Confieso que las publicidades feministas muchas veces generan en mi un rechazo de primera mano. No porque niegue que históricamente para nosotras las mujeres haya sido más complicado salir adelante que para los varones, sino que muchas veces nos pintan o como víctimas o como empoderadas que no necesitan a nadie.  

Si nos pintan como víctimas, pareciera que nuestra debilidad es insuperable y si nos pintan como empoderadas pareciera que no necesitamos de nadie. Ni lo uno, ni lo otro. Siento y pienso que la igualdad de oportunidades que se busca para ambos (hombre y mujer) no debería pasar por ninguno de esos extremos. Si bien en muchos lugares del mundo la mujer es maltratada y considerada ciudadana de segunda, el camino en países como los latinoamericanos debería estar apuntando hacia otro lado.

El comercial que les presentamos, realizado por Unicef para los Juegos Panamericanos que se llevan actualmente en Lima Perú, me dejó pensando. Cuántas de ustedes han salido a correr, a hacer deporte en la calle sin haber sufrido algún improperio que no pocas veces bordea con la vulgaridad, la agresión y encima con la desvergüenza de ser considerado para quién lo dice, como un piropo o un halago al cuerpo femenino.

No solo asusta, también desagrada y ofende

Entiendo el miedo que pueden tener muchas mujeres a salir a la calle, no necesariamente porque podrían ser víctimas de un robo, sino por la cantidad de tonterías que van a escuchar. Muchas ya se vuelven inmunes, otras salen con audífonos para no escuchar. Lo cierto es que sucede, lo cierto es que no solo asusta sino que desagrada y ofende.

Me pregunto si los autores de semejantes frases tienen madre, hermana, esposa. Me pregunto qué es lo que pasa en una sociedad que ve como normal una actitud así. Sé que no solo se debe a la crianza que se recibe en el hogar, que es importantísima. Sino que también depende de lo que se mira, se escucha y se consume.

Qué podría pedir a una sociedad que escucha canciones explícitamente sexuales, que consume y ve la pornografía (a propósito te recomiendo esta conferencia buenísima sobre el tema) como un entretenimiento «normal» para adultos. Que aunque promulgue que la mujer puede hacer lo que quiera con su cuerpo, finalmente considera a la mujer como un producto para exhibir.

Educar y respetar

¿Qué es lo que podríamos hacer desde dónde cada uno se encuentra para mejorar, para educar una sociedad que a gritos necesita sentirse segura, digna y con igualdad de oportunidades tanto para hombres como para mujeres? Algunos dirán que la culpa la tiene la vestimenta que llevan las mujeres.

Podría entender que el hombre es visual y las formas femeninas causan ciertas reacciones. Pero no es justificación, puedes voltear, retirar la mirada y nunca faltar el respeto. ¿Estoy hablando de imposibles? Yo no tengo la solución a este tema, pero creo que la mejora va por cuidar, por educar y por respetar la dignidad del otro.

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