mujer

Desde la segunda mitad del siglo XX hasta hoy, el movimiento de valorización de la mujer ha suscitado innumerables reflexiones y debates, y ha multiplicado muchas iniciativas por todo el mundo. Hemos sido testigos de estas acciones, alarmándonos y tomando consciencia de lo mal que está no ver a la mujer de igual modo que el hombre y del derecho que tienen las mujeres a defenderse. Pero, ¿qué tal si más allá de las estadísticas, las políticas y los discursos de la ONU o los discursos sobre la igualdad de género, nos cuestionamos este tema como simples humanos, como personas libres, capaces de hacer el bien como algo inscrito en nuestra naturaleza?

En este video los niños nos dan una enorme lección. Su sensatez, el modo sencillo, sincero, tierno y respetuoso que ellos manifiestan, es la sabiduría inocente de quien piensa y dice las cosas como son, desde el interior, sin ningún prejuicio, resentimiento, ideología, ni interés económico de por medio. Lo que manifiestan es algo que yo también sé desde pequeña. ¿Por qué? ¡Por qué así es! ¡Porque hace parte de nuestra naturaleza como seres humanos!  Llegados a este punto vale la pena preguntarnos: ¿qué nos ha hecho el mundo a los adultos para que pensemos y actuemos diferente?

San Juan Pablo II en 1988 publicó la carta apostólica Mulieris dignitatem.  En este documento nuestro querido Papa quiso profundizar en las verdades antropológicas fundamentales del hombre y de la mujer: en la igualdad de dignidad y en la unidad de los dos; en la arraigada y profunda diversidad entre lo masculino y lo femenino, y en su vocación a la reciprocidad y a la complementariedad, a la colaboración y a la comunión (Cf. n. 6). Todo esto basado en las enseñanzas de la Iglesia sobre la dignidad de los seres humanos, creados a imagen y semejanza de Dios.

Lo que nos dice la Iglesia acerca de todo esto es riquísimo. No puedo dejar de pensar que si nosotros los cristianos difundiéramos más este mensaje ¡cuánto bien podríamos hacer para construir un mundo más humano!

Para terminar el post los dejo con unas palabras de Benedicto XVI al inaugurar las sesiones de trabajo de la Quinta Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe:

«Todavía hoy persiste una mentalidad machista, que ignora la novedad del cristianismo, que reconoce y proclama la igual dignidad y responsabilidad de la mujer con respecto al hombre. Hay lugares y culturas en los que la mujer es discriminada y minusvalorada sólo por el hecho de ser mujer, en los que se recurre incluso a argumentos religiosos y a presiones familiares, sociales y culturales para defender la disparidad de los sexos, en los que se perpetran actos de violencia contra la mujer, haciendo de ella objeto de malos tratos o de abusos en la publicidad y en la industria del consumo y de la diversión.  Ante fenómenos tan graves y persistentes parece más urgente todavía el compromiso de los cristianos para que se conviertan por doquier en promotores de una cultura que reconozca a la mujer la dignidad que le compete, en el derecho y en la realidad concreta».

Y es que no hay mejor respuesta que la que nos da el pequeño del video, defiendo y respeto la dignidad de la mujer y de cualquier ser humano: «porque soy un hombre».