

Comienza un nuevo año. Tal vez desde diciembre del año pasado comenzaste a definir las metas que te gustaría alcanzar. Yo hago lo mismo. Pero, seamos sinceros… todos los años pasamos por el mismo proceso.
Y, sin embargo, tal vez cuando llegamos a febrero, ya nos hemos desanimado porque nos hemos propuesto demasiadas cosas o algunas muy complicadas. O simplemente no hemos tenido en cuenta algunos factores tan simples como que solo tenemos 24 horas en un día y no podemos llegar a todo.
Pero ¡no te digo esto para que te frustres! Todo lo contrario. Quiero ayudarte a que empieces el año con calma, en paz con los propósitos que te has fijado. Así que te compartiré algunos consejos que podrían servirte a la hora de definir tus metas o bien a la hora de plantearte cómo llevarlas a cabo.
1. Pide a Dios su opinión
A veces tenemos muy buenos planes. Proyectos increíbles y que no solo suenan espectaculares, sino que además nos parecen adecuados para responder mejor a la voluntad de Dios.
Sin embargo, te sugiero que antes de definir tus metas, pidas ayuda a Dios. El Espíritu Santo te ayudará a tener mayor claridad y visualizar los matices de cada objetivo.
Por otro lado, te animo a que, mientras hablas con Dios sobre tus sueños, acabes diciéndole «si Tú quieres, como Tú quieras». A veces nuestros anhelos se cumplen, pero de maneras en que no pensábamos. Pero el viaje es igual de emocionante. Confía en los procesos divinos.
2. Todo se enmarca en tu vocación
¿Quieres alguna pista de que has escogido los objetivos adecuados? Pregúntate si, al definir tus metas, estas te acercan a Dios, según el camino al que Él te ha llamado. Puedes proponerte metas profesionales, familiares, espirituales o incluso hobbies, pero intenta que te ayuden a seguir diciendo «sí» a su plan.
Una buena idea para este año puede ser tener dirección espiritual. De vez en cuando, hablar con un sacerdote o con una persona que vive una intensa vida espiritual podrá ayudarte a ver – desde una óptica objetiva, externa y asistida por Dios – si lo que vas proponiéndote te acerca a lo que el Señor te ha mostrado que espera de ti.
3. Ten a mano (visibles) tus propósitos
A veces dejamos nuestros propósitos por el camino no porque hayan sido difíciles o hayan perdido su atractivo. Simplemente, nos olvidamos de ellos, entre los quehaceres diarios, las preocupaciones que se presentan o los cambios que nos desajustan el calendario.
Si tienes a mano y visibles tus propósitos, te será más fácil seguirlos. Además, puedes hacer un pequeño «examen» cada tanto – ya tú verás cuándo vale la pena hacerlo diario, semanal, quincenal o mensual – para revisar cómo nos está yendo.
4. Sé realista y flexible
No te desesperes si, por esos cambios que puedan llegar a tu vida, tienes que dar un golpe de timón y recalcular tus objetivos. Definir tus metas no implica que estarán escritas sobre piedra.
Con paz, revisa, reajusta, cambia si es necesario. Vuelve a sentarte frente a Dios – las capillas de adoración perpetua son lo máximo para esto – y hablarle de lo que te habías fijado, de lo que harás ahora, de lo que esperas que suceda después.
Con toda seguridad, Él también te dará su parecer. Y como Él ve «desde arriba» el panorama completo, podemos fiarnos de que su perspectiva es mucho mejor que la nuestra.
5. ¿Estás teniendo en cuenta lo más importante?
No te olvides de Dios, de los sacramentos, de la oración; ten en cuenta a tus amigos, el apostolado, las salidas que llenan el corazón y nos hacen reír; da un espacio a tu familia, a tus seres queridos y al tiempo que pasas con ellos; resérvate un tiempo para un hobby, para hacer aquello que te descansa y te permite más tarde dar el 100% de ti.
Son solo algunas sugerencias… pero creo que son las más importantes. Al final, todo lo que hacemos, todo lo que nos proponemos, tiene que ayudarnos a darnos más a los demás y a Dios. Por el simple hecho de que, a la par, eso nos acercará al fin para el que fuimos creados, para hacernos más felices.
Estos son solo algunos consejos, pero si quieres profundizar en el tema de la planificación personal y cómo organizarte para cumplir tu propósito de vida, te recomiendo este curso.
¿Se te ocurre algún otro consejo? ¿Sueles hacer algo distinto que te haya ayudado? ¡Cuéntanos en los comentarios! 😉
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