




[dropcap]E[/dropcap]l post comunitario de hoy también se une a la #AvalanchaDeAdviento. Es un video realizado por Spirit Juice Studios y se trata de un hermoso testimonio de encuentro con Jesús, quizá no del modo como lo esperamos o como pensamos que “debería” ser. Ojalá les sea de mucha utilidad para su apostolado. Que podamos invitar a más personas a abrir sus corazones y dejarse encontrar por Jesús, quizá en los lugares más inesperados.
Luis Xavier Moxó
Autor del blog: Echad vuestras redes



La vida está llena de sorpresas, pero algunas la marcan realmente. Parece que habríamos de ser héroes para prepararnos a las situaciones más difíciles y dolorosas que nos tocan o pueden tocar en ella. Pero realmente es la Vida de Otro, la que va haciendo su obra en cada uno, poco a poco. El Dios de las sorpresas, el que es capaz de hacerse hombre para nuestra salvación es el gran Esperado, del que tanto necesitamos. Y a la vez, viene de forma totalmente inesperada por y para nosotros. ¿Cómo, cuándo y dónde? No lo sabemos. Detrás de una incomodidad, detrás incluso de la pérdida de algo propio, de un ojo de la cara, de algo valioso para nosotros. El ojo de la madre de este vídeo que compartimos se convierte para ella en una nueva visión de la vida, de La Vida y Su Misterio, de su hijo y todas sus circunstancias. ¿Cómo se puede vivir con un ojo, ser feliz y encima ver más que con dos? María de Villota había centrado su vida en la Fórmula 1 y perdió también un ojo. Ella antes de morir dijo: “Lo más importante es estar viva. El ojo que he perdido me ha devuelto el norte. Esta nueva oportunidad la voy a vivir al 100%”. ¿Qué podemos dar a Dios que sea nuestro y no sea suyo? ¿Qué podemos ofrecerle para que Él lo transforme, lo restituya, para nuestra salvación? Cuando eso que creemos tan nuestro lo ofrecemos Él lo transforma y plenifica. Él no quita nada, lo da todo. ¿Cuánto tardaremos en descubirlo?
Pilar V. Padial
Autora del blog: ¡Vive!: Celebra la vida



De pequeña, esperaba con ilusión a los Reyes Magos. Eran de los pocos que me traían regalos. Lo curioso es que no solía saber cuáles iban a ser porque, aunque escribía mi carta, ellos tenían su propio criterio al respecto. A veces, sus pajes me hacían dudar diciéndome que había pedido todo aquello pero no lo recordaba. Esta versión quedó totalmente desmentida cuando recibí un caleidoscopio: ¡Era tan desconocido para mí que ni siquiera sabía su nombre! ¿Por qué mi ilusión no cambiaba a pesar de todo? Porque no esperaba cosas concretas, sino en unas personas concretas que me querían y que, por eso, me traerían algo que con toda seguridad sería bueno . Con el tiempo, cada vez más, mi actitud hacia Jesús que viene a nuestra vida en cada instante es la misma: no espero nada en concreto, sólo me esfuerzo en descubrir el regalo, apartando el envoltorio, con la segura ilusión de que, viniendo de él, será algo muy bueno. Y vivo feliz.
P. Joan Carreras del Rincón
Autor del blog: Nupcias de Dios



Yo me quedo con la idea de un Dios que nace en un establo. Ciertamente, siendo Dios, es libre de nacer donde quiera -¡por algo es Dios!-. No sería lógico negarle esa libertad. ¡Son tantas las enseñanzas que nos vienen de esta elección divina! Sin embargo, lo que tenemos muy claro en los Evangelios es que también nosotros le ayudamos a Dios a que eligiera ese lugar tan poco apropiado: no hubo lugar para él en la posada. Nosotros no le dimos otra alternativa. ¡Que nazca donde quiera, por supuesto, siempre que no sea en mi casa!, parece que le seguimos diciendo hoy día. Así que la historia se repite, ayer como hoy. Todos los días son Navidad. Todos los días son buenos para que nos demos cuenta de la lógica de Dios, que llama a nuestra puerta …y, le dejemos un lugar para nacer.
Santi Casanova
Autor del blog: Narraluz



Tengo una pregunta: ¿es el sufrimiento y el dolor un camino privilegiado hacia Dios? ¿Por qué el cambio de visión en la protagonista se produce tras un episodio de sufrimiento? ¿Por qué ella lanza a muchos a encontrar a ese Jesús que nace en las dificultades de su vida? ¿No es posible encontrar a Dios en la belleza, en la alegría, en una vida familiar sin sobresaltos, en una vida personal sin sucesos desafortunados? ¿Debemos lamentarnos por no ser desdichados y estar privados de mirar al Señor cara a cara? Parece claro que los primeros en recibir la noticia por parte del Ángel fueron aquellos «con sed de Dios», con necesidad de ser salvados, con una «nada» a rellenar con un «Todo». La sed es la reacción del cuerpo ante la escasez de agua en el organismo. Si falta de agua, no hay sed. Es fácil deducir que en una vida cómoda, con las necesidades cubiertas, con todos y todo alrededor de la mesa, es complicado «tener sed». Tal vez creamos en Dios, tal vez nos acerquemos a los sacramentos, tal vez hagamos apostolado a nuestra manera… pero sin la «necesidad de Dios» nunca caminaremos a Belén, en la noche, a encontrarnos con un Dios frágil y pequeño, incomprensible, en un entorno maloliente. La «necesidad de Dios» nos hacer caminar aún sin entender nada; una vida saciada nos mantiene estáticos aún creyendo entenderlo todo.
José Manuel Rodriguez Canales
Autor del blog: Roncuaz



El Adviento es un tiempo de esperanza que se prolonga en cada historia personal y en toda la historia humana. Podemos decir que vivimos en Adviento, esperando la llegada de nuestro Salvador a nuestras vidas. Y para eso debemos prepararnos. Como lo veo, el video nos enseña en qué consiste esa preparación. Se trata de una forma de mirar la vida que aparece especialmente en las situaciones difíciles como la que sufrió la señora que cuenta su experiencia. La preparación es la esperanza, una actitud de apertura a la voluntad de Dios, de bondad y paciencia ante la adversidad y al mismo tiempo de servicio desinteresado a los demás. Y nada de esto es una explicación, sino una experiencia vital profunda y cotidiana como la que vemos en el video.
Néstor Mora
Autor del Blog: EclesiasTIC



El video señala un camino que muchas personas transitan todos los días: dolor, sufrimiento, desesperación, replanteamiento de la vida y la mano tendida del Señor. Una vez se toma, el dolor puede seguir, pero adquiere significado para nosotros. Ya no es sufrimiento, sino trascendencia, peregrinación y crecimiento interior. Cuando nos negamos a nosotros mismos, encontramos que el sentido de la vida se vuelve mucho más claro y atrayente. Cuando nos donamos a los demás, la vida deja de ser una terrible chispa entre dos nadas. Lo curioso es que esto lo descubramos a partir del dolor. Dios sabe encontrarnos en el único sitio en donde no podemos escondernos de Él. ¿Quién dijo que el dolor no tiene sentido? ¿Adviento? Siempre es Adviento cuando necesitamos del Señor y le esperamos.
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