San Bernardo Claraval: quién fue y cómo llegó a ser santo

En el año 1090, en la ciudad de Borgoña nace quien será san Bernardo, un abad y doctor de la Iglesia, quien tuvo seis hermanos, todos educados en el ambiente de una familia católica, amante de la literatura y las lenguas clásicas. 

Bernardo junto con cuatro hermanos varones y un tío, dejaron la vida civil y se retiraron a la vida religiosa. Luego se les uniría su hermano menor, su papá y su hermana también tomaría la vida religiosa, una historia ciertamente única, llena del amor de Dios. 

Hoy 20 de agosto, celebramos su memoria, fiesta que nos lleva a recordar a un hombre santo amante de la Santísima Virgen María y de su Hijo Jesucristo. Por eso queremos compartir contigo cinco consejos de san Bernardo para llegar a la santidad. 

1. Tus dones te sirven para ser algo más que famoso

San Bernardo Claraval: quién fue y cómo llegó a ser santo

San Bernardo fue un hombre lleno de dones que le hacían ciertamente destacable, fruto de su inteligencia, gracia y amabilidad, fue un hombre atrayente. Fácilmente podría haberse dejado llevar por la vanidad o el egocentrismo, cosa que gracias a su cercanía con el Señor, no ocurrió. 

Que bueno que meditando y aprendiendo de su testimonio, podamos comprender que un camino seguro a la santidad es el de saber poner nuestros dones al servicio de los demás. Hacer de nuestros dones, destrezas, habilidades, una suerte de escalones para llegar al cielo, y para llevar a los demás con nosotros. 

¿Te has puesto a pensar que los dones que Dios te ha dado los has recibido para tu santificación y la de tus hermanos? ¿Sabes cuáles son tus dones?

2. El apostolado empieza por casa, y podría ser más difícil

San Bernardo Claraval: quién fue y cómo llegó a ser santo

Nada más cierto que «ningún profeta es escuchado en su tierra». Es allí donde más compleja se hace la misión, pero a la vez es donde más apremiante es la labor de evangelizar. 

El ejemplo de san Bernardo nos lleva a luchar por el anuncio del Reino de Dios en todo lugar, pues el apostolado deja de ser una labor específica de un momento y espacio y comienza a ser la vida misma. 

¿Sabes cómo anunciar la Palabra en tu casa? ¿Has sentido como Dios quiere dar un mensaje de salvación a los hombres por medio de tu testimonio de vida?

3. Conócete y conoce tus debilidades

Saber quién soy y cómo soy, es fundamental para el perfeccionamiento espiritual y personal de mi vida. Saber en qué soy débil puede hacerme fuerte, reconocer mis problemas, vicios y pecados, es otro gran paso para caminar hacia la santidad de vida. 

San Bernardo comprendió que en la oración y la meditación a la luz de la Palabra y la persona de Jesús, se pueden encontrar los detalles más pequeños e invisibles de nuestras vidas y poner allí la fuerza de Dios. Convertirlos en peldaños de santidad que nos acercan al Señor.

¿Te has preguntado cómo Dios puede ayudarte en tus debilidades? ¿Sabías que al ofrecer a Dios aquellas cosas en las que eres débil, puedes ser santo en ellas?

4. «No eres más santo porque no eres más devoto de María»

San Bernardo Claraval: quién fue y cómo llegó a ser santo

San Bernardo fue un verdadero amante de la Santísima Virgen María, a tal punto que hoy se dice que si se quiere ser mariano, hay que acercarse primero a los escritos de san Bernardo sobre la Virgen. 

Su vida espiritual se vio tan ligada a la figura de María, que se podría decir que a ella se debe la santidad de Bernardo. La devoción sincera y sana a la Madre del Señor es guía eficaz para unirse del todo a Jesús, es por medio de Ella que puede aprenderse a ser verdaderamente humilde, orante, discípulo, oyente.

En su testimonio encontramos el camino seguro para ser santos. ¿Dedicas tiempo a conocer a María? ¿Tu espiritualidad mariana está fortalecida?

5. Confía en el amor de Dios

San Bernardo Claraval: quién fue y cómo llegó a ser santo

La confianza otorga paz, y es esta misma paz la que permite que el alma se eleve verdaderamente en unión con Dios. Cuando nos abandonamos en la voluntad del Señor todo funciona mejor porque Él siempre quiere lo mejor para nuestras vidas. 

Confiar en Dios, como san Bernardo, es saber que nuestras fuerzas son limitadas y que Dios nos hace ser fuertes. Solo en Él lo podemos lograr, por tanto, la fe y confianza en la providencia se hace camino seguro para una vida en santidad. 

Ser santo no es hacer milagros, ser santo es saber que en las propias limitaciones, Dios se muestra grande. Que en las propias debilidades, Dios se muestra fuerte y que en los propios temores, Dios se muestra providente. 

¿Cómo está tu confianza en la providencia de Dios? ¿Hasta dónde va tu fe?

Finalmente, quiero invitarte a orar a la Santísima Virgen María con esta pequeña oración, donde expresamos el amor hacia la Madre de Dios y pedimos su intercesión:

«Acuérdate, Oh piadosísima Virgen María,

que jamás se oyó decir que hayas abandonado

a ninguno de cuantos han acudido a tu amparo,

implorando tu protección y reclamando tu auxilio.

Animado con esta confianza, también yo acudo a ti,

Virgen de las vírgenes, y aunque gimiendo bajo el peso de mis pecados, me atrevo a comparecer ante tu soberana presencia.

No desprecies mis súplicas, Madre del Verbo,

antes bien, óyelas y acógelas benignamente.

Amén.»