phubbing 12

Este video es una recopilación de información sacada de una conferencia que dio Sherry Turkle en TED, fruto de 15 años de estudio acerca del impacto que tiene la tecnología en las relaciones sociales. Escribió un libro que se llama “¿Conectados pero solos?” y que de ahí extrajo las ideas que expuso en dicha conferencia y que este video recoge de manera resumida.

Elementos apostólicos

En primer lugar, me parece interesante la crítica que hace el video de cómo estamos utilizando la tecnología o cómo nos dejamos utilizar por ella. ¿Qué buscamos en las redes sociales? ¿Qué buscamos al «twittear» un comentario? ¿O al poner nuestro estado en el facebook? ¿Qué nos lleva a preferir el estar conectados con el tener relaciones profundas y auténticas? Ella expone tres falsas fantasías que se han abierto por los cambios y progresos tan veloces en la tecnología: el poder poner la atención en lo que queramos, la creencia de que siempre somos escuchados y el que nunca nos sentiremos solos. Efectivamente, no es falso que nos abra nuevos canales de atención y nuevas posibilidades para ver ángulos de la realidad como no lo había antes y que podamos acceder a ellos cuando queramos. También, es cierto que en las redes sociales nos sentimos escuchados. Por ejemplo, cuando colocamos una foto o un pensamiento que compartimos y nos ponen «like» es, a veces, una gran cuota de afecto y aprobación para la persona, un gran empujón en la autoestima. Y, por último, es verdad que nos sentimos menos solos y con más facilidad para generar contactos. En un segundo puedes agregar a personas y hablarles por el chat, lo cual hace que no te sientas vacío por la soledad y que, al mismo tiempo, sea seguro el diálogo, es decir, te sientas cómodo y sin estar «en juego». Sin embargo, el problema no está en las posibilidades que nos han abierto las redes sociales, sino el reducirlas solamente a ello. Cabría preguntarse: ¿Acaso estos focos de atención que abren las redes son los que sacian nuestros anhelos más profundos de verdad y de encuentro? ¿Es cierto que a uno lo escuchan con el compromiso y exigencia que ello implica en las redes sociales? ¿De verdad, las redes sociales son el remedio a la soledad? ¿O son solo anestesias que calman esa experiencia mientras que estamos conectados? Es necesario aceptar los límites de la tecnología y ser realistas con respecto a los anhelos que creemos que pueden saciar. Ponerlas en su recto lugar, pero nosotros apostar por lo que es humano y los valores que porta. A veces, pareciera que esperamos más de la tecnología y menos de los demás como también de uno mismo. Es necesario no descuidar lo auténtico y profundo que tienen los valores del conocimiento personal,  la reflexión, del encuentro, del diálogo, la escucha, la oración, etc.

Un segundo punto que me llama la atención es entender la soledad como un valor. En particular, yo no le llamaría soledad sino silencio, que permite «estar plenamente», es decir, la presencia de uno mismo frente a uno mismo y al otro. Es bien usual que cuando alguien se queda solo por un momento sienta ansiedad, se inquieta y hasta le aterra. Siente la necesidad de conectarse, pero al mismo tiempo, le huye a la intimidad. La típica frase en la que uno trata de salvarse: «Ni muy cerca, ni muy lejos». Estar en silencio y soledad es un problema que se supera conectándose siendo esta conectividad un síntoma de soledad antes que el antídoto. Es necesario, cultivar la capacidad de estar consigo mismo, de equilibrar, alternar e integrar la relación entre el silencio y la palabra para un encuentro profundo con uno mismo y con los demás. Digo integrar porque cuando hay un exceso de palabra la comunicación se deteriora y procura un cierto aturdimiento y, por el otro lado, cuando hay un exceso de silencio se crea un clima de frialdad y vacío innecesario.

«El silencio es parte integrante de la comunicación y sin él no existen palabras con densidad de contenido. En el silencio escuchamos y nos conocemos mejor a nosotros mismos; nace y se profundiza el pensamiento, comprendemos con mayor claridad lo que queremos decir o lo que esperamos del otro; elegimos cómo expresarnos. Callando se permite hablar a la persona que tenemos delante, expresarse a sí misma; y a nosotros no permanecer aferrados solo a nuestras palabras o ideas, sin una oportuna ponderación. Se abre así un espacio de escucha recíproca y se hace posible la relación humana más plena. En el silencio, por ejemplo, se acogen los momentos más auténticos de la comunicación entre los que se aman: la gestualidad, la expresión del rostro, el cuerpo como signos que manifiestan la persona. En el silencio hablan la alegría, las preocupaciones, el sufrimiento, que precisamente en él encuentran una forma de expresión particularmente intensa. Allí donde los mensajes y la información son abundantes, el silencio se hace esencial para discernir lo que es importante de lo que es inútil y superficial. Por esto, es necesario crear un ambiente propicio, casi una especie de «ecosistema» que sepa equilibrar silencio, palabra, imágenes y sonido» (Benedicto XVI para la XLVI Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales).

Dinámica:

En la misma línea que propone el Papa Emérito Benedicto XVI de crear un «ecosistema» que integre el silencio, la palabra, las imágenes y el sonido, propongo que cuando utilicen este video inviten a las personas con la que lo están viendo a tener dos diálogos en la semana con la misma persona sin utilizar, durante el diálogo, el smartphone ni cualquier otro aparato. Es un buen medio para desarrollar relaciones auténticas, de escucha, de compromiso, de amistad. Otro medio que sería interesante es el tener un espacio de reflexión personal en el día, de cualquier tema que le guste. La idea es que se empiecen a crear hábitos de estar con uno mismo, para luego salir al encuentro del otro “más contigo mismo” por así decirlo. Bueno y perdónenme por la extensión del texto, pero este tema me parece fascinante.