

Creo que para un apóstol hablar del amor es la cosa más común. Hablamos del amor de Dios, del amor al prójimo y del amor en muchos sentidos. No creo que esté mal hablar del amor, todo lo contrario, pero creo que existe un peligro del cual debemos estar atentos (y lo digo porque me ha pasado a mí): podemos habituarnos a la palabra y empezar a usarla como simple retórica apostólica. Las consecuencias son graves, si el apóstol utiliza la palabra «amor» como una muletilla el amor auténtico y cristiano pierde todo peso. En vez de transformar la amputada visión que el mundo y los jóvenes tienen del amor, contribuimos a que la mantengan y encima la confirmen, porque la única fuente de donde podía salir una respuesta -nosotros, los católicos- habla y cita y perora el amor como si no fuese difícil amar, como si bastase una ligera decisión para girar la propia vida y ser santos en un santiamén. O peor, dado que como cristianos representamos al Señor: como si Cristo no supiese amar.
El video que he decidido publicar hoy día creo que puede servir para generar una reflexión muy interesante sobre el amor y también para que nosotros mismos nos demos cuenta de cuan importante es hablar del amor en un modo encarnado. Incluso cuando el mundo – y especialmente los jóvenes -tienen una visión muy pobre del amor esto no quiere decir que no sufren la falta de un amor auténtico en sus vidas. Creer que el amor es «un sentimiento muy hermoso» no sirve para sanar el hambre profunda de un auténtico amor cristiano. Creo que esto se puede percibir claramente en el honesto testimonio de Hannah: en sus anhelos, en sus miedos, en su esperanza. Amar no es un juego de niños y los cristianos – en primer lugar María y en segundo lugar los mártires de la Iglesia- lo sabemos mejor que nadie. El amor es una palabra que le queda grande a todo el mundo, pero si alguno es capaz de hablar de ella con autoridad, esos son los discípulos de Aquel que nos amó hasta el extremo. Por esa misma razón, cuán triste es un apóstol acostumbrado al amor.
Si nos hemos encontrado con el Amor hecho persona no nos acostumbremos a Su amor. Renovémonos constantemente en ese encuentro para que nuestro apostolado sea más auténtico y podamos hablar del amor como algo que es realmente nuestro, como lo haría el mismo Señor Jesús.
Gracias Mauricio por recordarnos que debemos renovar constantemente ese amor que Dios nos da hasta el extremo y que lo imitamos tan mínimamente en la relación con el prójimo
Gracias…qué Dios te bendiga