mundo mejor y más humano. Así como dice el san Juan Pablo II a un grupo de médicos: «Como servidores de la vida, encontráis en el ejercicio de vuestra profesión una ocasión privilegiada para contribuir a la edificación de un mundo que corresponda cada vez más a la dignidad del ser humano».

La identidad y la misión del médico

Quiero terminar compartiéndoles esta frase de un médico español sobre la esencia de la identidad y la misión del médico:

«Si ser médico es entregar la vida a la misión elegida…no cansarse nunca de estudiar y tener todos los días la humildad de aprender la nueva lección de cada día. Es hacer de la ambición nobleza, del interés, generosidad, del tiempo destiempo. Y de la ciencia servicio al hombre que es el hijo de Dios. Es amor, infinito amor, a nuestro semejante… entonces ser médico es la divina ilusión de que el dolor, sea goce, la enfermedad, salud y la muerte vida». (Gregorio Marañón)

Y si eres estudiante de medicina y escuchaste el discurso de Patch, te invito a preguntarte: ¿Quieres ser médico con todo el corazón?