No es de extrañar que en tu día a día te encuentres rodeado de cosas que has acumulado, sin saber por qué. Quizás compraste esa camiseta que te quedaba tan bien en la tienda pero que, al llegar a casa, en verdad no te quedaba tan bien y fue a parar a un rincón de tu armario.

Este post va dirigido para todas aquellas personas que están un poco agobiadas por la cantidad de cosas acumuladas que tienen. Que buscan dar una salida cristiana a todas estas cosas y a su corazón.

Podemos hacer nuevas las cosas

Este sencillo video pone de manifiesto grandes verdades que nos pueden liberar «del monstruo de la compra». Al inicio, vemos cómo este monstruo causa miedo y desconfianza: el mapache se esconde, y la niña del bus lo mira con respeto. Sin embargo, por un pequeño tropiezo, el gran monstruo se da cuenta que puede entregar las cosas que le conforman y así alegrar la vida de las personas que le rodean.

El video acaba con la frase «las cosas viejas pueden ser nuevas otra vez», y esto es así. Si te das cuenta que en tu casa o en tu armario tienes demasiadas cosas que en realidad no te hacen falta, anímate a regalarlas para que sean cosas nuevas para alguien más.

Donar exige un poco de voluntad

Y de sentido de solidaridad. Pero la recompensa supera con creces el esfuerzo inicial. Así, sin darte cuenta, puedes estar colaborando con una persona en necesidad. Además, al donar las cosas «extra», notarás que el corazón se desahoga. A veces tenemos el corazón muy ocupado preocupándose por lo accesorio (las cosas que queremos comprar) y no le dejamos espacio para que se encargue de lo verdaderamente importante.

Nuestro corazón busca centrarse en lo esencial y para eso necesita libertad, no estar pensando en todas las cosas que nos gustaría tener. Esto nos lleva a la segunda actitud de nuestro monstruito: vemos que se emociona con el donar y comienza a entregar todas sus cosas. Este gesto suyo nos recuerda que la solidaridad es una virtud en la que se puede trabajar y que podemos ejercer todos los días.

El corazón verdaderamente se alegra en el dar

No solamente por el alivio que le proporciona el tener más espacio para lo esencial, sino por encargarse de quienes tiene a su alrededor. Estamos hechos para dar, no para acumular. Finalmente, y considero que esta puede ser la moraleja final del video, el monstruito llega hasta el don de sí. El entregarse a sí mismo es la donación más grande que podemos hacer.

Donar nuestro tiempo, nuestra atención y escucha es claramente, mucho más valioso que cualquier sofá o par de jeans que podemos regalar. Justamente, son estos gestos de cariño de los que hay más necesidad en el mundo. ¡Anímate a colaborar con el bien de los demás!