Este es un corto animado de «Estudios de Comunicación». Dura apenas cuatro minutos y es un buen recurso para hablar sobre algunos sentimientos con los que no nos sentimos muy cómodos. La protagonista es una pequeña niña que se ve obligada a cumplir con los deberes de una princesa, estudiar, aprender a caminar con gracia, tejer, tocar un instrumento y posar como estatua para ser retratada.

Sin importar que aquí nadie sea princesa o príncipe, este video nos recuerda que todos tenemos miedos. Que algunas veces nos dejamos llevar por la monotonía y nos hundimos en un sin sentido que no nos permite apreciar la vida como deberíamos.

Conquistando miedos

Los miedos no tienen que ser enormes para poder llamarse miedos. A veces tenemos miedo de ser nosotros mismos, de decir lo que pensamos o de actuar como quisiéramos actuar. Dejamos que el entorno que nos rodea en la universidad o el trabajo nos absorba y nos haga olvidar quiénes somos en realidad.

Sin importar la edad que tengamos podemos ser esta chiquita que se esconde bajo las mantas, presa del pánico. La angustia, los problemas, la soledad o la tristeza pueden robarnos la paz y llevarnos a experimentar una verdadera pesadilla.

¿Pero qué pasa cuando conquistamos esos miedos? Cuando nos damos cuenta que viéndolos a los ojos, nosotros les ganamos en tamaño. A veces solo nos hace falta un poco de valentía para volver a ser nosotros mismos. Para arriesgarnos a hacer lo que nos gusta y lo que nos hace felices.

No somos perfectos

Que aburrido sería todo si lo fuéramos. Si esto se tratara solo de cumplir reglas sin cometer errores no tendríamos la capacidad de apreciar y valorar las cosas que Dios nos pone en el camino. No sabríamos a qué sabe el perdón, la reconciliación, el amor o la felicidad.

No conoceríamos la satisfacción que viene luego de un gran esfuerzo. La alegría de cumplir una meta o de compartir con otros algo por lo que hemos luchado con especial ahínco. Este video nos recuerda el gozo que hay en dedicarnos a lo que nos gusta, en salirnos de la rutina, en compartir tiempo con los que queremos y en sonreírle a nuestros miedos para ocuparnos de lo que de verdad importa.

«Que tus sueños sean más grandes que tus miedos».