

«The Stained Club» es un corto animado simplemente maravilloso. Es para desgarrar el corazón ciertamente, un excelente recurso para comprender que todos tenemos cicatrices, manchas o heridas, no solo físicas sino también psicológicas. El corto está en francés y tiene subtítulos en inglés, no está disponible en español pero es muy fácil de entender (pronto lo tendremos traducido).
Finn, nuestro protagonista, se hace amigo de un grupo de niños que tienen «manchas» en su cuerpo. Pero de inmediato se da cuenta que las heridas de sus amigos, nos son iguales a las suyas. Las de este chiquito no son producto del abuso físico, sino emocional.
Abuso psicológico
Aunque el corto es protagonizado por niños con la clara intención de hablar del abuso del que son víctimas millones de menores al rededor del mundo, todos nos podemos sentir identificados.
Se habla mucho del abuso físico, pero no tanto del psicológico. Que incluso muchas veces, duele y produce heridas más profundas. El desprecio, las palabras cargadas de odio, la indiferencia, los comentarios que nos menosprecian, aquellos que nos hacen sentir miserables e insignificantes. Las opiniones pisoteadas, los derechos vulnerados, el miedo irracional o la libertad de pensamiento arrebatada.
El abuso psicológico puede calar en el corazón de un niño de manera abismal. Lo mismo ocurre con nosotros los adultos, la diferencia radica en que un niño difícilmente puede reconocer en conjunto las características del abuso psicológico y pedir ayuda.
El dolor por el maltrato que sufre Finn se manifiesta en esta especie de brillo que rodea su cuerpo. Seguramente muchos de nosotros también brillamos de esta manera. ¿Qué tan fuerte es tu brillo?
Avergonzarnos y ocultar el dolor
Las cicatrices pueden ser causa de vergüenza o de inseguridad. Nos cuesta mostrarlas, incluso hablar de su origen. Algunas guardan buenos recuerdos y hasta nos pueden hacer sentir orgullosos.
Otras por el contrario, hacen que el corazón nos de un vuelco. Preferimos ocultarlas o «maquillarlas» por miedo a ser juzgados, señalados o tratados de manera diferente. No queremos que los demás cambien su actitud frente a nosotros a causa de estas heridas.
Lo mismo sucede con el dolor, podemos ocultarlo, evitar hablar de él y hasta negarlo. Pero aunque nos esforcemos por hacerlo, tarde o temprano tendrán luz y brillará con tanta intensidad como la de nuestro protagonista (te recomiendo el curso «El dolor en la historia personal»).
Este corto animado puede ayudarnos a reflexionar no solo sobre nuestras propias manchas y cicatrices, sino sobre lo que estamos haciendo por ayudar a disminuir las de otros.
Preguntas para meditar: ¿mi interior rebosa de dolor?, ¿soy capaz de compartir mis heridas con otros?, ¿he negado mis propios sufrimientos?, ¿me ofrezco a ayudar al que sufre?, ¿se me dificulta expresar mis emociones?, ¿he sido autor de algún tipo de maltrato?
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