Cuando leí que el Papa Francisco dijo: «Una mayoría de matrimonios sacramentales son nulos» casi me caigo de espaldas al piso. ¡Yo tenía la misma hipótesis desde hace mucho tiempo! Trabajando en consejería familiar, cuando entrevistamos a matrimonios en crisis, y evaluamos cómo y por qué se casaron, descubrimos que muchas veces se tomaron al sacramento como una simple bendición, más como una costumbre social que una realidad sobrenatural.
¡Por eso muchas veces la gracia sacramental no actúa! ¡Es sencillamente porque no existe! Ante la enorme cantidad de matrimonios en crisis, tendríamos que preguntarnos si realmente están casados “como Dios manda”. Muchas veces, la respuesta a las crisis está allí, en la falta de comprensión cabal de los efectos del sacramento en los cónyuges y los hijos.
Otro de los problemas generalizados que provocan crisis matrimoniales es el desconocimiento que tienen uno del otro. Se conocen, se enamoran y se casan porque están enamorados. ¡Y cuando se les pasa el enamoramiento, se quieren «descasar»! No se entienden, las mariposas en el estómago fueron brutalmente digeridas por la rutina y ahora no saben qué hacer con esa relación que no funciona de ningún modo.
Por eso, además de reforzar la catequesis matrimonial previa y posterior al matrimonio, los futuros esposos deberían tener entre sí un diálogo que de algún modo prevenga y minimice el riesgo de estas crisis. Y, ¿qué preguntas deberían hacerse los futuros esposos para que este diálogo rinda frutos? ¿Sobre qué temas deben hablar?
Muchas cuestiones se plantean alrededor del tema de nulidad matrimonial, sin embargo, pese a la creciente difusión del tema –aún entre católicos– se ignoran verdades fundamentales respecto al vínculo matrimonial y las condiciones para su nulidad, si te interesa el tema te invitamos a participar de nuestra conferencia online haciendo click aquí.

La “nulidad” ¿desde cuándo empieza aplicarse en la Iglesia? Parece ser cosa nueva, que no está en las enseñanzas apostólicas. He escuchado por ejemplo que el matrimonio que no se consuma sexualmente no lo es ¿y entonces María y José? ¿no eran realmente un matrimonio? (¡!)
La Iglesia parece olvidar las historias del Antiguo Testamento como cuando Jacob roba la bendición de su hermano ¡la robó! pero la recibió ¿acaso Dios retiró su gracia y bendición por engañar? ¡No! Lo mismo sucede con el matrimonio, una vez hecho el JURAMENTO ante el altar, bajo la circunstancia que sea, no hay manera de revertirlo, porque está sellado ante el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo.
La Iglesia está perdiendo la brújula sobre este tema, y ciertamente está cayendo en una grave falta y en una virtual abundancia de “nulidades”.
Y si una mujer se encuentra en la misma condición, que tampoco se separe de su esposo.
Porque el marido que no tiene fe es santificado por su mujer, y la mujer que no tiene fe es santificada por el marido creyente. Si no fuera así, los hijos de ustedes serían impuros; en cambio, están santificados.
Pero si el cónyuge que no cree desea separarse, que lo haga, y en ese caso, el cónyuge creyente no permanece ligado al otro, porque Dios nos ha llamado a vivir en paz.
1 Cor 7, 13-15.
Querido hermano: la Iglesia no ha hecho más que seguir las enseñanzas de los apóstoles. Para la validez del sacramento se requiere estar de acuerdo con las enseñanzas de la Iglesia, que son las mismas de los apóstoles y son las mismas de Nuestro Señor Jesucristo. La epidemia de matrimonios nulos está basada en que hay poca y escasa catequesis familiar. Te mando un abrazo.